Dilbert se ha convertido en uno de los personajes cómicos más conocidos del mundo de la empresa. Sus sátiras son una representación mordaz contra la burocracia, el sistema de las grandes empresas y otros aspectos de la sociedad, pero siempre teniendo presente las relaciones laborales y la organización empresarial.
Posiblemente, su teoría más ácida y conocida haya sido el conocido como principio de Dilbert, una crítica a la forma en la que las compañías promocionan a los trabajadores a puestos directivos. Pero ¿hay algo de cierto en esta teoría? [hde_related]
¿Qué es el principio de Dilbert?
El principio de Dilbert es una observación satírica acuñada por Scott Adams en la década de los 90 que afirma que los más incompetentes son las personas que suelen ascender a cargos directivos en una empresa. El motivo: limitar al máximo la cantidad de daño que son capaces de provocar en una organización.
Según esta teoría, un diseñador de software ineficiente sería ascendido a puestos directivos en un proyecto de tecnología para dejar a otros empleados más competentes trabajar de una forma mucho más tranquila. Sus funciones serían asistir a reuniones de gerencia poco trascendentes para el desarrollo de la actividad empresarial, mientras que el resto de trabajadores podrían seguir trabajando en paz, lo que crearía un beneficio real para la compañía.
La teoría del principio de Dilbert se basa en otro concepto similar, pero que afirma exactamente lo contrario: el principio de incompetencia de Peter. Bajo esta premisa, las personas que realizan de forma correcta su trabajo son ascendidas, hasta que llega un punto en el que quedan estancadas por llegar a un puesto para el que son incompetentes.
Las dudas sobre la meritocracia en las empresas
El principio de Dilbert es una crítica al sistema de ascensos de las empresas y a la función de los cargos directivos. Realmente, responde al conocido como síndrome del escarabajo: cuando se realizan promociones, los gerentes tienden a promover la similitud, y ascienden a trabajadores más parecidos a ellos.
A esta conclusión llegaron, al menos, dos economistas, George Akerlof y Pascal Michaillat, que estudiando el fenómeno de ascensos en las empresas, dedujeron que muchas promociones se explican por la homofilia y la xenofobia, lo que también explicaría la baja representación de mujeres en los negocios.
Por todo ello, las empresas no son eficientes, al menos en sus cargos más representativos, que son los que, al fin y al cabo, tienen que tomar decisiones estratégicas en las empresas. Y a pesar de que es una teoría que hace poco cumplió 30 años, está de plena actualidad, especialmente en un contexto como el actual, tan caracterizado por una transformación digital que exige perfiles cada vez más flexibles y adaptados a la nueva realidad.
Las críticas al principio de Dilbert
A pesar de su éxito, el principio de Dilbert no ha estado exento de críticas en las últimas décadas. Cuando apareció por primera vez, los expertos de recursos humanos consideraron que no era más que una versión humorística de la jerarquía empresarial, sin mayor valor que lo llamativo de su planteamiento.
Con el tiempo, y gracias a su popularidad, muchos expertos llegaron a apreciar lo que planteaba el principio de Dilbert. En muchas organizaciones, comenzó a ser evidente que muchos puestos de alta dirección se habían alejado de las operaciones diarias de las empresas, algo que los gerentes de grandes compañías no pasaron por alto.
De hecho, los críticos de esta teoría defienden que es muy peligroso ascender a un empleado incompetente en puestos directivos, ya que en realidad cuentan con mucho poder de decisión. Si sus iniciativas no son correctas, pueden poner en riesgo la propia viabilidad de la empresa.
Con todo, no cabe duda que el principio de Dilbert no ha dejado indiferente a nadie. Se convirtió en un golpe satírico en las prácticas de recursos humanos de las grandes corporaciones, y una lectura obligada en muchas clases de organización empresarial, aunque solo sea para alimentar este debate.
¿Qué tiene de cierto el principio de Dilbert en la actualidad?
Sin duda, la base del principio de Dilbert es impactante y polémica, pero quizá no sea extrapolable a todas las empresas, ya que este fenómeno depende de muchos factores que no tienen por qué ser aplicables a todas ellas.
De lo que no queda duda es que su popularidad radica precisamente en la fortaleza de su sátira. Sin este barniz humorístico es probable que esta teoría no se hubiese filtrado con tanta rapidez dentro del ámbito empresarial, y probablemente nadie le hubiese prestado la misma atención.
Imágenes | Priscilla Du Preez, LYCS Architecture