El teletrabajo ha permitido que miles de empresas y millones de empleados hayan estado operativos en lo peor de la pandemia. Sin embargo, a muchos les está causando estrés, ansiedad y un sobresfuerzo terrible.
A mediados de marzo, y de la noche a la mañana, miles y miles de compañías de este país adoptaron el teletrabajo. No quedaba más remedio. Las autoridades decretaron un estado de alarma que confinaba en casa al grueso de la población para frenar la expansión de la pandemia de la COVID-19.
Según datos del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), si en 2019 solo un 4,8% de los ocupados en España trabajaba en casa normalmente o más de la mitad de los días, durante el confinamiento llegaron al 34%. Y muchos han seguido desarrollando su labor desde el hogar, a pesar de la relativa vuelta a la normalidad que vivimos. Los brotes y la amenaza de una segunda ola del virus aconsejan a muchos gestores seguir operando con toda la plantilla o parte de ella en los domicilios.
Las contraindicaciones del teletrabajo
La necesidad de mantener la distancia social en las oficinas y las consiguientes reducciones de aforo en los centros de trabajo van a hacer que haya teletrabajo para rato en muchas compañías. Sin embargo, este no es la panacea. En estos meses ha dejado secuelas psicológicas en un gran número de empleados. Muchos se han quejado de estar sometidos a más estrés o sentirse desorientados. También están sufriendo distintas dificultades para asumir al mismo tiempo las cargas familiares y poder conciliar vida íntima y profesional.
En este escenario se impone más que nunca que las empresas atiendan a las peticiones de los empleados remotos. El objetivo es que los trabajadores se sientan escuchados y comprendidos. Y que las empresas puedan contar con una fuerza laboral capaz, confiada y eficiente, a pesar de la distancia. Aquí van nueve consejos para conseguir un esquema de teletrabajo a gusto de todos:
- Las empresas tienen que valorar del mismo modo el teletrabajo que el trabajo presencial. No conviene establecer empleados de primera o de segunda categoría en función del sitio donde desempeñan su labor. La vara de medir siempre debe ser la consecución de objetivos.
- Las compañías deben definir objetivos claros y cuantificables. De otra manera, el empleado va a tener la sensación de que trabaja en balde o, peor aún, de que lo están explotando.
- Importan los objetivos, y no las horas que se echan. Dentro de lo admisible, las empresas deben dar flexibilidad horaria, para que los teletrabajadores puedan atender también a sus ocupaciones familiares. La conciliación también es una de las demandas más comunes entre los empleados en remoto.
- Los gestores de las empresas deben establecer métodos para supervisar la evolución de toda la plantilla de forma periódica. De esta forma podrán comprobar si se están alcanzando los objetivos y afinar cuando el trabajo no se esté realizando de forma óptima.
- Hay que conseguir que todos los empleados tengan disponibles unos canales de comunicación muy definidos. Y también que aprendan a comunicarse de la forma más práctica y concreta cuando se convocan reuniones en remoto por videoconferencia.
- Las empresas deben facilitar el hardware, software y comunicaciones que hagan falta para mantener la operativa diaria de los teletrabajadores. Si son estos los que tienen que comprar de su bolsillo la tecnología necesaria, se crea un agravio y se corre el peligro de que no se usen los equipos más adecuados y seguros.
- Hay que formar a la plantilla en las herramientas que van a hacer posible el teletrabajo. No vale instalar Microsoft Teams o Zoom y esperar que cada uno las domine ‘trasteando’ por su cuenta. No es eficiente y crea frustración a los menos avezados.
- Hay que enseñar a los empleados hábitos para no perder la concentración y mantener la autodisciplina. El tiempo en casa es tan valioso como el de la oficina. No hay que olvidarlo.
- Con los jefes un poco lejos, conviene que el empleado sea capaz de establecer barreras entre lo urgente, lo importante y lo informativo. Establecer prioridades es más importante si cabe cuando no hay contacto físico con compañeros y superiores. Y eso se puede enseñar.
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