Carla Casals: de los Juegos Paralímpicos al ‘coaching’ y el liderazgo empresarial

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Con nueve años entró en una piscina a competir por primera vez, casi por casualidad<!–more–>; y ya no dejaría de entrenar hasta los 27. Entre medias, campeonatos de Europa, mundiales, Juegos Paralímpicos y más de 30 medallas.

La de Carla Casals es una historia de superación sin grandes titulares. Trabajo, constancia, gestión de la presión y las emociones y un entorno en el que apoyarse la llevaron a competir al mejor nivel, mientras estudiaba Comunicación Audiovisual en la Universidad Pompeu Fabra (Cataluña). Tiene también dos másteres, uno de ellos en coaching y liderazgo personal por la Universidad de Barcelona y el Institut Gomà.

Allí es, precisamente, donde ha acabado después de salir de la piscina: sacando partido a su trayectoria vital y deportiva para enseñar al resto a gestionar sus emociones, resolver conflictos, gestionar los cambios y comunicar desde el respeto.

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Empezaste muy joven con la natación, ¿no?

En mi casa nos gustaban todos los deportes, aunque éramos más de deportes de equipo. Mi padre era entrenador de baloncesto. Empecé haciendo gimnasia, pero con un resto visual del 10% las paralelas y la barra no eran el mejor deporte. A la natación llegué porque de vez en cuando iba a una escuela de la ONCE a hacer seguimiento y los profesores me vieron nadar y me propusieron probar en una competición en Madrid.

Como era de Barcelona y había que ir en avión, nos lo tomamos como una excursión familiar. Más por la experiencia que por otra cosa. Pero me lo pasé tan bien que me enamoré de la natación. Fue al revés de lo normal, primero competí y luego empecé a entrenar.

¿Qué te llevó al deporte más profesional?

También fue un poco sin querer. Entrenaba en un club de forma bastante seria cuando fueron los Juegos Olímpicos de Sídney (Australia) y varias amigas mías fueron a competir. Decidí que tenía que llegar a estar ahí en algún momento. Y ya está.

[hde_quote author=”Carla Casals position=”coach”] Era la campeona del mundo de los entrenamientos. Pero a la hora de la verdad me costaba mucho gestionar la presión y el miedo y tenía muy poca tolerancia a la frustración [/hde_quote]

Tenía 13 años y ya con 14 fui a competir al Campeonato de Europa absoluto. Crecí con esto y lo incorporé a mi vida sin darme cuenta. Era un objetivo que tenía, un sueño, y fui poco a poco haciendo lo que tenía que hacer para alcanzarlo. Además, me lo pasaba bien haciéndolo.

¿Qué retos tuviste durante tu carrera deportiva?

La gestión de las emociones fue el primer gran reto. Tenía claro lo que quería y siempre he sido muy disciplinada con el trabajo. Era la campeona del mundo de los entrenamientos. Pero a la hora de la verdad me costaba mucho gestionar la presión y el miedo y tenía muy poca tolerancia a la frustración. Tuve que aprender a entender mis emociones para que no fuesen un obstáculo.

El otro gran reto fue aprender a no centrarse en los resultados, sino en el día a día. El deporte de élite tiende a enfocarse solo en el resultado. Si no ganas, pierdes muchas cosas además de la competición. Yo lo que quería era centrarme en el presente y en disfrutar.

Llegas a participar en tres Juegos Paralímpicos, tienes 30 medallas en tu haber… ¿Cuáles son las principales lecciones que te ha dado el deporte para tu vida?

Cuando estaba llegando al final de mi carrera deportiva, decidieron quitar mis pruebas del calendario paralímpico y me vi obligada a retirarme. Me coincidió además con un desprendimiento de retina que me hizo perder la visión del ojo derecho, que era el más funcional. Se me juntó todo en el mismo año. Gracias a todo lo que había aprendido sobre mis emociones pude reconstruir mi camino y establecer prioridades.

Después me hice autónoma y también pude aprovechar mucho de ese aprendizaje. En el fondo, ser autónomo es parecido al deporte. Te construyes tu equipo, todo lo que hagas depende de ti, tienes que organizarte y planificarlo todo bien, trabajas por objetivos… Y hay que hacer un análisis constante, algo similar a los que hacíamos antes, durante y después de las competiciones.

¿Cómo cambiaron las cosas tras ese desprendimiento de retina?

Nací con un 10% de resto visual. Sabía que había cosas que no podía hacer, pero nunca me sentí especialmente limitada. Creciendo, éramos muchos hermanos y hacíamos todos lo mismo. Pero cuando a los 27 años se me desprendió la retina, me quedó un 5% de resto visual y tuve que volver a aprender a funcionar.

Me hizo plantearme quién era, me sentía frágil y vulnerable. No me veía con posibilidades de aprovechar mi carrera [había estudiado Comunicación Audiovisual]. Me puso en un lugar que me obligó a reconstruirme. A pensar qué significaba realmente ser una persona con una discapacidad.

¿Cómo ha influido tu discapacidad en el acceso al mundo laboral?

Cuando dejé de competir y me puse a buscar trabajo, tuve muchas ayudas y gente que me orientó. Pero las únicas ofertas que me llegaban eran puestos de trabajo para personas con discapacidad, creados para cubrir el porcentaje legal que todas las empresas están obligadas a cumplir. No había ofertas que tuviesen en cuenta mis competencias profesionales. 

No tenía experiencia, estaba con 27 años y con pocas expectativas. Fue muy frustrante, pero me hizo darme cuenta de que tenía que buscarme la vida para encontrar un sitio en el que encajar. Por eso me hice autónoma y fui combinando trabajo en comunicación con coaching y desarrollo personal.

¿Cómo te afecta en el día a día ahora que tienes tu propia empresa?

Creo que, si no hubiese tenido la discapacidad, probablemente estaría trabajando en una empresa con un contrato; seguramente habría encontrado un sitio en el que sumar y aportar mi conocimiento. Como no tuve estas oportunidades, tuve que montármelo yo. La situación me obligó a emprender, era la única salida que me quedaba para hacer lo que me gustaba.

[hde_quote author=”Carla Casals position=”coach”] Cuidar la salud emocional de uno mismo y el vínculo con los demás, gestionar conflictos y gestionar los cambios son cosas básicas para el buen funcionamiento de cualquier organización[/hde_quote]

¿Y en qué sentido te ha ayudado?

Me considero una persona flexible, con capacidad de adaptación. Esto me lo ha enseñado tener una discapacidad: o te adaptas o te adaptas. Por otro lado, también me ha dado una mayor capacidad de empatizar con todo lo que pase, tanto con los clientes como con las circunstancias. Hay personas que tienden a pelearse mucho con los problemas y las dificultades. Para mí, es una parte del proceso y lo acepto, adopto una actitud más proactiva con la vida.

Te dedicas a comunicar, sales a hablar delante de un montón de personas. ¿Te encuentras prejuicios hacia las personas con discapacidad?

Lo que más me encuentro, sobre todo, en conferencias, son reflexiones del tipo “con la historia que nos has contado mis problemas los veo de otra manera”. Pero eso no es así. Cada uno tiene sus propios problemas. Yo tengo los míos y te puede inspirar la forma en que los he resuelto, pero no puede servirte para menospreciar los tuyos. Es una especie de condescendencia que yo no necesito ni al que la siente le va a ayudar.

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¿Qué te lleva a dirigir tus pasos hacia el coaching y el liderazgo empresarial?

A veces, creo que falta mucha humanidad en el sector empresarial. Cuando vamos a trabajar tenemos que ser productivos y eficientes. Y cuando salimos del trabajo tenemos que ser otro tipo de persona. He visto a lo largo de los años a mucha gente quemada, cansada de su trabajo, y eso contamina el ambiente laboral. Es importante incorporar el bienestar emocional en las empresas, debería casi ser obligatorio.

Lo estamos viendo ahora con los efectos de la pandemia y del confinamiento. Cuidar la salud emocional de uno mismo y cuidar el vínculo con los demás, gestionar conflictos y gestionar los cambios son cosas básicas para el buen funcionamiento de cualquier organización. En este sentido, mi trayectoria deportiva me ayudó mucho a entender la importancia del bienestar emocional.

¿Qué aspectos es importante trabajar para cuidar el bienestar emocional en el entorno laboral?

Es muy importante tener unas nociones básicas de inteligencia emocional. En muchos sentidos, somos analfabetos emocionales. Ahí sí que veo prejuicios. Es curioso, porque las personas somos emociones. Bien que nos ponemos una película o un reality para sentir cosas, pero, si alguien va a terapia, lo esconde. Falta romper con todos estos prejuicios.

En las organizaciones debería haber formación específica de gestión emocional, de resolución de conflictos, de toma de decisiones… Es fundamental incorporarlo en la empresa y en el liderazgo, no solo en el de los directivos, sino en el liderazgo de cada trabajador. Tenemos que aprender a entender nuestras responsabilidades y las del equipo del que formamos parte.

[hde_quote author=”Carla Casals position=”coach”] El buen liderazgo nos ayuda a darnos cuenta de qué está funcionando y qué no, en quién podemos apoyarnos y con qué recursos contamos, e ir encajando todo en la ecuación [/hde_quote]

Cada vez más estudios ligan el bienestar y la buena comunicación con en el rendimiento. ¿Crees que es algo que se va aceptando más en estos últimos años?

Parecía que cada vez iba a más, pero ha sido lo primero que se ha recortado con la crisis. Está costando mucho reactivar los programas de salud y bienestar emocional, cuando existe una gran necesidad. Aun así, poco a poco, el cuidado emocional y la comunicación, la forma de hablarnos y tratarnos, está recuperando su importancia en algunos sectores, sobre todo, en el sanitario.

¿En qué se parecen el liderazgo deportivo y el liderazgo empresarial?

En lo deportivo tienes claros los objetivos de rendimiento y la forma de alcanzarlos. En lo empresarial es lo mismo. El liderazgo influye en el proceso, en el camino para lograrlos, en todas las decisiones que vamos tomando. El buen liderazgo nos ayuda a darnos cuenta de qué está funcionando y qué no, en quién podemos apoyarnos y con qué recursos contamos, e ir encajando todo en la ecuación.

En muchas ocasiones, a la hora de emprender, nos paralizan los obstáculos, nos centramos en las dificultades. ¿Qué le dirías a una persona que tiene una idea y que teme no poder hacerlo?

Si no lo intentas, la idea nunca se hará realidad. Y si no intentarlo te va a estar marcando en el futuro, te va a generar arrepentimiento, lo mejor es hacerlo. Pero debe existir un equilibrio entre la parte soñadora y la parte realista. Las dificultades hay que tenerlas en cuenta.

No deberías correr un maratón sin entrenar, pero hay gente que se lanza a hacerlo y luego se lesiona. Lanzarse a hacer algo sin ser consciente del camino que hay que recorrer, de dónde estamos y de los retos que tenemos por delante, es la misma insensatez. Al final se trata de combinar el punto de locura, de lanzarse emprender, con el punto de tener los pies en el suelo y ser consciente de la realidad.

Imágenes | Carla Casals

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