La crisis de los suministros es un fenómeno complejo que se manifiesta como cadenas logísticas saturadas. Atascos mundiales que hacen que los productos no lleguen. Lejos de tratarse de un problema de solución trivial, la compleja interconexión con decenas de pequeños factores hace que las pymes solo tengan soluciones parciales. Y esto es en parte esperanzador: hay soluciones, aunque suelen exigir aumentar costes en pro de una mayor seguridad de suministro.
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¿Por qué hay crisis de suministros?
Aunque es importante tener en cuenta que se trata de un problema multifactorial y complejo, es decir, hay decenas de ‘pequeños’ motivos que construyen el marco, muchos de ellos afectándose entre sí de formas opuestas, se pueden desgranar unos cuantos de ellos.
Como destaca Gonzalo Bernardos, profesor titular de Economía de la Universidad Barcelona en una columna reciente, elementos como una rápida recuperación de familias que demandan productos (a nivel global), una mala previsión empresarial (esto será relevante abajo), varios cuellos de botella de contenedores, y la lógica just in time combinada con la deslocalización han dado lugar a un “desabastecimiento temporal de algunos productos”.
Un motivo añadido es la concentración oligopolista en el transporte de mercancías marítimo. En 2015 compañías como MSC, Maersk, CMA CGM, Evergreen y Cosco poseían más del 25 % de los barcos y el 43,2 % del tonelaje disponible. Esto reduce de forma notable actores y flexibilidad.
A esto se suma que en muchos países (Inglaterra y Estados Unidos a la cabeza) están faltos de transportistas por carretera. Conductores de camión. Es una modalidad de transporte de alta dependencia en personal frente a la marítima y la ferroviaria.
La pandemia de COVID-19 ha afectado a empresas de todo el globo que, deslocalizadas en países como China, India, México o Brasil y sin inventario local debido a políticas de just in time, han hecho que ante cualquier interrupción se formen grandes atascos mundiales.
Por último, de entre todas las causas se puede mencionar cómo en algunos sectores la capacidad de fabricación (que hace tiempo ha superado la capacidad de renovación de recursos del sistema Tierra) ha sido superada por la demanda. Esto es así en el caso de los chips: a pesar de una fabricación exponencial, la demanda es una exponencial de un orden superior.
¿Es posible proteger a tu empresa de los efectos de la crisis de suministros?
Bajo este escenario de talla mundial cabe preguntarse si una pyme es capaz de proteger su negocio de los efectos de la crisis de suministros. Lo cierto es que existen formas de evitar que en el futuro estos tapones globales reduzcan las ventas. A pesar de tener alcance planetario, existen pequeñas iniciativas que es posible tomar para verse menos afectado en futuras crisis.
Aumentar el área de almacenamiento
La estrategia just in time fue interesante para un momento histórico en el que, al dar la orden de fabricación y envío, se fabricaba y enviaba. Dicho de otra manera, un periodo en el que las dependencias (lo que es necesario que pase antes de que pase otra cosa, por ejemplo, disponer de materias primas y de un contenedor para hacer una venta) estaban resueltas.
Con la rotura de las cadenas logísticas y la crisis de los contenedores, no se puede asegurar que habrá uno en el momento preciso en el que se necesite hacer un envío, y el cliente, al ver que no llega en plazo, puede acudir a la competencia. Para reducir este riesgo es necesario volver a asumir parte del coste de almacenamiento que se ahorró a finales del siglo pasado.
Esto implica destinar más espacio a almacenar producto acabado listo para la venta, en el caso de que sea posible, y de materias primas de ser necesarias. De esta forma se compensará el riesgo de que no haya transporte o materia prima disponible cuando un cliente la demande. Pero esta disminución del riesgo aumentará ligeramente los gastos, y los precios.
Relocalización: priorizar cadenas cortas locales
El just in time fue una estrategia que casaba bien con la deslocalización y la bajada de precios. Sin embargo, cuanto más lejos sobre el mapa se esté trabajando, más afectará la crisis de los contenedores al aprovisionamiento y envíos. Además, el aumento de poder adquisitivo de países antes fabricantes hace que los márgenes de beneficio al deslocalizar caigan.
Es por ello que se está dando un lento proceso de relocalización de fábricas y tejido productivo en Europa, a medida que los comerciantes buscan condiciones más locales y seguras. Este movimiento ocurre despacio y, además, los precios a pagar por los ‘mismos’ productos son aún más elevados.
De nuevo, se está interiorizando el coste de la seguridad de entrega, el mismo que se redujo a través de la deslocalización hace décadas. Es importante destacar que reducir la incertidumbre tiene un coste que hay que repercutir al cliente, siendo un factor clave a la hora de analizar la viabilidad económica de la pyme. Cabe preguntarse: ¿necesita el cliente un suministro rápido?
Asegurar envíos, un reto económico y tecnológico
En la actualidad, la logística está completamente digitalizada y sus precios son dinámicos. Es decir, el mismo envío cuesta más cuando se demanda más. Esto hace difícil fijar contratos de larga duración con operadores logísticos por un precio acordado. Si esta opción es posible, y se puede a su vez acordar la compra a los proveedores de un cierto volumen de material, es posible que se deban dilatar los tiempos empresariales.
Hasta ahora, y desde hace décadas, los tiempos se han ido acortando hasta el punto de solicitar productos un día por la mañana y que el proveedor te los sirva por la tarde. Esto último se ve mucho en el sector farmacéutico y, cada vez más, está considerado una mala previsión empresarial precisamente por la rotura de stock.
Sin la posibilidad de saber con seguridad si llegará el envío en plazo, cabe plantearse si estos plazos deben ser ampliados de nuevo con pedidos más holgados (y más espacio para el stock).
La crisis de los contenedores y en particular la de los chips junto a la de algunas materias primas, es una manifestación de cómo la oferta se ve incapaz de satisfacer la demanda. En algunos casos porque directamente la oferta no existe, como ocurre con la mano de obra digital, los camioneros o algunas materias primas para los chips.
No son pocos los que observan en la crisis de los contenedores un choque frontal de un sistema de crecimiento infinito en un sistema finito, lo que en términos de competitividad en un sistema capitalista significa que habrá que invertir más (aumentar stock, relocalización, rutas cortas, etcétera) para seguir a flote.
Imágenes | Hannes Egler, Avi Richards, CHUTTERSNAP, m.