La pandemia de la COVID-19 ha impulsado nuevas formas de trabajo que, hasta ahora, eran residuales en nuestro país. La más importante de ellas ha sido el teletrabajo, una realidad que ha llegado para quedarse, y quizá sea una de las pocas cosas positivas de esta crisis sanitaria.
Este nuevo modelo ha traído consecuencias inesperadas, como un éxodo sin precedentes desde las principales ciudades hacia el mundo rural. Miles de profesionales han abandonado los grandes núcleos de población y sus áreas metropolitanas para instalarse en el campo. Un fenómeno que ya está transformando la demografía española, y que servirá para llenar de talento muchos núcleos de la España vaciada. Estas son seis de sus principales consecuencias.
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Pérdida de población de las grandes ciudades
Es uno de los efectos directos de este éxodo rural. Según el portal Datos Abiertos del Ayuntamiento de Madrid, la capital de España perdió 17 107 habitantes entre marzo y septiembre de 2020. Una caída que se concentra en la población menor de 50 años, que son los que más posibilidades tienen de trabajar en remoto.
Este éxodo ha sido especialmente significativo en Barcelona. Según la Oficina Municipal de Dades de Barcelona, la población estimada de la Ciudad Condal, que mide el número de personas presentes en ella en algún momento del día a partir de los datos de los teléfonos móviles, se ha reducido un 76% entre marzo y agosto.
Y aunque estas caídas en la población de las principales ciudades no se explica únicamente por el teletrabajo, posiblemente sea un factor que haya tenido mucho que ver.
Alquileres más baratos en las grandes urbes
La principal consecuencia de esta ‘despoblación’ ha sido un ajuste en los precios de los alquileres a la baja, especialmente en las grandes ciudades y sus áreas metropolitanas. Sin ir más lejos, durante el tercer trimestre del año, los precios de los alquileres en Madrid y Barcelona bajaron de forma significativa, un 3,7 y un 4,5%, respectivamente, según un estudio de Idealista.
Este nuevo paradigma se repite en todas las grandes capitales del mundo, donde se concentran las grandes oportunidades laborales. El caso más significativo es, posiblemente, el de San Francisco, cuna de Silicon Valley, donde el alquiler mensual medio de un estudio ya ha bajado un 31% con respecto al año anterior, hasta los 2285 dólares. Este descenso supera con creces la corrección del 0,5% a nivel nacional, según datos publicados por Realtor.com.
Mayor demanda de viviendas en núcleos rurales
Ha sido, posiblemente, el efecto más significativo de este éxodo rural. La considerable diferencia de precio entre las ciudades y el campo está impulsando el mercado inmobiliario en las zonas de pequeñas ciudades y pueblos de toda la geografía española. Según un estudio realizado por Idealista, comprar una vivienda en un municipio de menos de 5000 habitantes es un 51,8% más barato que la media nacional, y más aún si lo comparamos con los grandes núcleos de población, especialmente Madrid y Barcelona.
Así, los pueblos concentran ya el 13,2% de las búsquedas de vivienda, frente al 10,1% del mes de enero, según Idealista. Este dato es especialmente relevante en zonas de Castilla-La Mancha, donde el 43,4% de las búsquedas se realiza en municipios pequeños, Cantabria (39,1%) y Castilla y León (33,7%).
Ciudades más sostenibles
Durante el confinamiento de marzo y abril, el tráfico interurbano y en el acceso a las principales ciudades disminuyó en torno al 70%, y la demanda eléctrica, un 20%, según datos recabados por el informe Efectos de la crisis de la COVID-19 en la calidad del aire urbano en España de Ecologistas en Acción.
Además, en las principales ciudades europeas, el 40% de las emisiones de CO2 proceden del transporte de carretera y son consecuencia de esta movilidad urbana interna. Madrid y Barcelona son los dos núcleos de población que lideran las entradas a la ciudad por motivos laborales, con 100 000 y 70 000 personas, respectivamente, entrando de manera diaria, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) .
El teletrabajo y el consecuente éxodo rural podrían reducir estas cifras de manera significativa. Caixabank Reseach ha publicado recientemente un informe que señala que la movilidad diaria hacia las grandes ciudades podría llegar a reducirse en un 12,5% en caso de un teletrabajo a tiempo completo y en un 7% si es parcial, lo que contribuiría enormemente a mejorar la calidad del aire de las grandes ciudades.
Mejores infraestructuras para las zonas rurales
La escasa conectividad en la España vaciada es un freno para que los pueblos avancen hacia un modelo que permitiría acoger a miles de trabajadores desde las grandes ciudades. Según el último informe de 2019 de la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales, el 13,4% de la población en este entorno carece de acceso a una banda ancha superior a 30 megas.
El teletrabajo puede contribuir a que Internet llegue en buenas condiciones a los núcleos rurales españoles. De hecho, la mejora de las infraestructuras de una zona rural constituye en sí mismo un foco de atracción del talento, especialmente de aquellos trabajadores que busquen refugio lejos de las grandes ciudades.
Una regulación ad-hoc para el teletrabajo
Recientemente, el Gobierno aprobó el Real Decreto-ley 28/2020, de 22 de septiembre, por el que se regula el teletrabajo. Su objetivo no es otro que el de ser la primera gran regulación a nivel nacional de un nuevo modelo de trabajo a distancia que ya se está consolidando en nuestro país y que, hasta este momento, tan solo estaba contemplado mínimamente en el Estatuto de los Trabajadores.
Una regulación que, entre otras cosas, exige que sea la empresa la que compense los gastos al trabajador, que tenga carácter voluntario y que contemple el derecho a la desconexión digital fuera del horario laboral.
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