Aislamiento social: lo que nadie nos dijo de la jubilación

Pymes

La mayoría de nosotros quiere jubilarse. En nuestra cultura la jubilación se ofrece como un premio vacacional tras una vida de trabajo. Sin embargo, este mismo trabajo actúa como un pilar básico en nuestras relaciones personales. Es por eso que la jubilación puede generar aislamiento social y depresión.

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Cuando ocho de cada 16 horas que pasamos despiertos durante casi toda nuestra vida las dedicamos a una actividad que desaparece para dar lugar a más del doble de tiempo libre, los síntomas son parecidos a los que tenemos tras una infructuosa búsqueda de empleo. Quizá por eso haya jubilados trabajando.

El aislamiento social tras la jubilación

“Las relaciones sociales en el trabajo han sido consideradas [por la literatura científica] como uno de los factores más importantes en la satisfacción personal”, comentaba el investigador Manuel V. Clavijo en 1999 en su conocido texto ‘La jubilación activa’. Debido a ello es “una de las mayores pérdidas que se sufre en la jubilación”, aunque rara vez se repara en ella antes de acceder.

El periodo vacacional de inactividad profesional puede no ser tan agradable cuando, cumplida cierta edad, se combina la pérdida de seres queridos a nivel personal (amigos, por la edad; familia, porque han formado la suya propia) y profesional. En este momento se combina la rotura del tejido social con la sensación individual de no contribuir (envejecimiento competente o activo).

El trabajo define la cultura occidental hasta tal punto que se relaciona con la respetabilidad. “El trabajo dignifica al hombre”, la frase que resumía la filosofía de Marx, no resolvía la pregunta de qué hacer una vez jubilado. Para los investigadores actuales, la jubilación “requiere la capacidad de reestructurar el sistema de funciones y actividades personales”, algo no siempre fácil.

Estoy jubilado, ¿y ahora qué?

Al vivir en un distrito envejecido (San Isidro, Carabanchel) no ha sido difícil encontrar jubilados. En mi portal hay ocho viviendas y siete personas mayores de 65 años, todos jubilados y cuatro viviendo solos. No sin acierto la investigadora española Ernestina María Vieira arrancaba su trabajo sobre la vejez competente con una preocupación en el aumento de la esperanza de vida.

El envejecimiento de la población abre nuevos negocios, pero también nuevos problemas sociales. Ahora sobrevivimos a la partida de nuestros hijos, la jubilación se vuelve un acto solitario. José Manuel, uno de los siete jubilados mencionados, confiesa su soledad y el aburrimiento: “Aunque vivo con mi hijo este tiene su vida, y yo me he comprado un perro para hacerme compañía porque me siento solo”.

Laureana, Rosa y Mª de los Ángeles tienen una opinión similar. La familia queda lejos para todas y, una vez jubiladas (Rosa con la pensión mínima al no tener vida laboral), las relaciones sociales se resienten. «Los hijos viven lejos”, comenta Laureana, “y nosotras no tenemos mucho que hacer”. “Nos buscamos unas a otras, eso sí”, apostilla Rosa.

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Aportar valor a la sociedad, como búsqueda social

Las empresas son agrupaciones de personas que aportan valor a la sociedad. Aunque algunas empresas son pequeñas, todas ellas forman parte del mismo tejido empresarial que facilita poner a las personas en contacto unas con otras. Dentro de esta red aportamos valor, y eso nos hace sentir útiles y aceptados.

La carencia de alguna actividad de valor, sumado a la soledad de no tener gente con la que compartir el día, es un factor frecuente en la jubilación. De ahí que el número de actividades con propósitos pseudolaborales no deje de crecer. Como ejemplo, los huertos urbanos para mayores. No son actividades laborales per se, pero tampoco son únicamente de ocio. Exigen trabajo y responsabilidad.

Frente al Imserso orientado al turismo que conocimos hace décadas, hoy podemos observar una asociación orientada al envejecimiento activo con libros blancos como el que se presentó en 2011, el ‘Libro Blanco del «Envejecimiento Activo»’. En él puede leerse cómo “el 43% de nuestros mayores quiere participar activamente y de manera integral en la sociedad española”, y cómo un 8% trabaja en voluntariado.

Jubilarse y seguir trabajando es posible

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La legislación española permite jubilarse y seguir trabajando, una alternativa al merecido tiempo libre. La jubilación parcial puede solicitarse a partir de los 60 años. La idea es reducir la jornada de trabajo y el salario entre un 25% y un 50%. En la web de la Seguridad Social podemos ver los requisitos para el cobro de pensión a la par que trabajamos.

Otra modalidad es la jubilación flexible, que también cuenta con sus propios requisitos. La diferencia fundamental es que en la jubilación parcial el trabajador pasa de un contrato a tiempo completo a uno parcial, accediendo a parte de su pensión, mientras que en la jubilación flexible el pensionista ya cobra la pensión y vuelve al mundo laboral, reduciendo la pensión.

Ambas son una forma interesante de no perder o recuperar ese tejido social que muchos jubilados echan de menos.

Imágenes | iStock/NADOFOTOS, iStock/Rawpixel, iStock/PIKSEL

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