Las cinco ideas clave para perder el miedo al fracaso

Autónomos

Cuando sientas que no tienes ganas de tirarte a la piscina, comprueba de todos modos que esté llena de agua. Emprender es arriesgar, por tanto debe llevar implícito en el enunciado la posibilidad del fracaso. El reto es asumirlo y aceptarlo como un aspecto natural del desarrollo necesario para potenciar el aprendizaje y evolución del emprendimiento TIC. Después, las ganas te pueden surgir en cualquier momento, de ahí lo de ser precavido y estar listo.

Europa necesita una política que produzca un cambio cultural sobre el fracaso. Como paso previo, en 2015, la UE encargó un completo estudio, el primero realizado por expertos de diversas disciplinas siguiendo las directrices Delphi. El resultado puso en evidencia lo que ya se sospechaba: el 39% de los encuestados manifestaron sentir un miedo terrible al fracaso.

Un miedo mezcla de muchos miedos

Quizás terrible no sea el calificativo apropiado… El sentimiento en sí mismo es ambiguo: ¿de qué miedo se habla? Hay que comprenderlo para repararlo. Miedo financiero, a no obtener los recursos necesarios y a perder el dinero invertido o no poder hacer frente a las deudas; miedo a perder la carrera profesional, a tener que salirse de un campo laboral labrado o un puesto seguro; miedo social, al qué dirán y ser señalado si se falla, a defraudar al resto del equipo o a la familia; miedo a uno mismo, a no estar a la altura o que la autoestima se desmorone; miedo a la dependencia y al sacrificio, a perder la libertad de tener horarios fijos o poder estar en otros lugares… En fin, un miedo mezcla de muchos otros miedos más chicos, que nos inhiben de la capacidad de emprender por temer acabar perdiéndolo todo.

Así que esta es la primera idea con la que hay que trabajar. La economía europea parece gripada, lleva camino de estancarse y de no poder hacer frente a los requerimientos del estado del bienestar. Necesita innovar en todos los ámbitos para remontar y crecer por encima de las cifras actuales. Aplicando recetas que han triunfado en otras regiones como EEUU o Israel, el I+D+i sistemático produce ese caldo de cultivo capaz de lanzar en pocos años empresas de la talla de Google o Amazon que han partido de cero. Uber tiene una capitalización el doble que Renault, y sin tener un solo coche. 

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Las posibilidades de crecimiento estimadas en los próximos cinco años por la aplicación de tecnología de tercera plataforma (Cloud, Mobility, Social, Big Data e Internet of Things) que fomente la transformación digital en negocios tradicionales es del 20,7%, en la industria de los medios del 35,6%, en la de científica un 62,2%. “No es una opción, es un must. Los trabajadores del futuro serán profesionales de la innovación”, señala Ana Isabel Martínez Molina, portavoz del proyecto FACE (“Failure Aversion Change in Europe”) Enterpreneurship que está asumiendo Secuoya en esta primera fase.

Un emprendedor, ¿nace, o se hace?

La segunda idea trata de cómo encontrar el dinero, y antes de ello fijar la idea misma que nos encumbre. “Transformar una idea en una empresa, y una empresa en una industria”, dice Ana Isabel Martínez. “Los emprendedores son la clave”. Pero un emprendedor, ¿nace, o se hace? Por comparar con la cultura norteamericana, allí se toman con otro espíritu lo de emprender. Hay cosas que están impregnadas en el ambiente, incluso en el ADN de la nación, pero también hay una gran parte de apoyo institucional. Oleadas de inmigraciones, individualismo y meritocracia, estatus social del ‘selfmade’, aceptación del riesgo, recompensas más grandes, costes fiscales más bajos.

El marco legal propiciado desde el Gobierno, el actual o los anteriores, también ha demostrado que funciona: hay una ley de bancarrota, tienen un mercado laboral muy flexible, y en cuanto a las stock options, se te reclaman cuando vendes, no cuando las recibes. Comparado con España, si en EEUU el 76% de los universitarios declara que lo que desean hacer al salir es montar su propia empresa, en la Complutense sólo el 8% de los estudiantes quiere emprender, frente al 59% que quiere ganar una oposición en la Administración Pública.

Las pequeñas piedras del camino

La tercera idea nos lleva a analizar las trabas al emprendimiento para superar ese sentimiento de temor predominante. Según la encuesta, en el sur y en el este de Europa hay mucha presión social y familiar; en el norte es más bien individual, que fallen las competencias propias o las ataduras evaporen el tiempo libre. También influye el género, en los hombres se teme más a contraer deudas; en las mujeres, a perder la autoestima.

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Cambia antes de que tengas que cambiar, porque lo que tú tienes aquí, no lo tendrás allá. Sin embargo, los expertos señalaron que el temor puede dar a un emprendedor un sentido de urgencia a trabajar más y a aprender de los errores, apunta Blanca Rabena Camuñas, delegada de Secuoya para el proyecto FACE.

“Por este motivo, la UE se ha propuesto cambiar la idea de que el fracaso es perjudicial, ya que la posibilidad de fracasar es intrínseca al desarrollo de un proyecto y su puesta en marcha; la diferencia reside en enseñar a los emprendedores a cómo afrontan esta situación. El estudio destacó que los emprendedores TIC potenciales se benefician más de casos reales de miedo al fracaso y de éxitos de otros emprendedores ya establecidos”.

Así, en el portal de FACE se comparten experiencias casi a diario, nos dan unos ejemplos recientes: de Hyperloop, donde el dinero lo puso su madre y cómo superó el miedo a decepcionarla. En Atrápalo pusieron el dinero sus amigos y el miedo era a traicionar su confianza. En la húngara Prezi el miedo era a no poder cumplir lo prometido en la ronda de financiación, y a tener que engañar en los resultados. Lo importante es sentirse arropado en los inicios, cuando el impulso inicial puede flaquear ante las primeras dificultades.

Apuesta por el jugador y no por el balón

Esto nos lleva a la cuarta idea: si las empresas fueran el estadio, las reglas y el árbitro, y el emprendedor es el que juega, no apuestes por los balones o las porterías, apuesta por la cantera. “Como entrenador y como espectador, no apuestes por el terreno de juego, apuesta por el jugador. Mejores equipos hacen mejor al deporte, señala Ana Isabel Martínez.

En EEUU se estimula y se premia el esfuerzo y la puesta en marcha de las ideas. Por eso, en un segundo estudio que está en marcha, se ahonda en las opiniones de emprendedores y potenciales. “Hay que construir una cultura de toma de riesgos. Tenemos que tener claro que el fracaso no es permanente y a través del apoyo educativo, el apoyo social y gubernamental se puede gestionar el miedo al fracaso”, concluye Blanca Rabena. 

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Se deberá estudiar por qué en Europa los créditos e impuestos encarecen el emprendimiento, y será el momento de empezar a cambiar políticas y unificarlas a nivel comunitario, para de verdad ayudarles a empezar en vez de ponerles zancadillas. No es justo tener que empezar poniendo dinero antes de tener encarrilada la empresa, si de lo que se trata es de aligerar las listas del paro. Seguro que hay fórmulas para posponer los impuestos sin tener que entrar en ayudas a fondo perdido. Pedir dinero por intentar emprender es suicida para una sociedad con déficit laboral que necesita urgentemente fomentar el autoempleo.

A emprender se aprende en el colegio

Finalmente, una última idea. Hay que llevar todo esto a las escuelas, empezar desde la base. Cuanto antes esté en los planes de estudio de primaria o infantil, mejor. La educación no solo debe ser de nociones económicas, sino de habilidades que hagan perder ese miedo “escénico”. En Finlandia, ya han cambiado la caligrafía por la programación, en vez de enseñar a escribir en una hoja, se enseña a escribir código para hacer cosas.

¿Tiene el miedo solo consecuencias negativas? La respuesta visto lo visto es que “no”. Tú le preguntas (en general) a un etíope si se ha sentido alguna vez un fracasado en la vida, y no lo entiende, porque no tiene traducción para la palabra. Puedes tener fracasos, pero de ahí a sentirse fracasado… El fracaso puede implicar miedo y la consecuencia más clara ante este miedo es, sin duda, no atreverse a hacer, no tomar decisiones para eliminar potenciales riesgos”, señalaba Carmelo Vázquez, catedrático de Psicopatología de la Universidad Complutense de Madrid. “Un error, porque el atreverse y cultivar coraje es la clave. Atreverse para afrontar el mal resultado y ser valiente es la enseñanza ante el fracaso. Nelson Mandela  decía que no es valiente quien no tiene miedo, sino quien sabe conquistarlo”.

Se debe aprender de los errores, se debe uno poder levantarse después de caer. Se debe tener la confianza para tirarse a la piscina sabiendo que siempre va a haber agua. Y socorrista. Y botiquín. Y tiritas para el coraje, el arrojo y el atrevimiento.

Javier Renovell

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