Garantizar la seguridad alimentaria, es decir, el hambre cero, y la sostenibilidad del medioambiente, pasa por reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés ), al año se pierden y desperdician alrededor de un 30% de cereales; un 40–50% de tubérculos, frutas y hortalizas; un 20% de semillas oleaginosas, carne y productos lácteos; y un 35% de pescado.
El problema es tal que la última edición de su informe anual, ‘El estado mundial de la agricultura y la alimentación’, está dedicado a analizar qué progresos se han hecho en los últimos años para alcanzar la meta 12.3 de los ODS: “reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per capita mundial de aquí a 2030”.
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Algo que afecta a las cadenas de producción y suministro, pero también a la venta al por menor y los consumidores. Estos últimos, además de tomar conciencia del problema, tienen en su mano contribuir a disminuir su impacto incluyendo algunos hábitos en su rutina.
Hacer la lista de la compra solo con aquellos alimentos que se vayan a consumir o estar pendientes de las fechas de caducidad son solo algunos ejemplos. En los últimos tiempos, también han surgido iniciativas acordes con el estilo de vida actual. Entre ellas aplicaciones dirigidas a evitar el desperdicio de comida.
Aprovechar lo que otros no quieren
Una de las actitudes que pueden paliar el problema es pedir la comida sobrante para llevárnosla a casa cuando acudimos a un restaurante. Así es como hace tres años surgió la idea de crear Too Good To Go en Dinamarca, después de que un grupo de amigos vieran cómo los camareros tiraban todo lo que sobraba del bufé que hasta hacía cinco minutos habían estado disfrutando.
Con esta app, los establecimientos pueden vender productos en buen estado en lugar de tirarlos, con una rebaja de hasta el 70%. Los consumidores reciben notificaciones de disponibilidad de los comercios que previamente han seleccionado y acuden a por sus paquetes. Aunque no siempre pueden elegir el contenido.
“A día de hoy ya estamos operando en 13 países europeos conectando a través de la app a restaurantes, supermercados, fruterías, panaderías, entre otros comercios. Venden su excedente de comida diario con usuarios que salvan packs con esa comida de calidad a precio reducido y de esta forma se consigue que no se desperdicie”, nos cuenta Carlos García, responsable de prensa de Too Good To Go.
Con 30.000 establecimientos adheridos en Europa, y 1.700 en España, García apunta que «los empresarios están cada vez más concienciados de que se está produciendo un cambio, que el modelo tiene que actualizarse y para ello hay que aplicar prácticas más sostenibles en el negocio”.
Compartiendo en comunidad
La alternativa que ofrece Olio es similar, aunque con algunos matices. Su filosofía sí es la misma: aportar su grano de arena a mejorar la forma en que consumimos los alimentos. Esta app pone en contacto a los propios consumidores dentro de su comunidad para aprovechar al máximo todos los recursos, sin importar si se trata de un particular o un establecimiento.
La idea, como ocurrió con Too Good To Go, surgió después de que una de sus cofundadoras, Tessa Cook, se encontrara en una situación que no nos resulta ajena: mudarse o emprender un viaje de varios días dejando comida en la despensa o la nevera a sabiendas de que es probable que se estropee. Su intención era dársela a alguien para no tener que tirarla, pero no encontró la manera de hacerlo. Así que pensó que una aplicación podía ser el mejor vehículo para conseguirlo.
Junto a Saasha Celestial-One crearon la compañía en 2015. “Hicimos una encuesta en SurveyMonkey y nos dimos cuenta de que una de cada tres personas lo pasa mal cuando tira comida a la basura. Y que lo hacía porque no hay otra alternativa”, explican en su web.
Antes de poner en marcha su idea, hicieron un pequeño experimento y crearon un grupo de WhatsApp al que invitaron a 12 personas que vivían a poco distancia. “Les pedimos que agregaran al chat la comida que no consumirían y así veríamos si comenzaban a compartirla”. La idea funcionó y pusieron en marcha su proyecto en la zona norte de Londres. Actualmente, cuentan con casi un millón y medio de usuarios, y cerca de 40.000 voluntarios que contribuyen con su comida sobrante.
1.300 millones de toneladas a la basura
Aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen en el mundo para consumo humano se desperdician cada año. Lo que equivale a 1.300 millones de toneladas, según la FAO. Las frutas y las verduras son las que registran una tasa más elevada.
“Esto supone un derroche de recursos naturales, pero, además, el despilfarro alimentario es también responsable del 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero causantes del cambio climático”, explica el portavoz de Too Good To Go. “Por lo que si queremos avanzar hacia una alimentación sostenible, primero hay empezar por dejar de tirar alimentos a la basura”.
Para ser conscientes de la dimensión de este desperdicio de alimentos, la FAO calcula que los consumidores de los países ricos desperdician casi la misma cantidad de alimentos (222 millones de toneladas) que toda la producción neta de alimentos del África subsahariana (230 millones de toneladas). Y remarca que el comportamiento de los consumidores en los países industrializados puede llegar a ser determinante.
Imágenes: Too Good To Go, Olio