Aunque queden muchos años para la jubilación del autónomo, millones de ellos se enfrentan a esta pregunta a lo largo de su vida profesional.
En España, la pensión media de los autónomos es notablemente inferior a los empleados por cuenta ajena (760 euros frente a casi 1.300 euros). Esto es así porque tradicionalmente los autónomos cotizan menos durante gran parte de su periplo profesional. De hecho, un 86% de los trabajadores por cuenta propia hoy en España cotizan lo mínimo y pagan una cuota mensual de 280 euros. [hde_related]
El problema es que mantener esta aportación al sistema público durante toda la vida profesional da lugar a una pensión muy exigua. Un jubilado con cónyuge a su cargo acabaría cobrando algo menos de 790 euros al mes cuando llegue al retiro. Si está solo, la pensión se le quedaría en algo más de 640 euros, muy lejos probablemente de su nivel de ingresos en los últimos años de actividad y también de la pensión máxima en este país, que supera los 2.500 euros mensuales.
Muchos autónomos cotizan por la base mínima en sus primeros años y luego pasan a bases mayores o incluso a la máxima para elevar su pensión en el momento en que se jubilen. Sin embargo, se trata de un esfuerzo financiero muy grande. Además, hay que decir que los requisitos de la Seguridad Social son cada vez más exigentes. Una persona que pague una cuota mínima de 280 euros hasta los 46 años, por ejemplo, y que a partir de ahí abone la máxima (1.200) debe tener en cuenta que para cobrar la pensión más alta se exigen ahora 35 años de cotización. En breve, el cómputo de la pensión se hará con los últimos 25 años.
Conviene hacerse un plan cuanto antes
Una vía para mejorar la pensión está en aumentar la base de cotización al final de la vida laboral. Muchos expertos recomiendan la opción de complementar la pensión pública con un plan de pensiones o contratando fondos de inversión porque el esfuerzo financiero es menor y las resultados son satisfactorios. En cualquier caso, conviene advertir que cada trabajador es un mundo y cada producto de inversión tiene sus rentabilidades. De todas formas, desde aquí vamos a hacer algunos cálculos para guiar esta decisión.
Como decimos, en principio, un plan de pensiones es un esfuerzo menor que aumentar la base de cotización a la Seguridad Social. Eso sí, hay que invertir en renta variable, porque en el largo plazo deja mejores rentabilidades que la fija. Además, conviene empezar cuanto antes.
Según Bestinver, gestora de ahorros, un trabajador con 30 años que empiece a invertir a esa edad 110 euros al mes acabará alcanzando unos ingresos en su retiro equivalentes a la jubilación máxima. Si empieza con 40 años, deberá invertir 300 euros mensuales para llegar a ese nivel. La clave es lo que se llama interés compuesto. Este hace que cada año se acumule un rendimiento a la inversión inicial, permitiendo que la cantidad sobre la que se aplica el interés sea cada vez mayor.
En Bestinver defienden que el esfuerzo de tener el equivalente a una pensión máxima con un plan de pensiones es la mitad que con la aportación de 1.200 euros mensuales al sistema público. A partir de los 40 años, bastarán los 280 euros de cuota mínima de autónomo y 300 euros de ahorro para el plan de pensiones (en total algo menos de 600 euros, frente a los 1.200 euros de la Seguridad Social). Eso sí, hay que perseverar y no dejar de aportar. Para estar siempre al día, los expertos recomiendan convertir la aportación en un gasto fijo domiciliado, como el de la luz, el agua o el seguro del coche.
Un 27% más de rentabilidad
Pero hay más cálculos. Según Fintup, una fintech de asesoramiento financiero a particulares, la opción de recurrir al ahorro privado a través de un plan de inversión puede ser un 27% más rentable que aumentar al máximo la base de cotización.
Como decíamos, si un autónomo a los 40 años aspira a la pensión máxima, deberá pagar 1.200 euros al mes durante los 25 años que le quedan hasta jubilarse, por lo que en ese periodo aportará en total a la Seguridad Social unos 360.000 euros. Si tiene una esperanza de vida acorde con la media (85 años, o 20 años a partir de la edad de jubilación), su pensión total se habrá elevado a 670.000 euros al cabo de sus días.
Mientras tanto, si opta por cotizar lo mínimo a la Seguridad Social (280 euros/mes) e invierte los 900 euros de diferencia con la cotización máxima en un fondo de pensiones, su aportación en esos 25 años sería de casi 85.000 euros. A cambio cobraría una pensión mínima de 642 euros que al cabo de 20 años de retiro le generaría 225.000 euros. A esa cantidad habría que sumarle los 628.000 euros que acumularía un plan de pensiones de riesgo moderado. Por lo tanto, por esta vía, el autónomo acabaría acumulando 853.000 euros, un 27% más que si hubiera optado por la aportación máxima a la Seguridad Social.
No obstante, conviene recordar que los planes de pensiones en España se benefician de una desgravación fiscal que se disfruta en cada declaración de la renta. Son gravados cuando se recuperan las aportaciones por el aumento de patrimonio que suponen para el autónomo. De cualquier modo, y como decíamos más arriba, cada trabajador y cada jubilación es un mundo y conviene consultar con un experto para que haga todos los cálculos pertinentes. No hay que olvidar también que las condiciones para acceder a la pensión están en revisión y que también la legislación y fiscalidad en materia de fondos de pensiones está expuesta a cambios.
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