Se puede decir que España tiene un problema con sus horarios y con los hábitos de trabajo. Los empleados españoles pasan más horas en la oficina que sus homólogos alemanes, franceses o daneses. Eso, además de no hacerlos más productivos, tiene consecuencias nefastas, pues les resta tiempo para cuidar de la casa y de los hijos, y dificulta la tan buscada conciliación familiar, y contribuye a la baja natalidad y al fracaso escolar.
También merma el tiempo para el ocio y el descanso. Sin embargo, las cosas están cambiando y el tema de los horarios ha dejado de ser exclusivamente una queja para la máquina de café y se ha convertido en un debate público que empieza a calar en la clase empresarial y política. La Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles, ARHOE, tiene la culpa de que así sea. En esta entrevista, su presidente, José Luis Casero, explica por qué nos conviene salir pronto de la oficina y conciliar, de lo que se ha avanzado hasta el momento, pero también de los retos pendientes, como el ajuste de los horarios televisivos y comerciales.
-¿Ha cambiado la profunda crisis económica que hemos vivido en España los hábitos horarios de los ciudadanos y las empresas de este país? ¿Nos ha servido la crisis para mejorar en este aspecto?
La crisis supuso un tremendo golpe para nuestro país y sus ciudadanos en muchos factores. Generó miedo, pobreza y hasta se nos trató de hacer creer que se arreglaba trabajando más y con salarios más bajos, en palabras de un empresario conocido que hoy está en la cárcel. Desde ese punto de vista, derechos fundamentales como la igualdad y la conciliación pasaron equivocadamente a un segundo plano. Y eso, desde nuestra visión, fue un tremendo error porque las personas no sólo necesitan un trabajo y salario digno, sino tiempo para disponer de su vida personal como consideren. Se generó un miedo que provocaba presencialismo y no productividad ni competitividad. Después de ese golpe tremendo al bastado del bienestar, se ha avanzado progresivamente, pero no del todo.
Las personas demandan tiempo para trabajar y tiempo para vivir, tanto desde el punto de vista personal como familiar (no sólo los que tienen descendientes, sino los que tienen familiares en situación de dependencia). Y la reivindicación se ha hecho más fuerte, de ahí que las fuerzas políticas contemplen todos estos aspectos de racionalización y conciliación en sus programas electorales. Falta que pasen de las palabras a la acción. Y para que así realmente podamos decir y sentir que somos un país europeo en esta materia.
“Las empresas que racionalizan horarios incrementan su productividad y mejoran el clima laboral”
-¿Cuáles son hoy las principales preocupaciones para ARHOE? En otras palabras, ¿en qué aspectos principales tenemos que trabajar para una verdadera racionalización de los horarios?
Tenemos que ser conscientes que existe un ámbito de responsabilidad personal y un ámbito de responsabilidad del Estado. Este no debe organizar la vida de las personas, sino facilitar los marcos adecuados para que cada uno tome sus decisiones de forma personal. Romper con los estereotipos de que “esto no hay quien lo arregle” o el famoso “España es diferente” es una tarea global.
No basta con decir que queremos horarios racionales, sino que desde la asociación hemos ido mas allá y hemos realizado diferentes análisis y estudios que han culminado en un documento de 50 medidas concretas para una conciliación y racionalización horaria. Documento que se ha remitido a todas las fuerzas políticas como marco de negociación, de avance, de aportación de la sociedad civil a un problema que consideramos de Estado. La propia ministra de Empleo, Fátima Báñez, el 12 de diciembre del 2016 anunció un Pacto Nacional para la Racionalización de Horarios. Tienen toda la información para avanzar, pero parece que el tiempo político va a otro ritmo y no con la ciudadanía.
-¿Han entendido ya los empresarios, y también los propios trabajadores, que trabajar más horas no significa trabajar mejor o de forma más eficiente?
Afortunadamente muchos y cada vez más, sí. Es de sentido común en cualquier caso. No somos máquinas, sino personas, y necesitamos descansar. Los estudios de IESE y los elaborados por ARHOE acreditan que las empresas que racionalizan horarios incrementan su productividad, reducen el absentismo laboral y mejora notablemente el clima laboral. Estar no significa trabajar, eso ya lo sabemos. Hay que abordar el “absentismo mental” porque a los empresarios, y yo lo soy, lo que nos interesa es la productividad y la competitividad, no tener a gente alrededor. Y la conciliación es una herramienta fundamental para avanzar.
-¿Hay trabajos o estudios rigurosos que certifiquen que echar más horas en la oficina no es la opción más aconsejable?
Los señalaba anteriormente. Pero hay datos tanto de la OCDE como de Eurostat que nos dicen que trabajamos de media más de 200 horas más que países como Alemania, Dinamarca u Holanda. Y con una productividad de 107,1 puntos, lejos de países como los anteriores. Al margen de la estadística, está el sentido común de saber que, a medida que avanza nuestra jornada laboral, nos cansamos y rendimos menos, y que, además, como señala por ejemplo el Barómetro Ulises, el 82,3% de los españoles está a favor de entrar y salir antes del puesto de trabajo. Es decir, hay intensificar la jornada laboral para ser productivos y tener tiempo normal de vida personal, familiar y, por supuesto, descanso.
“Hay que abordar el ‘absentismo mental’ porque a los empresarios, lo que nos interesa es la productividad, no tener a gente alrededor”
-¿Hasta qué punto siguen siendo los jefes españoles partidarios del presencialismo, amantes del “calentar la silla”?
Es una cuestión también generacional. Los jóvenes que se incorporan al mercado laboral valoran y mucho, además del salario, otras cuestiones, como la libertad de espacio y tiempo, y los objetivos en el desempeño, y no el tiempo de estancia. Es una generación que cuando acceda a los puestos directivos tendrán muy claro el desempeño, la disponibilidad y el desenganche como ejes de la organización del trabajo. Pero sí que hay una generación más madura de directivos que ese proceso no han logrado incorporarlo a su ADN de gestión y están perdiendo una oportunidad única para mejorar los resultados de sus organizaciones por anclarla en una gestión obsoleta y poco respetuosa con la conciliación. Hay que pasar de dirigir equipos a liderarlos, y en esta materia aún hay camino por andar.
-¿Podría darnos algunas recetas básicas para mejorar la gestión del tiempo, y por tanto la eficiencia, en el entorno de trabajo?
Flexibilidad y teletrabajo son dos ejes fundamentales. La situación personal y familiar de cada uno es diferente, y además varía a lo largo de su vida laboral. Los horarios rígidos son enemigos tanto de las empresas como de los empleados. Favorecer un horario de almuerzo concentrado entre 45 minutos y un máximo una hora permite que ese tiempo pueda ser disfrutado por los trabajadores en su vida personal. Evitemos comidas de trabajo de 2 horas y media. Hay que hacer una buena gestión de personal desde el punto de vista de los recursos humanos que integre los procesos de la empresa con situaciones personales de los trabajadores. Conviene evitar ladrones de tiempo y reuniones a última hora de la tarde. Hay que abordar el teletrabajo para determinadas unidades de negocio de la empresa. Somos conscientes que no todo sector productivo puede ni debe hacerlo, pero hay otros en los que no se aborda por desconocimiento y en ocasiones por miedo.
-Entendemos que una mejora de los horarios laborales tiene como fin último una mejora de la vida a todos los niveles. ¿Cómo estamos en España en términos de conciliación?
Según datos de Eurostat, somos el cuarto peor país de Europa en términos de conciliación. Creo que con esto esta dicho todo. No podemos negociar sobre un derecho fundamental como es la conciliación porque al final es algo que repercute en otros ámbitos, como por ejemplo el demográfico, o el propio de la educación, puesto que somos líderes en fracaso escolar, según la propia oficina estadística europea.
“El 82,3% de los españoles está a favor de entrar y salir antes del puesto de trabajo”
-¿Para cuándo la hora canaria en todo el Estado español, y qué ganamos con esta medida?
Precisemos. Cada territorio en su huso horario. A la Península le correspondería la hora de Greenwich (la que actualmente rige Canarias), pero a Canarias le correspondería una hora menos en cualquier caso por su posición geográfica. ¿Para cuándo? El PP lo incluyó en su programa electoral y presentó una proposición no de ley el año pasado en el Congreso, instando al Gobierno a realizar «estudios socioeconómicos» sobre la incidencia que tendría volver al huso GMT. Estamos esperando.
Además, un grupo de más de 70 eurodiputados de todos los grupos parlamentarios abogó en octubre del año pasado por introducir una moción en el Parlamento Europeo para acabar con el cambio de hora bianual que, según defienden, genera desajustes en la salud de los ciudadanos y en varios sectores económicos. Todo va lento, pero la verdad es que, si miramos para atrás, sí que existe esa conciencia que señalábamos al principio. Sólo falta el paso definitivo.
Y en cuanto a sus ventajas… Cambiar a la hora que nos correspondería según nuestro meridiano haría que amaneciera una hora antes, facilitando un despertar más natural. Además, nos acercaría a nuestra hora solar natural y serviría de palanca del cambio para adelantar horarios de alimentación y sueño, permitiendo dormir más tiempo. Es lo que decimos en ARHOE y es lo que avalan los investigadores en Cronobiología de la Universidad de Murcia. La propia Sociedad Española del Sueño tiene claro que hay que proteger el sueño como proceso biológico ligado a la salud.
-¿A qué países deberíamos parecernos en cuestión de hábitos horarios?
A los que se encuentran no solo en nuestro meridiano, sino en nuestro paralelo geográfico y que respondan tanto a nuestras aspiraciones como país y afinidades socioculturales. Todo ello sin perder nuestras singularidades propias. En este sentido, Portugal, Italia y Francia son buenos referentes tanto en cuanto a hábitos horarios como a cercanía y aspiraciones como europeos.
“Los jóvenes que se incorporan al mercado laboral valoran y mucho, además del salario, otras cuestiones, como la libertad de espacio y tiempo”
-La televisión y los grandes espectáculos, como el fútbol, tienen un gran poder de persuasión y para transmitir costumbres. Sin embargo, mi percepción es que los horarios de la programación televisiva y de los partidos siguen siendo disparatados en España. ¿Cómo lo ve?
Es tremendo. En nuestro país en los últimos 20 años se ha retrasado 75 minutos la hora de inicio del prime-time. Es decir que el programa de máxima audiencia se inicia a las 22:40 horas en el mejor de los casos. Y además se prolonga en muchos casos hasta pasada la una de la mañana. Esto no pasa en ningún país de Europa. Un programa como Masterchef en sus diferentes versiones termina media hora después de la medianoche. ¿Es esto favorecer desde la televisión pública de todos la conciliación? A eso me refería cuando el Gobierno debe facilitar las condiciones para que la conciliación sea real. ¿Importan más las audiencias que la salud y productividad de todos los españoles? En nuestro caso, seguiremos denunciando esta situación para que la gente no olvide que esto no sucede más que aquí en España, y que no crean que esto ha sido siempre así.
-Tampoco ayudan mucho los horarios comerciales en España, donde muchas grandes superficies y supermercados cierran las 9.30 o 10 de la noche o abren todo el fin de semana. ¿No cree que en este ámbito las cosas han empeorado incluso en los últimos años?
Creemos que esta situación también viene provocada por la salida del resto de trabajadores a horas tardías. Si se favoreciera una salida del trabajo a las 5 o 6 de la tarde, según el sector productivo, otros se verían beneficiados indirectamente. Pero si la gente sale a las 7:30 y llega a sus casa a las 8:30 de la noche…
En cualquier caso, hay empresas como Mercadona que no abren los domingos. También se trata de que los turnos de trabajo, que en estos modelos de negocio han de existir, sean organizados respetando la situación de los trabajadores y de forma eficiente para la empresa y para la conciliación de cada persona.
Por Juan I. Cabrera