Ser autónomo tiene muchas ventajas, aunque no es un camino sencillo. Hay dificultades burocráticas, de marketing y motivacionales esperando, pero uno de los mayores problemas es que no sabemos cuánto cobrar por nuestros servicios. Además, no se nos da demasiado bien lo de construir un salario.
Te enseñamos varios métodos para ajustar tus facturas a tu nivel de vida, más un juego para gamificar tu salario mes tras mes, aumentando poco a poco tus ingresos anuales. Parece complejo, pero ayuda mucho.
Marcar precios en base al tiempo empleado en dar servicio
Cuando empezamos como autónomos, no tenemos demasiado claro qué precio ponerle a nuestros servicios y productos. 20, 50, 200 euros, ¿más? Nos falta un referente con el que comparar, por lo que solemos preguntar en foros especializados donde nos suelen contestar que depende.
Depende de muchos factores, que podemos agrupar en dos: coste de materiales requeridos (ordenador, gasolina, electricidad…) más el coste de nuestro tiempo. Este último es el que más dudas genera porque termina en la temida pregunta ¿Cuánto tengo que cobrar a la hora?. Depende de cuánto busquemos facturar al año.
En el ejemplo de arriba hemos dividido el bruto/año que esperamos ingresar entre los días que queremos trabajar y las horas del día que trabajaremos. Así, si buscamos un ingreso bruto (antes de IRPF) de 30.000 euros, trabajar 249 días al año (días laborales para asalariados) y echar unas 8 horas diarias, el coste de nuestra hora rondará los 15 euros/hora. Si queremos trabajar solo 6 (como autónomos podemos elegir eso), el coste sube hasta los 17 euros/hora.
¿Cómo saber el tiempo que tardo en terminar un encargo?
Nuestra rentabilidad depende del ingreso recibido dividido entre el tiempo que tardamos en conseguir ese dinero. Como al principio no tenemos muy claro cuánto tardamos en realizar una tarea, qué mejor que medirlo.
Hay a quien le basta con un cronómetro, pero es más recomendable recurrir, por ejemplo, a Toggl. Es una herramienta gratuita muy útil cuando tenemos una cartera estable de clientes (Alfa, Beta, Gamma, Delta), varios tipos de servicios (Tipo 1 y Tipo 2) que dependen de varios coordinadores:
Habrá negocios que no dispongan de la categoría de cliente específica, como la venta al público; mientras que otros no tendrán coordinadores que nos gestionen la cartera de clientes. El ejemplo ha sido puesto con un caso complejo, un B2B con intermediarios, por lo que es posible que vuestra tabla sea más asequible y más fácil de leer luego.
Aunque parece difícil, construir una tabla similar a la de arriba no es complicado con herramientas como Excel u Hojas de cálculo de Google. Basta con ir incluyendo cada trabajo realizado a medida que lo terminemos. Cada línea nos llevará unos segundos, pero una vez analicemos los datos podremos hacer lecturas muy interesantes.
¿Cómo gamificar el trabajo de un autónomo?
El control del tiempo es importante. Tanto que la mayoría de los autónomos que llevan pocos años en el negocio tienden a considerar la gestión de tiempo como la piedra angular de su negocio, mucho más importante que la marca o un trabajo impecable.
Esto hace que nos esforcemos tanto en ser productivos que tendemos a hacer el trabajo cada vez más rápido en lugar de cada vez con mejor calidad. Lo que sigue es un cambio de mentalidad al respecto: cómo se puede gamificar el trabajo para ir ingresando poco a poco más dinero.
Volvamos de nuevo al ejemplo de la tabla de arriba. Tenemos muchos clientes, varios tipos de servicios, cada uno con un precio, así como un puñado de coordinadores. Muchos datos que vamos a convertir en conocimiento con tablas dinámicas:
Es cierto que da la impresión de ser muy confusa, pero estamos viendo lo que ganamos a la hora por cada cliente y por cada tipo de trabajo. Claro, que mejor en un gráfico:
En este resumen podemos darnos cuenta de que con el trabajo de Tipo 2 (la mayoría de autónomos tendrá más de dos tipos de servicios, es un ejemplo simplificado) siempre hemos facturado menos a la hora que con el trabajo de Tipo 1.
Esto significa que nos conviene conseguir más trabajo de Tipo 1 de nuestros clientes, algo que quizá no podemos saber hasta que no lo plasmamos en un gráfico. De ahí la importancia de tener datos de partida, que tardaremos unas semanas en confeccionar.
Otra ayuda es el uso de colores en tablas dinámicas, sin incluir gráficos. En la siguiente, por ejemplo, hemos incluido en un eje los clientes y en otro los coordinadores. Y hemos coloreado cuatro áreas separadas por una doble línea continua:
De la parte de abajo podemos leer que, independientemente del tipo de servicio (Tipo 1 o Tipo 2), Jose S. es nuestro mejor gestor de cartera de clientes porque nos da trabajos mejor pagados a la hora. Una forma de gamificación es tratar de conseguir más trabajo por parte de Jose S. y menos de Marta S., con quien tenemos pérdidas en comparación.
En la parte de la derecha podemos leer que la Empresa Alfa es la que más nos abona por hora independientemente del coordinador a través del cual venga el encargo. Aunque no parece haber mucha diferencia, cuando sacamos la calculadora nos damos cuenta de que entre Alfa y Beta hay un 11% de no ganancia (y por tanto una pérdida), y con Gamma este porcentaje crece hasta un 23%.
Lo que queda claro es que aquel cliente al que no llegamos a registrar fue una mala elección, y si todos sus trabajos van en esa línea es mejor no optar por él y dedicar nuestros esfuerzos a otros proyectos.
Del centro de la tabla podemos obtener datos algo más enrevesados pero muy útiles. Por ejemplo, tanto Jose S. como la Empresa Alfa son clientes a tener en cuenta en nuestro plus de calidad. Si hemos de esforzarnos en algún proyecto, es en este.
Pero, ¿y qué pasa con las empresas Beta o Gamma? Por un lado, su rentabilidad media es inferior a la de Alfa, pero por otro tenemos a Olga M., que coordina tres proyectos y cuya media global es bastante alta. Es muy probable que si rechazamos los trabajos Beta y Gamma de Olga M. tampoco sigamos recibiendo esos trabajos Alfa de Olga M. Y ahí está la complejidad de la gamificación.
Este tipo de juegos para autónomos son extremadamente útiles para tomar decisiones como despedir a un cliente (la Empresa Delta, por ejemplo) o dejar de trabajar con un coordinador (como ocurre con Marta S.). La gamificación en este caso parte de los datos brutos/hora para elegir destinar nuestro tiempo a proyectos cada vez más rentables.
Es improbable que con esta estrategia nos hagamos ricos a corto plazo, pero sin duda nos ayudará a facturar entre un 10 y 20% en un periodo relativamente corto de tiempo, filtrando aquellos clientes, coordinadores, gestores o proyectos que no nos conviene tener entre nuestros trabajos.
Por Marcos Martínez