Hace tiempo que el denominado “empleo verde” dejó de ser algo anecdótico para convertirse en una realidad incuestionable desde el punto de vista del emprendimiento. Está en la mente de las nuevas generaciones, pero también como nueva línea de negocio para muchas compañías tradicionales que deben conectar con estos nuevos consumidores. En España, los datos apuntan que el crecimiento de las empresas de esta categoría se sitúa alrededor del 7%, según un informe sobre marcas sostenibles de la Universidad Pontificia Comillas y la consultora Nielsen. La creación de negocios de este ámbito es nueve veces superior al resto.
Una de las primeras oportunidades de negocio en este sector se originó desde uno de los sectores clásicos de la economía española: el turístico. El turismo rural comenzó tímidamente hasta convertirse en una verdadera alternativa al tradicional, generando oportunidades en zonas rurales del interior de nuestro país y fomentando en paralelo el consumo de productos locales, naturales, artesanales. Ahora las grandes cadenas están adoptando estrategias vinculadas a la sostenibilidad como una oportunidad de crecimiento real.
Nuevas profesiones «verdes»
El empleo verde está asociado a áreas muy diferentes, desde las empresas de energías renovables o del sector de la agricultura ecológica, hasta otras como la construcción sostenible, la gestión de residuos o el ecodiseño. Todas las nuevas profesiones que abogan por la eficiencia energética y el crecimiento sostenible, mayor reciclaje y menor huella ecológica, están encontrando demanda y buenas perspectivas de futuro. Y sobre todo, tienen una razón más para decírselo a los consumidores en sus mensajes comerciales o de relaciones públicas.
El sector seguirá creciendo a buen ritmo, según los expertos, si se encuentra un punto de equilibrio entre las “buenas intenciones” y la rentabilidad real. Esto es, aquellos negocios que combinan los más elevados objetivos medioambientales con la búsqueda del beneficio económico. Ganar sin dañar. Se puede –y se debe- ser verde y rentable, básicamente porque el consumidor cada vez lo demanda más, y de ahí que cada vez más empresas que nunca habían hecho RSC (responsabilidad social corporativa) estén trabajando para ofrecer sus productos y servicios con las mayores garantías medioambientales posibles.
Conectando reciclaje y labor social
Los ejemplos de éxito ya son numerosos. En la búsqueda de apoyo para la consecución de estos objetivos medioambientales se cuenta ahora con las enormes ventajas que facilita la tecnología. Un ejemplo de ello es el caso de la start-up Phenix, una compañía de origen francés creada por Baptiste Corval y Jean Moreau hace poco más de dos años y que ahora opera en España también. Con un modelo de negocio B2B basado en la economía colaborativa, pone en contacto a empresas de todo tipo que se quieren deshacer de los productos (embalajes, muebles, alimentos, libros…) que ya no utilizan en sus procesos de producción con asociaciones que los necesiten o vayan a darles un nuevo uso.
Phenix, ganadora en la categoría FoodTech en el South Summit que se ha celebrado recientemente en Madrid, realiza un trabajo aparentemente lógico, pero nada sencillo en su puesta en marcha. “Se trata de dar una segunda oportunidad a los productos que de otra manera cada día se desechan, no se reciclan y se desperdician por tanto. Es una manera de conectar el reciclaje y la reutilización con la labor social”, señala Miguel Die González, su portavoz en España. “Se tejen economías circulares alrededor de los emisores de excedentes para transformar sus residuos en recursos en alimentación para el ganado, compost o biogás. Como dice la máxima de Lavoisier, nada se pierde, nada se crea, todo se transforma”.
La tecnología que ha desarrollado la start-up francesa permite conectar oferta y demanda en tiempo real. La plataforma busca a aquellos receptores que están más cerca de las compañías para disminuir el impacto medioambiental del transporte. Las asociaciones benéficas y caritativas y ONGs reciben un SMS o un email con la información de los productos de las empresas, tanto alimentos perecederos como de cualquier otro tipo. La sociedad gana, las empresas reducen su coste de la gestión de deshechos en sus propias tiendas y en su cadena de suministros (además de lavar la conciencia colectiva), y Phenix obtiene sus ingresos cobrando una comisión sobre el valor que aportan a la empresa. Para las asociaciones, el servicio es gratuito.
En la actualidad existen propuestas interesantes en todos los sectores, muchas de ellas ahora rentables gracias al crowdfunding y a las ayudas institucionales. Encontramos aquellas que fabrican materiales alternativos y no contaminantes, como las tablas de surf con núcleo de corcho 100% natural hecho con tampones reciclados que produce RichPeopleThings. Otro ejemplo es Cronology, que ha creado PaPET, un papel hecho a partir de fibras de PET (tereftalato de polietileno), una alternativa a la celulosa que se degrada con luz solar y es resistente como para embalar materiales pesados.
El auge de la agricultura ecológica
La agricultura ecológica es otra gran fuente de creación de nuevas empresas. Algunas incorporan las más novedosas tecnologías para poner en contacto el presente y el futuro de la manera impensable. Un buen ejemplo es Bioo, una iniciativa de tres jóvenes catalanes que investigan una inesperada fuente de energía: la fotosíntesis de las plantas, con la que son capaces de generar electricidad.
El reciclaje es cada vez más una oportunidad de negocio, lleno de imaginativas iniciativas, como la de AnyPlast, un marketplace del plástico reciclado donde comprar y vender los residuos que producen los fabricantes para su reutilización. La empresa genera sus ingresos por la intermediación.
Los establos programados, los tractores autoconducidos, los drones de vigilancia, el Internet de las Cosas sensorizando la naturaleza, la Inteligencia Artificial para predecir cosechas… vamos hacia un mundo de conexiones sin límites. Las innovaciones en materia de energías renovables están avanzando sin cesar, hasta el punto en que el ideal de una energía abundante está cada vez más cerca. Y la energía ubicua trae consigo la economía de la abundancia. ¿Cómo será un mundo en el que todo tiende a la automatización? ¿Cuál será el impacto de las máquinas inteligentes y las cosechas inteligentes? Ya no se habla de mecanización del campo, sino que la robótica tendrá un papel fundamental en la automatización del campo, pero ¿cómo afectará al desarrollo de las ciudades? Son algunas cuestiones que dejamos a la imaginación de los jóvenes emprendedores el poder contestarlas. ¡Piensa en verde!
Javier Renovell