¿Por qué la mayoría de los jóvenes prefieren la economía ‘gig’?

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Autónomos

El concepto de la economía gig, ‘freelancería’ o economía colaborativa no es nuevo. Hace unos años tuvo un par de picos de interés relacionado con el modelo gig de los músicos de jazz que cobraban por cada concierto, pero parece que cada vez está más presente en nuestra sociedad. E incluso es demandado.

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Según un estudio de Deloitte realizado a jóvenes, el 84% de los millennials prefiere el modelo gig frente a la contratación tradicional. Y es que la ‘freelancería’ ofrece muchas oportunidades. Pero también tiene algunos obstáculos que hemos de salvar.

¿En qué consiste la economía gig?

Hace unos años hablamos sobre cómo la economía colaborativa se había hecho un hueco por sus oportunidades. La digitalización de algunos negocios, unido a la posibilidad de los autónomos a prestar trabajo por fracciones de tiempo (Uber, Glovo), o alquilar bienes (Airbnb) se hizo muy famosa.

Pero esta es solo una de las caras de la economía gig, la de los riders y etiquetadores de la inteligencia artificial. En esta modalidad, la ‘freelancería’ se ha vuelto compleja y ofrece trabajo no demasiado bien remunerado a cambio de hipercompetitividad. E incluso condiciones laborales que han sido discutidas en los juzgados con resolución a favor de los falsos autónomos (Deliveroo).

La economía gig tiene otra vertiente, que es la que llama la atención en los jóvenes. En ella pueden prestar sus servicios, preferentemente digitales, sin atarse a ninguna empresa. Eligen los precios, trabajan en los proyectos que les interesan y suelen ganar más dinero que por cuenta ajena. Y ambos universos coexisten.

¿Por qué los jóvenes quieren ser freelancers?

Aunque freelancer y autónomo son conceptos que guardan relación, el freelancer estadounidense se acerca más al concepto gig: flexibilidad, libertad, autonomía. Cuando la periodista Tina Brown creó el término gigonomy (gig + economy), pensaba en definir los trabajos puntuales.

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Los jóvenes quieren elegir sus horarios, sus proyectos, con quién trabajan y, desde luego, el precio que cobrarán por su trabajo. Según el estudio de Deloitte, ‘The Deloitte Global Millennial Survey 2019’, los atractivos del modelo gig para los jóvenes son, para millennials y Zs, respectivamente, los siguientes:

Hay una ligera diferencia entre millennials y centennials, pero ambas generaciones parecen mirar mucho hacia la autonomía y emprendeduría en una vertiente de la economía gig en la que el autónomo es independiente y no precario. Lo que lleva a las desventajas del modelo.

Graves problemas en la economía gig

La economía gig se basa en la temporalidad, por lo que sus propiedades básicas de flexibilidad, demandadas como hemos visto, ocultan a su vez la contrapartida de prescindir de prestaciones sociales y estabilidad.

En países como los Estados Unidos esto implica perder conceptos como el seguro dental o la escolarización privada, beneficios ligados a la contratación. En España significa que la cotización correrá por nuestra cuenta, y a la vez que no dispondremos de ingresos fijos.

El estudio de Deloitte destaca que los jóvenes son conscientes de los puntos negativos del sistema, como no saber cuánto ganarán (39% / 36%), una jornada impredecible (30% / 29%) y la dificultad de planificar el futuro en base a ello (27% / 28%).

Estos problemas afectan particularmente a los falsos autónomos de la economía colaborativa, aunque pierden peso en profesiones altamente tecnificadas en las que la demanda juega en favor del trabajador autónomo que puede elegir sus proyectos. Y es que en el modelo gig conviven dos universos laborales claramente diferenciados.

Inestabilidad y contratación inconsistente

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Al obtener mayores ingresos que como asalariados, los trabajadores gig altamente cualificados pueden afrontar en España la cuota de autónomos a la par que ahorran o invierten en su futuro. Pero los menos cualificados, o los cualificados de baja demanda, no lo tienen tan fácil.

Estos son los grandes afectados de un modelo económico que tiende a la contratación temporal. Tal y como analizaba el canal HispanTV en 2017, está apareciendo una nueva brecha económica entre estos dos conjuntos de trabajadores. Como puede leerse en un artículo de ‘Forbes’ respecto a la gig economy, “presenta a la vez oportunidades y retos”.

Fomenta la innovación, agiliza el mercado, facilita la contratación, da autonomía al empleado, aumenta los salarios de algunos profesionales y estos pueden combinar más de un trabajo a la vez. Pero también elimina la contratación permanente, deja de lado los beneficios laborales, erosiona el poder negociador de los trabajadores, los hace vulnerables frente a una bajada de la demanda y más precarios.

Esta última faceta hace que la contratación sea inconsistente (inconsistent employment), un término económico que implica que los salarios ya no aumentan en el bajo desempleo, como sí ha sucedido históricamente.

La gig economy del futuro

¿Es posible mantener la flexibilidad del mercado colaborativo eliminando sus graves inconvenientes de base? Según el informe ‘Trabajo en plataformas digitales. Análisis y propuestas de regulación’, de la Asociación Española de la Economía Digital (Adigital), la respuesta es positiva. Da cuatro propuestas:

Imágenes | iStock/seb_ra, iStock/gpointstudio, iStock/thehague

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