Casi una de cada dos empresas constituidas en España son pymes. Si incluimos a los autónomos, el porcentaje se eleva al 99.8%. La cifra se repite, a grandes rasgos, en Europa. Las pequeñas y medianas empresas son clave en el tejido económico y laboral de la Unión y de nuestro país. Pero ¿qué es una pyme en realidad? ¿Y por qué se hace necesaria esta distinción?
En Europa hay 23 millones de pymes. A junio de 2018, proporcionaban el 67% del empleo. Y generan el 85% de los nuevos puestos de trabajo. En España, los datos van en la misma línea: solo uno de cada tres empleos está relacionado con una gran empresa. Además, un 38% de los europeos afirma que le gustaría ser su propio jefe, pero solo un 10% trabaja como autónomo.
“La política de la UE está orientada a mejorar el entorno empresarial, promover un ambiente de emprendimiento y creación de empleo, y facilitar el acceso de las pymes a la financiación y los mercados. Europa tiene un potencial empresarial aún por explotar”, sostienen desde la UE. Es precisamente aquí donde se asientan los pilares del concepto «pyme».
Qué es una pyme: un concepto europeo
La definición actual de pyme es la misma para todos los países de la Unión Europea. Lleva en vigor desde 2005, aunque el concepto ya se tradujo en 1996. Siendo clave en el tejido empresarial de todos los países y habiéndose convertido en un objetivo de la UE para potenciar el emprendimiento, se hacía necesaria una definición común.
“En un mercado único sin fronteras internas y en un entorno de negocios cada vez más globalizado, es fundamental que las medidas de apoyo a las pymes estén basadas en una definición común. La ausencia de esta podría conducir a una aplicación heterogénea de las políticas y, por tanto, distorsionar la competencia en los Estados miembros”, explican desde el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo.
Para empezar, en la UE se considera empresa toda entidad que ejerza una actividad económica. Independientemente de su forma jurídica. Es decir, que un autónomo o una sociedad mercantil son considerados como empresas a todos los efectos. Así, a priori, un autónomo puede ser una pyme. Ser clasificado o no como una pequeña o mediana empresa, tiene que ver con tres factores clave.
Características de una pyme: el tamaño no lo es todo
Cuando pensamos en una pyme, lo primero que nos viene a la mente es su tamaño. Al fin y al cabo, es una empresa pequeña o mediana. Pero ¿cómo se mide este tamaño? La definición de pyme tiene en cuenta, por un lado, los efectivos de la empresa (empleados), el volumen de negocios anual y el balance general anual y, por otro, el volumen de recursos externos a los que tiene acceso (como propiedades o vínculos con una empresa mayor como en el caso de una franquicia).
Así, una pyme es, a grandes rasgos, una empresa que ocupa a menos de 250 personas. Además, su volumen de negocios anual no debe superar los 50 millones de euros. O bien su balance general no debe exceder los 43 millones de euros. Diferenciar entre volumen de negocio (las ventas anuales) y balance (el valor de los activos) persigue ajustarse a las diferentes realidades empresariales. No es lo mismo un ecommerce con gran volumen de ventas y poco patrimonio que una fábrica.
Según la guía Pyme editada por la Comisión Europea, en función de estos tres factores se diferencian tres clases de pyme:
- Microempresas. Ocupan a menos de 10 personas y su volumen de negocios anual o su balance general anual no supera los dos millones de euros.
- Pequeñas empresas. Ocupan a menos de 50 personas y su volumen de negocios anual o balance general anual no supera los 10 millones de euros.
- Medianas empresas. Ocupan a menos de 250 personas y su volumen de negocios anual no excede los 50 millones euros o su balance general anual no supera los 43 millones.
Además, queda pendiente el tema de los recursos a los que tiene acceso la empresa. Este aspecto es clave para definir una empresa como pyme o no. Y es que en determinados casos se pueden tener en cuenta recursos que no son propios de la empresa a la hora de hacer las cuentas de volumen de negocio o balance general. Para ello, existen otras tres categorías bien definidas:
- La empresa autónoma. Es la categoría más frecuente. Se trata de una empresa totalmente independiente, ni tiene participaciones en otras empresas ni es participada por ninguna empresa. En caso de contar con alguna de estas participaciones, esta no debe superar el 25%.
- La empresa asociada. Es así si posee una participación igual o superior al 25% del capital o los derechos de voto de otra empresa o si otra empresa posee una participación igual o superior al 25% en ella. Además, no debe estar directamente vinculada a otra empresa.
- La empresa vinculada. Es el caso habitual en las franquicias, aunque no todas las franquicias tienen por qué ser empresas vinculadas. Se considera así si se cumple al menos una de las siguientes condiciones:
- Una empresa posee la mayoría de los derechos de voto.
- Una compañía tiene derecho a nombrar o revocar a la mayoría de los miembros del órgano de dirección de otra.
- Una empresa ejerce una influencia dominante sobre otra en virtud de un contrato.
- Una organización puede ejercer un control exclusivo sobre los derechos de voto de los accionistas o socios de otra.
Cuándo, cómo y porqué una empresa deja de ser una pyme
Ante semejante laberinto de tipos y condiciones es fácil preguntarse: ¿Qué pasa si una pyme, en el transcurso de un año, sobrepasa alguna de estas líneas rojas? Sobre el papel, dejaría de considerarse una. Sin embargo, puede que la empresa hubiese tenido en cuenta cierta subvención o ventaja propia de las pymes. Así, para proporcionar cierta estabilidad y certidumbre a las empresas que se acercan a los límites, se han establecido ciertas garantías.
“En el caso de que una empresa supere los niveles máximos establecidos para los efectivos o el ámbito financiero durante el año de referencia, este hecho no afectará a su situación y conservará la condición de pyme que tenía al inicio del ejercicio contable. No obstante, en el caso de que supere los niveles máximos durante dos períodos contables consecutivos, perderá dicha condición”, explican desde la Comisión Europea.
Esto también se aplica a la inversa. Una empresa puede adquirir la condición de pyme aunque en períodos anteriores haya sido una gran empresa. Para ello, debe caer por debajo de los niveles máximos de efectivos y balance/volumen de negocio durante dos períodos contables consecutivos.
[hde_related]
Ventajas y desventajas de las pymes
Las pequeñas y medianas empresas generan empleo y negocio. Sin embargo, se enfrentan a ciertas barreras, como el acceso a financiación o las dificultades de competir a nivel global. Por eso existen una serie de ayudas a todos los niveles administrativos (desde la UE hasta los ayuntamientos). Pero las pymes también tienen otras ventajas que no son solo en forma de subsidio. Vamos con ellas.
- Flexibilidad. Se pueden adaptar con más rapidez a los cambios del mercado. Pueden incluso modificar su actividad, algo impensable en una gran marca.
- Proximidad y trato personalizado. En muchos sectores, los clientes agradecen el trato personalizado. En la mayor parte de las pymes, sobre todo las ‘micro’ y pequeñas empresas, son los propios empresarios los que tratan con el cliente.
- Cohesión en la dirección y compromiso de los trabajadores. La unidad de mando es total y los vínculos que se establecen entre empleados y empresarios son más cercanos, lo que aumenta el compromiso de la plantilla.
- Acceso a subvenciones y ayudas. La financiación es una de las grandes barreras de las pymes. Para contrarrestarlo, como hemos visto, existen multitud de líneas de ayuda.
También por causa de su tamaño y de su reducido volumen de negocio, una pyme tiene una serie de desventajas frente a las grandes empresas.
- Impacto del entorno económico. Una pyme tiene menos margen de acción ante factores como la inflación o la deflación.
- Escasa capacidad de negociación ante grandes proveedores y/o distribuidores.
- Fuentes de financiación reducidas. El acceso al crédito limitado es la gran barrera de las pymes.
- Inversión limitada en I+D y en talento. Derivado directamente del punto anterior, menor financiación significa menor capacidad de inversión en desarrollo, innovación o formación y actualización de la plantilla.
Además, existen otros factores, como las dificultades para mantener su credibilidad o elevar los niveles de productividad. Su digitalización es también uno de los grandes desafíos en el horizonte inmediato. Sea como fuere, las pequeñas y medianas empresas continuarán siendo esenciales en el día a día de la economía española y europea.
Imágenes | Pixabay