Si el futuro tejido empresarial de un país depende de los más jóvenes, ¿qué porvenir le espera en España? Para entenderlo, el Instituto de la Juventud (Injuve), dependiente del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, en colaboración con el Consejo de la Juventud de España (CJE), ha desarrollado el estudio ‘Juventud en riesgo: análisis de las consecuencias socioeconómicas de la COVID-19 sobre la población joven en España’.
En esta primera edición (habrá una segunda pospandemia) analiza la dimensión laboral de la actual población joven (de 16 a 20 años) en nuestro país. ¿Cómo les ha afectado la pandemia, el encierro y la situación económica derivada? [hde_related]
Una tasa de paro del 25,2%
Una de las métricas más llamativas es la altísima tasa de paro de este colectivo respecto a la población de 30 a 64 años en el primer trimestre de 2020: 25,2%. Aunque algo menor que en el mismo periodo en 2019 (25,9%). Aún no se han recuperado los valores previos a la crisis de 2008 (arriba población menor de 25 años) y ya se ha registrado un aumento de 1,36 puntos respecto al cuarto trimestre de 2019.
Al compararlo con la población de 30 a 64 años, observamos que esta variación es de 0,53 puntos porcentuales. Es decir, la población joven ha recuperado menos empleo. De hecho, el paro juvenil duplica ampliamente el adulto. Son el colectivo más vulnerable por edad, con diferencia.
Tanto la tasa de actividad de las personas jóvenes (proporción de quienes tienen un empleo o lo buscan activamente) como la tasa de empleo (proporción de quienes están trabajando) se han visto notablemente perjudicados debido a la COVID-19.
El mayor riesgo de perder empleo tras ERTE
El ERTE actúa como un amortiguador para evitar la destrucción de empleo en cadena. Esta figura ocupa el 4,4% de la población joven ocupada y el 4,2% de la población adulta ocupada. En este sentido, los ERTE han servido a ambos colectivos de igual forma, pero es entre la población joven donde más paro se estima tras el final de esta figura laboral.
En abril de 2020, la tasa de cobertura de las prestaciones por desempleo subía a 135%, siendo para el resto de la población del 125,8%. Esto indica que muchos jóvenes trabajadores adquirirán derecho a la prestación incluso aunque carezcan del periodo mínimo necesario de 360 días.
A pesar de que el paro aumentó ‘solo’ un 12%, la población joven registrada como demandante de empleo en marzo y abril creció un 56,6%. Es una métrica que “apunta a la precariedad laboral de las personas jóvenes”, según el informe.
La juventud, otra vez en riesgo
Tal y como está construida la economía española, “el sistema contrata jóvenes en precario en épocas de bonanza y de mayor demanda, y los expulsa a bajo coste cuando se presentan crisis de consumo”, por lo que se espera que el paro real suba con el final de las prestaciones sociales asociadas al estado de alarma.
Además de esto, la crisis económica provocada por el coronavirus afectará también a los jóvenes que conserven el empleo. Es decir, no solo a quienes lo pierdan tras los ERTE. Los jóvenes son la mano de obra con menos trayectoria empresarial y experiencia, y con mayor facilidad económica de despido. Si las empresas necesitan aligerar su estructura, empezarán por ellos.
La gráfica del estudio muestra cómo el 72,1% de las personas jóvenes empleadas se encuentran en trabajos vulnerables. Con foco en las artes gráficas, la construcción y las actividades administrativas. La diferencia entre la vulnerabilidad antes de los 29 años y pasada esta edad es evidente.
¿Qué pueden hacer los jóvenes?
Aún queda una segunda parte del estudio y, por tanto, no disponemos de métricas que nos orienten a cómo de grave será el bache y las posibles soluciones. Todo apunta a que, sin ayuda gubernamental tanto del Estado como de las comunidades autónomas, provincias o ayuntamientos, los jóvenes van a sufrir las peores consecuencias de la crisis sanitaria y económica.
En este punto, tan solo podemos especular sobre las diferentes posibilidades para la juventud:
- Trabajo precario. A principios de julio de 2020, el sindicato CCOO iniciaba la campaña ‘Por una nueva normalidad sin precariedad’. Es probable que el trabajo precario se convierta en una salida a la crisis, aunque sectores maltratados como la agricultura y el turismo (Exceltur 2018) han sido afectados.
- Trabajo gig. Una segunda salida para los jóvenes es el mercado de la economía gig. Para aquellos con alta formación y competencia, esta modalidad de trabajo será un salvavidas que aumentará sus posibilidades. Los que carezcan de ellas entrarán dentro de la clasificación anterior.
- Emprendeduría. Es probable que muchos jóvenes se vean empujados a emprender al no encontrar trabajo. El autoempleo ha sido una salida en crisis previas, y parte del tejido empresarial de micropyme nace de este punto. Si no hay trabajo, tendrán que crearlo ellos mismos.
Es imposible determinar cómo será el futuro, pero las herramientas estadísticas con las que contamos alumbran uno poco positivo para la juventud tanto española como europea. El 1 de julio, la Comisión Europea pidió reforzar la estrategia común para combatir el desempleo juvenil derivado de la COVID-19 con el proyecto ‘Bridge to jobs’ (Un puente hacia el empleo). ¿Será suficiente?
Imágenes | Unsplash/John Schnobrich, INE, European Commision