La tecnología y, sobre todo, la sobreinformación en internet nos han hecho creer que podemos hacer de todo y al mismo tiempo. Muchas pestañas abiertas en varios navegadores, conversaciones en varias aplicaciones de mensajería y diferentes programas profesionales en funcionamiento son usuales en nuestros sistemas operativos.
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Salvo casos contados, el trabajador digital habitual (y más ahora con el teletrabajo) tiende a saturar las capacidades de su ordenador en su horario de empleo. Y todo ello sin contar con cuadernos de notas, agendas y otros recursos ajenos a nuestra principal herramienta de trabajo.
A ese maremágnum de tareas a medio completar lo llamamos multitasking. Este es el anglicismo que utilizamos para explicar esa situación en la que abordamos diferentes cometidos a la vez. Y aunque la cultura digital tiende a empujarnos hacia la noción de que somos capaces de todo, quizá no sea tan verdadera esa afirmación
La metáfora de la ardilla y las nueces
La periodista Brittany Levine debatía en ‘Mashable’ con el doctor Adam Gazzaley, fundador del centro de neurociencia Neuroscape, un paralelismo muy curioso: las personas buscando información en internet somos como ardillas inquietas saltando de árbol en árbol en busca de los frutos más interesantes. Cada uno de los árboles serían las fuentes de información de las que nos nutrimos. Cada vez que elegimos una nueva fuente, nuestro cerebro libera dopamina, un neurotransmisor conocido como ‘la hormona de la felicidad’ porque provoca placer y nos hace sentir bien. El reverso negativo es que también provoca la búsqueda constante de esa sensación de bienestar y puede desembocar en una adicción.
La metáfora para la ardilla sirve para explicar por qué ocurre este fenómeno. Cada vez que saltamos de una fuente a otra estamos haciendo ese multitasking que definitivamente no nos conviene. En palabras del doctor Dave Strayer, doctorado en psicología, la razón es muy simple: “esta no es una habilidad que podamos adquirir”. La cosa se complica y empeora todavía más cuando ese multitasking tiene que ver con las distracciones. Es decir, cuando miramos nuevos posts de Instagram o nos volcamos en una conversación de WhatsApp.
El profesor Earl Miller del Instituto Picower para el Aprendizaje y la Memoria del Massachusetts Institute of Technology (MIT, Estados Unidos), señaló en una entrevista para ‘WBUR’ que “el mayor error es que la gente piensa que tiene una capacidad mucho mayor para el pensamiento simultáneo que la que tiene”. Sufrimos una ilusión de que entendemos más lo que ocurre a nuestro alrededor porque el cerebro genera una visión global, pero solo son predicciones basadas en lo que acaba de ocurrir.
El problema está en ciertos casos como cuando enviamos mensajes al volante: en los segundos que dedicamos a contestar, perdemos la atención de la carretera en decenas de metros. Cuando se dedica el mismo esfuerzo a varias tareas a la vez, se pierde productividad y efectividad, ya que el cerebro ha de reorientarse en cada cambio.
De acuerdo con el profesor Miller, todos nos sentimos atraídos por las distracciones. El verdadero reto está en encontrar las fórmulas que nos permitan retirar estos estímulos tentadores que nos hacen menos productivos o nos pueden poner en situaciones de riesgo.
Efectos en el cerebro y mayor estrés
Además de impedir una concentración continua y hasta, en ciertas ocasiones, poner nuestra vida en peligro, varios estudios han concluido que el multitasking puede tener consecuencias duraderas en nuestra salud y nuestro cuerpo.
- Tiene efectos en el cerebro: investigadores de la Universidad de Sussex (Reino Unido) hicieron escáneres a multitaskers de medios, como aquellos que utilizan el móvil mientras ven la televisión. Los resultados apuntaron a que estos tenían menos densidad cerebral en la corteza cingulada anterior, la región del cerebro responsable de la empatía y el control emocional.
- Afecta a la inteligencia: un estudio de la Universidad de Londres (Reino Unido) apuntó que realizar varias tareas a la vez provocaba caídas significativas en los puntos de cociente intelectual hasta llegar a niveles correspondientes de niños de ocho años.
- Aumenta los niveles de estrés: hablábamos antes de la liberación de dopamina al llegar a nuevas fuentes de información. Sin embargo, al cambiar constantemente de tareas, se segrega cortisol, la hormona del estrés, tal y como explica un estudio de la Universidad de California y la Universidad de Humboldt.
- Influye en la toma de decisiones: según Daniel Levitin, profesor de Psicología y autor de ‘The Organized Mind: Thinking Straight in the Age of Information Overload’, la tarea de tomar decisiones compite directamente con el resto de cosas que hacemos cuando estamos inmersos en multitasking. El resultado no será tan bueno como cuando tomamos decisiones con tranquilidad.
¿Cómo mejorar la productividad sin multitasking?
Llegamos aquí al quid de la cuestión: ya sabemos que, especialmente en el trabajo, no es recomendable hacer más de una tarea a la vez. Ahora nos falta comprender qué herramientas tenemos a nuestro alcance para evitar el multitasking.
En primer lugar, si la tecnología es la primera fuente de discusión, intentemos bloquear todos los estímulos que nos distraen desde fuentes tecnológicas: silenciemos smartphones y otros dispositivos móviles, bloqueemos las notificaciones de redes sociales, eliminemos todos los avisos en nuestro navegador y establezcamos la configuración del email de tal forma que solo recibamos correos cada hora o en puntos determinados de la jornada.
Evidentemente, no podemos olvidar el entorno y tenemos que buscar mecanismos que hagan que nuestras horas de trabajo sean lo más productivas posibles. Si trabajamos desde casa, debemos buscar lugares tranquilos, con poco ruido, luz adecuada y que nos permitan tener una postura correcta. Si trabajamos en una oficina, es recomendable evitar las interrupciones. A veces, la solución está en un par de auriculares y música relajante.
Imágenes | Unsplash: Standsome Worklifestyle, Carl Heyerdahl.