Cada mañana, cuando nos sentamos frente a nuestro ordenador en nuestra mesa de trabajo, lo hacemos con un objetivo claro: tener una jornada provechosa y productiva. Para ello, resulta totalmente necesario que seamos capaces de concentrarnos en las tareas que tenemos que hacer.
Concentrarse puede parecer sencillo a priori, solo tenemos que focalizarnos en lo que estamos haciendo. Pero todos sabemos que hay muchos factores en contra de una gestión eficiente de nuestra fuerza mental. Distracciones y problemas personales pueden ser algunos causantes, pero también un comentario inadecuado de un compañero o la convocatoria de una reunión inesperada. ¿Sabemos cómo podemos ponerle remedio?
Contar palabras
Concentrarse no es una tarea sin más, muchas veces estos ejercicios requieren práctica y disciplina. Se trata de aprender a controlar nuestra mente y ciertos impulsos que nos impiden estar atentos. Una buena técnica que podemos emplear para concentrarnos es acercarnos a un texto: un libro, un relato, un artículo… y contar las palabras que aparecen. Podemos empezar con un párrafo, después pasar al segundo, hasta llegar, progresivamente a una página entera.
La respiración
Nuestra forma de respirar nos conecta físicamente con esa sensación tan deseada de calma, control y equilibrio. Así que, si necesitamos aprender a concentrarnos, ser conscientes de nuestra propia respiración puede ser clave.
Para ello, buscamos una postura cómoda, de pie o sentados. Con la espalda recta, respiramos de forma pausada y profunda durante diez veces. Así, conseguimos calmar nuestra mente y un estado emocional óptimo.
Usar los números
El cálculo es una actividad que requiere concentración y esfuerzo. Por eso, una gran forma de enseñar a nuestra mente a concentrarse es realizar todo tipo de ejercicios con números. Desde las clásicas sumas, restas o multiplicaciones que aprendimos de niños, hasta el reto que los sudokus actuales aportan a la hora de hacer actividades de ocio.
Otra forma de trabajar con cifras es realizar ejercicios mentales. Cerramos los ojos y nos imaginamos el número 1, nombrándolo mentalmente. Ahora, hacemos que se desvanezca y pensamos en el 2. Repetimos el proceso con el 3, 4, 5… hasta llegar hasta 100.
Trabajar la atención
Para acostumbrarnos a focalizar nuestra atención en aquello que nosotros queramos, podemos empezar con ejercicios muy simples que harán trabajar el músculo de nuestro cerebro. Por ejemplo, hacer sopas de letras nos ayuda a que nuestros procesos atencionales sean más productivos. Además, podemos realizar ejercicios complementarios, como buscar todas las “F” que encontremos o las “A”… Y anotar cuánto tiempo tardamos en hacer la tarea para compararlo con ejercicios sucesivos.
Las propiedades de caminar
Otro magnífico ejercicio se relaciona con el sencillo acto de caminar. Un paseo nos ayuda a airear nuestra mente, pero también a entrenarnos en la focalización de un tema.
Mientras caminamos, podemos realizar ejercicios mentales como contar hasta cinco, volver a empezar contando hasta seis, hasta siete… Repetir esta serie nos obliga a concentrarnos en lo que estamos haciendo en ese momento. Otro ejercicio relacionado con el paseo. En este caso, potenciamos el sentido del olfato con una actividad en la que salimos a un jardín o visitamos un lugar que tenga estímulos olfativos agradables. El ejercicio consiste en centrarse en esos olores, uno a uno, y tratar de identificarlos.
La música
Desde niños, muchas personas se acostumbran a trabajar y estudiar con música de acompañamiento. No hay duda de que la música nos influye de manera emocional.
Hay diferentes formas de emplear este arte. Tal vez, busquemos un ritmo que se adecúe con la actividad que estamos realizando. Por ejemplo, música tranquila para realizar una tarea que requiere un gran esfuerzo mental. O tal vez la podemos usar para aislarnos de nuestros entorno y que la música actúe como un refugio protector ante estímulos que quieren distraernos.
La técnica de los dos minutos
Un ejercicio muy popular a la hora de concentrarnos es la Técnica de los dos minutos.
Se trata de despejar nuestra mente y aprender a que focalice en lo que nosotros queremos. Para ello, miramos fijamente un reloj y sólo nos centramos en cómo van pasando los segundos y se mueven las manecillas. Las seguimos con los ojos y desechamos cualquier otro pensamiento o estímulo.
La imagen mental
Trabajar con imágenes mentales es una manera óptima de aprender a concentrarse, aunque requiere cierta práctica y puede ser decepcionante al principio. Un problema que no nos debe hace desistir de esta tarea, más bien al contrario: solo la perseverancia nos permitirá encontrar la concentración que necesitamos.
En este ejercicio, elegimos un objeto de nuestro entorno, no importa si es un lápiz, un vaso… Ahora, nos centramos en él y observamos cada uno de sus detalles, como si quisiéramos grabarlo en nuestra mente. Lo hacemos durante un par de minutos. A continuación, cerramos los ojos, e intentamos recrear ese objeto en nuestra mente con cada uno de los detalles que hemos observado. Practicar mindfullness, aprender a concentrarse es vital para tener un desarrollo laboral productivo y eficiente. Pero también para mantener nuestra mente sana y despejada y nuestra ansiedad a raya.
Por Noelia Martínez