La crisis de la COVID-19 ha tenido impacto en muchos ámbitos económicos y sociales. Sin embargo, ha hecho menos ruido en el terreno medioambiental y, en especial, en todo lo que concierne al cambio climático.
El confinamiento al que fue sometido buena parte de la humanidad ha reducido la contaminación de las ciudades y paralizado la producción de las fábricas. En consecuencia, la COVID-19 ha dado un respiro al planeta desde el punto de vista ecológico. Pero también ha retrasado algunos proyectos e iniciativas para la lucha contra el cambio climático.[hde_related]
Las consecuencias de la COVID-19 en el cambio climático
Es probable que la crisis derivada de la pandemia tenga consecuencias dramáticas para el progreso del cambio climático. La actividad legislativa se paralizó como consecuencia del encierro y, además, se ha aplazado a noviembre de 2021 la cita mundial más emblemática en torno a la cuestión medioambiental, la COP26 de Glasgow.
Ante estas perspectivas, parece que los problemas climáticos han pasado a un segundo plano. Pero ¿cuál es la opinión de los expertos? La Universidad de Oxford publicó a principios de mayo el informe ‘¿Los paquetes de recuperación fiscal de la COVID-19 acelerarán o retrasarán el progreso sobre el cambio climático?’. Este estudio recoge las perspectivas de 231 funcionarios de bancos centrales, ministros de Finanzas, economistas y representantes de 53 países, incluidos todos los del G20, sobre las ayudas aprobadas para paliar el impacto de la epidemia.
El texto manifiesta la necesidad de llevar a cabo políticas económicas que tengan un efecto multiplicador y, al mismo tiempo, causen un impacto positivo sobre el medioambiente. Muchas veces, parece difícil salvar esta dicotomía entre economía y ecologismo. Sin embargo, el informe ha identificado cinco políticas que tienen tanto un alto efecto multiplicador como un impacto positivo sobre el medio ambiente. Estas son:
- Inversión en infraestructura de energía limpia e infraestructura habilitadora.
- Gasto en eficiencia de edificios para renovaciones y modernizaciones.
- Inversión en educación y reciclaje profesional.
- Inversión en capital natural.
- Gasto en I+D+I en energía ‘limpia’.
Cómo deberían ser las políticas medioambientales tras la pandemia
Este comité de expertos también ha establecido un conjunto de normas por las que se deberán regir las políticas medioambientales cuando diseñen paquetes de recuperación para la COVID-19.
Evidentemente, el gran desafío es conseguir que las políticas se articulen no solo en torno a criterios económicos, sino también a intereses medioambientales. Hay una serie de proyectos que ofrecen un elevado efecto catalizador económico y, al mismo tiempo, causan un impacto positivo sobre el entorno natural.
Pero, por encima de todo, sobresale la necesidad de un correcto diseño de acciones que se puedan llevar a la práctica correctamente. Una política de recuperación mal diseñada será ineficaz con independencia de su potencial teórico. Ya en la crisis de 2008, muchos gobiernos desperdiciaron una valiosa oportunidad de implementar políticas de beneficio económico y elevado potencial ecológico.
El modelo de sostenibilidad en las empresas
Sin duda, la crisis de la COVID-19 evidencia la necesidad de las empresas y de los inversores por intensificar sus funciones de responsabilidad social corporativa (RSC), especialmente en todo lo que tiene que ver con la cuestión medioambiental. Según el estudio ‘El impacto del COVID-19 en las prioridades de la RSC en 5 preguntas’, impulsado por Dirse (Asociación Española de Directivos de Responsabilidad Social) y EY, un 86% de los encuestados opina que la función de sostenibilidad va a ser distinta a causa de la pandemia, y el 64% considera que estos cambios serán permanentes.
En este contexto de alteraciones, los profesionales afirman que los temas de sostenibilidad aumentarán de relevancia, aunque cambia su peso relativo. La salud, el impacto social y la digitalización emergerán como los asuntos prioritarios de las empresas después de la COVID-19.
Algunos pasos ya se están dando
En Europa, han emergido algunas políticas para avanzar en solucionar un problema como el medioambiental. De hecho, uno de los sectores más golpeados por el virus, como el aéreo, y al mismo tiempo uno de los más contaminantes, ya se ha comprometido a reducir sus emisiones de CO2 a la atmósfera por los rescates públicos.
Este ha sido el caso de la aerolínea Air France-KML, a la que el Gobierno francés inyectó 7.000 millones de euros. A cambio, la compañía prevé recortar a la mitad las emisiones de CO2 de sus vuelos nacionales antes de 2024. Además, su intención es disminuir en ese mismo porcentaje los gases por pasajero y kilómetro en 2030 y suprimir los vuelos domésticos donde haya una alternativa ferroviaria de menos de dos horas y media de trayecto.
En definitiva, aunque la cuestión climática haya sido suspendida por la pandemia, no cabe duda de que sigue estando en las agendas de los principales líderes políticos. El debate no es ahora si se cumplirán los Acuerdos de París o no, sino si las políticas de reconstrucción estarán alineadas con los acuerdos firmados en las diferentes cumbres del clima.
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