Ana Bella Estévez sufrió durante once largos años la violencia de su marido. Cuando consiguió salir de esa situación, se encontró con una realidad muy distinta, pero también descorazonadora: en la mayoría de los casos, las mujeres supervivientes de violencia de género se encuentran con barreras económicas y sociales difíciles de superar y que llevan casi de forma inevitable a la exclusión social.
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Con tesón y esfuerzo, Estévez fundó en 2006 la Fundación Ana Bella, una red que busca dar una segunda oportunidad y un empleo digno a mujeres que han sufrido violencia doméstica. Porque el trabajo, la formación y el desarrollo personal son fundamentales para que retomen sus vidas y lideren el cambio que necesita la sociedad.
¿Qué importancia tiene el empleo para que las mujeres supervivientes de violencia de género puedan rehacer su vida?
Es muy importante. Desde la Fundación Ana Bella las ayudamos a que recuperen sus vidas no como víctimas dependientes de un subsidio y en exclusión social, sino como mujeres empoderadas, felices, con un trabajo digno y capaces de actuar como agentes de cambio ayudando a otras.
Por haber sido maltratadas no tenemos que conformarnos con cualquier trabajo que nos quieran dar. Trabajos invisibles sin prestigio social, con poca remuneración, que lleven de nuevo a la exclusión. Animamos a las mujeres a que se atrevan a soñar y a hacerlo a lo grande. A romper estas creencias limitantes del maltrato y conseguir los trabajos que ellas quieran.
¿Qué tipo de trabajos queréis para vuestra red?
La gran mayoría busca un empleo que no esté oculto. Durante el maltrato nos tienen sometidas, humilladas y aisladas, por lo que, cuando lo superamos, nos gusta estar de cara al público. Tener trabajos que nos ayuden a salir del aislamiento y en los que la gente nos dé las gracias cada día.
Es importante tener en cuenta que las mujeres supervivientes de violencia de género no somos víctimas para siempre, somos mujeres muy fuertes. Estamos acostumbradas a trabajar bajo presión, nos reponemos a los fracasos y nos reinventamos cada día para salir adelante. Podemos utilizar las cualidades que nos han hecho resistir a un maltrato para lograr una inserción laboral acorde a nuestras aspiraciones personales.
Tú misma eres un ejemplo. ¿Hasta qué punto te ha ayudado montar tu propio proyecto para empoderarte y seguir con tu vida?
Cuando abandoné a mi marido me vi con cuatro niños de entre uno y diez años, sin dinero, sin trabajo y sin experiencia laboral demostrable, porque yo siempre había trabajado con mi exmarido, pero sin estar dada de alta. Tampoco tenía estudios, ni casa, ni la custodia de mis hijos. Solo tenía un certificado que acreditaba mi condición de víctima.
Con este certificado yo podía ir a la Seguridad Social y pedir una renta activa de inserción que, en el año 2002, eran 320 €. Hoy son 426 €. Me vine abajo, como muchas mujeres, porque te abocan a la exclusión, a que vivas con 400 € y la caridad.
Yo dije que quería trabajar y me metieron en un curso de reinserción laboral para mujeres maltratadas para aprender a ser limpiadora. Es un trabajo muy digno, pero yo tenía otras ilusiones y expectativas. ¿No podemos hacer otra cosa? Parece que, por haber sido maltratadas, nos tenemos que limitar a esta profesión.
[hde_quote author=”Ana Bella Estévez” position=”fundadora de Fundación Ana Bella”] Emprender y conseguir ayudar a otras ha hecho posible mi camino de salvación [/hde_quote]
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Quería hacer algo, pero no tenía nada, solamente mi testimonio, así que lo conté en televisión. Fui la primera que lo hizo a cara descubierta después de Ana Orantes, porque tras su asesinato se ocultaba la identidad de las mujeres para protegerlas. Pero yo decidí mostrarme y decir que, a pesar de esta situación, hay vías para salir y ser feliz.
El resultado fue que me llamaron más de 1000 mujeres. La primera a la que ayudé se quedó en mi casa, ella ayudó a otra, y esta a otra. Así creamos la Fundación Ana Bella, a la que me dedico desde 2006. Emprender y conseguir ayudar a otras ha hecho posible mi camino de salvación.
¿Qué habéis logrado con la Fundación durante estos 16 años?
Nos centramos en tres grandes acciones: primero, en ayudar a las mujeres a salir de su situación abusiva. Segundo, en darles formación y apoyo para que consigan el trabajo que quieren. Trabajamos para transformar el sufrimiento en conocimiento y dar a estas mujeres trabajos empoderadores. Por último, realizamos tareas de difusión y comunicación para mostrar a la sociedad que somos parte de la solución, no del problema, y que podemos convertirnos en agentes de cambio.
Actualmente, somos una red que ha ayudado a más de 42 000 mujeres solo en España. Además, más de 8000 han pasado por nuestra Escuela Ana Bella de empoderamiento a la mujer y se han insertado laboralmente.
También actuamos en otros países: gracias al premio Amazing Women que me otorgó la Fundación Orange en 2020, creamos la Academia de Lideresas Supervivientes Líderes, en la que formamos a mujeres para que formen proyectos en sus comunidades. Gracias a esta iniciativa se han fundado la Asociación Ana Bella en México o Latidos de Mujer en Guatemala, por ejemplo.
También realizáis acciones formativas en empresas, centros educativos y otras instituciones.
Con esto intentamos promover un cambio sistémico. Lograr que las empresas, los medios de comunicación y las propias supervivientes se involucren generando soluciones innovadoras. Para ello, es importante empezar por el principio. Yo no me daba cuenta de que estaba siendo maltratada. ¿Quién se podía dar cuenta? Mis compañeros de trabajo con los que pasaba ocho horas al día.
[hde_quote author=”Ana Bella Estévez” position=”fundadora de Fundación Ana Bella”] Con los protocolos de actuación adecuados, las empresas se convierten en espacios seguros donde pueden detectarse situaciones de riesgo [/hde_quote]
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Por eso, ofrecemos formaciones en las empresas para que la plantilla sepa detectar qué es la violencia de género y de qué formas se ejerce, y ayudar a elaborar protocolos de actuación. Si se aplican de manera sistémica, las empresas se convierten en espacios seguros donde pueden detectarse situaciones de riesgo. Con IKEA hemos hecho un protocolo con 27 medidas más allá de las que dicta la ley. Animamos a las empresas que quieran involucrarse a que se pongan en contacto con nosotras.
También llegamos a los institutos y otros centros educativos, con proyectos como el de ‘El abuso no es amor’, y trabajamos como embajadoras de marca.
Habéis estrenado un aula de formación con el Programa EDYTA de la Fundación Orange. ¿Qué importancia tiene adquirir competencias en temas digitales?
Con este proyecto cumplimos dos objetivos: conseguir que las mujeres estén más representadas en el mundo digital y darles oportunidades laborales de calidad. Gracias a la colaboración de la Fundación Orange, creamos el aula de formación digital en Sevilla por la que han pasado ya más de 100 mujeres.
La mitad de ellas se han insertado laboralmente, aunque no todas en opciones de teletrabajo digitales. Solo alrededor de un 20 % están interesadas en trabajos totalmente digitales, ya que la mayoría quieren salir a la calle, relacionarse con la gente. Pero tenemos historias de éxito: por ejemplo, el de una chica se formó como programadora y ahora tiene un buen trabajo y recibe ofertas laborales cada día. Le ha costado mucho esfuerzo, pero esta formación le ha cambiado la vida.
¿Qué importancia tiene llegar a todas las mujeres, independientemente de su origen y situación?
Los datos indican que solo una de cada cinco mujeres maltratadas recibe ayuda, el resto son invisibles. Una mujer sin estudios tarda una media de 8 años en pedir ayuda. Con doctorado, 13. Cuanto más alto está en el nivel educacional, social y económico, más invisible es.
La causa está en que la sociedad, en lugar de recriminar la actitud de los maltratadores, sigue cuestionando la profesionalidad de las víctimas, incluso en su profesión. Tú, que eres abogada, psicóloga o periodista, ¿cómo has dejado que te maltrate? ¿Cómo no te has dado cuenta? Seguimos culpabilizando a la víctima.
Nosotras trabajamos para crear un cambio social, visibilizar este a las víctimas invisibiles y a la violencia de género y hacer que todas las mujeres sean un valor en la sociedad, no víctimas que necesiten una discriminación positiva para empezar o volver a trabajar.
Imágenes | Fundación Ana Bella