El término bootstrapping es menos conocido que la realidad que representa. De hecho, muchos emprendedores lo han practicado sin saber de la existencia de dicha palabra. Sin embargo, esto no significa que no hayan estado expuestos a sus ventajas y dificultades, algunas veces sin tener suficiente conciencia. [hde_related]
¿Qué es el bootstrapping?
Su propio nombre, que en inglés significa ‘arranque’, nos indica que es un enfoque financiero para dar comienzo a un negocio. En este caso, se parte de los ahorros personales y quizá de algún dinero que puedan aportarnos familiares, amigos y otras personas de confianza.
En muchos casos, además, se piensa obtener pronto algún ingreso, que puede proceder de un intangible que ya se posee. Tengamos en cuenta que para montar un negocio no solo hay que realizar inversiones materiales. Los proyectos y conocimientos acumulados en experiencias empresariales y profesionales previas pueden facilitar la ansiada llegada de flujos de caja.
En general, este punto de partida intenta resolver tanto dificultades financieras como de confianza. Contratar determinada financiación, como la bancaria, puede exigir cumplir requisitos, prestar garantías, pagar intereses… A muchos emprendedores no les salen las cuentas y deciden hacer bootstrapping con lo que tienen más a mano.
En cuanto a la confianza, esta vía de financiación suele ser tomada por emprendedores que encuentran dificultades para destacar las señales objetivas que aportan credibilidad al proyecto, pero que tienen el convencimiento personal de que es viable. Saben mucho más de su iniciativa que los demás, pero no lo pueden demostrar. La puesta en marcha de la empresa será su prueba para obtener la conformidad, más adelante, de los proveedores de financiación ajena.
Ejemplo de bootstrapping
Un emprendedor llamado José lleva veinte años trabajando como ingeniero. Ha recibido, durante ese tiempo, una experiencia, formación y contactos. Conoce el terreno de primera mano y sabe cómo funcionan los proyectos en su sector.
Un día, es despedido de la última empresa para la que ha trabajado. Obtiene una indemnización de 20 000 €.
Decide montar su propio despacho de ingeniería, para lo cual capitaliza la prestación por desempleo que le corresponde en un cobro único de otros 8 000 €. A ello, suma unas subvenciones de distintas administraciones por importe de 15 000 €, 50 000 € en efectivo de sus ahorros, una inmueble de su propiedad (que vale 100 000 €) y aportaciones de personas próximas por otros 42 000 €.
Además, cuenta con un proyecto de arranque de un antiguo cliente de una de las empresas para las que trabajó en sus 20 años como asalariado. Han depositado su confianza en José porque saben de su forma de hacer las cosas y piensan que es el único capaz de sacar adelante una iniciativa de esas características en solo seis meses. Una vez concluido y cobrado, José considera que este proyecto le va a proporcionar un beneficio, una vez deducidos todos los costes, de 40 000 €.
Por tanto, la expectativa es que, una vez concluido el proyecto de arranque, la empresa cuente con una financiación de 275 000 €. A partir de ahí, comenzará a buscar otras alternativas y a generar ideas para el crecimiento del negocio.
Consejos para hacer bootstrapping
Gestionar los riesgos sin eludirlos
El bootstrapping no es la forma correcta de limitar las responsabilidades y evitar el endeudamiento. En su lugar, es preferible utilizar otras fórmulas, como una sociedad de capital o un emprendedor de responsabilidad limitada.
Desarrollar los intangibles
El gran punto de partida del bootstrapper no suelen ser los ahorros, sino ciertos intangibles cuyo potencial está por explotar. Tiene conocimientos, bases y sabe por dónde ‘caminar’, pero ha de demostrarlo con el comienzo de la actividad.
Apoyarse en la tecnología
Existen muchas tecnologías que facilitan el primer crecimiento a partir de nuestros propios medios. Los datos pueden orientar decisiones críticas, como la ubicación, horarios, prácticas de atención al cliente… Los servicios en la nube son otro buen ejemplo de que se puede acceder a recursos de alto valor solo en la medida que los necesitemos. Así evitamos grandes desembolsos.
Trabajar para el inmovilizado
No todo es conseguir dinero para realizar adquisiciones. Se puede invertir a partir del propio trabajo: acondicionar un local, fabricar una máquina, desarrollar una patente… Estas vías dan un impulso al negocio que le sitúa en mejor posición para, después, buscar financiación ajena.
Estar al día en financiación pública
La financiación del Instituto de Crédito Oficial (ICO), las subvenciones, los aplazamientos de tributos… Las condiciones cambian al compás de la realidad económica, los proyectos políticos y la llegada de fondos europeos, entre otros. Tener un buen asesoramiento nos puede evitar perder una alternativa de financiación interesante y nos puede hacer más sencillo cumplir los requisitos.
Luchar por ganar credibilidad
De ella dependerá que más personas se impliquen en nuestro proyecto. Y no solo se trata de conseguir fondos, sino también contratos con proveedores y clientes y atracción de talento. No podemos vivir en la autosuficiencia y hemos de saber hacer reuniones, presentaciones, documentos informativos…
Dar el salto a otras alternativas de financiación
Es el paso natural tras el arranque con nuestros propios medios. Lo vemos en el caso de negocios reales que han comenzado con bootstrapping, como Closca. Esta startup valenciana contó con Endeavor para iniciarse en la búsqueda de business angels y diferentes fórmulas de capital riesgo que financiasen su crecimiento.
Qué es el flujo de dinero y por qué es importante
Son los cobros y pagos del negocio. Ellos son los que darán las pruebas más creíbles de que nuestra actividad funciona.
Las cuentas anuales no son suficientes. El verdadero impacto de los trabajos realizados para el inmovilizado es difícil de calibrar teniendo en la mano solo la información de la contabilidad financiera. Además, hay muchos intangibles cuyo valor no aparece reflejado por no cumplir los criterios de reconocimiento o la definición de activo.
Por ello, los terceros, en especial en el ámbito financiero, suelen fijarse mucho en si se generan cobros suficientes. Si no lo hemos hecho aún, deberemos redoblar el esfuerzo para convencer a otras partes de que nuestro proyecto merece la pena. Y, para ello, necesitaremos apoyarnos en datos objetivos que permitan pronosticar unos buenos flujos de caja. Estos, en el futuro, nos facilitarán cumplir con nuestras obligaciones con puntualidad.
Por otro lado, la generación de flujos de efectivo atrae más inversiones. Trabajar todo por nosotros mismos, a medida que vayamos creciendo, será imposible. Necesitamos dinero para efectuar los pagos. Y también lo necesitaremos para obtener retornos en forma de dividendos que compensen el esfuerzo realizado.
El bootstrapping es una manera de comenzar. Para muchos emprendedores, por sus circunstancias, es la más natural. Ello no ha de hacer olvidar que el crecimiento a medio plazo reclamará la intervención de terceros, en especial para la financiación ajena.
Imágenes | Kristin Wilson, Alexander Plonskij, Nick Fewings, Saulo Mohana en Unsplash