En el último año, se ha abusado de conceptos como el smart working y el teletrabajo. También el llamado nomadismo digital se ha convertido en una etiqueta recurrente. El interés por este estilo de vida ha crecido de manera constante desde 2014, según reflejan las búsquedas de Google sobre este tema.
A pesar de las restricciones, la cantidad de nómadas digitales en los Estados Unidos aumentó en casi un 50% en 2020, hasta los 11 millones. Y aunque se suele pensar en trabajadores freelance, los empleados a tiempo completo se convirtieron en mayoría entre los nómadas en 2020, según un estudio de MBO. [hde_related]
La cuestión es que el trabajo está cambiando: hoy se contratan a personas para resolver problemas y crear soluciones. Según los datos del informe más reciente del Foro Económico Mundial, en los próximos cinco años, aproximadamente el 44% de la fuerza laboral mundial operará de forma remota. Algunos incluso prevén que para 2035 habrá alrededor de mil millones de nómadas digitales en todo el mundo. Esto conduciría a importantes cambios sociales y económicos. El nomadismo digital no es una moda, y la pandemia lo ha institucionalizado.
Hay que decir que el smart working, a diferencia de lo que muchos piensan, no es sinónimo de trabajo a distancia o desde casa. Estas, de hecho, son herramientas, entre otras, que el smart working utiliza para concretar el modelo ideológico en el que se basa. En el centro está el bienestar de los trabajadores combinado con mayor eficiencia y resultados. El ‘trabajo inteligente’, por tanto, no es más que una mentalidad a adoptar para optimizar los recursos y mejorar la productividad.
¿Qué es el nomadismo digital?
Dentro del concepto de smart working existen algunas opciones más específicas, vinculadas al lugar o forma en la que se trabaja. A ese respecto, se ha hablado de ‘south working’, un modelo que permitiría vivir en un pueblo de la provincia de Cádiz mientras se trabaja para una empresa de Madrid o Barcelona. Menos específico en cuanto a situación geográfica es el nomadismo digital.
El nómada digital, de hecho, es una persona que puede trabajar en cualquier parte a través de las herramientas que le ofrece la tecnología. Gracias a esta flexibilidad, este trabajador decide no vincular su vida profesional a un lugar específico. Para él no hay límites espaciales, existen solo lugares con conexión a internet y lugares sin ella. Por supuesto, la curiosidad y la independencia son elementos clave para emprender esta elección de vida.
Dicho esto, los nómadas digitales tampoco son mochileros que deciden viajar por el mundo con su portátil. De hecho, no hace falta estar de viaje de forma constante para definirse como nómada digital. A menudo se trata de personas que siguen un estilo de vida libre, por lo que sería paradójico que existiera la obligación de viajar. El nomadismo digital no es un modus operandi, sino un estado mental, cuya principal característica es, de hecho, la búsqueda de la libertad.
Existen muchas opciones laborales para los nómadas digitales. Y solo comparten el hecho de que se pueden llevar a cabo sin límites de espacio y tiempo a través de un ordenador. Un nómada digital puede ser, por ejemplo, copywriter, programador, diseñador, consultor, profesor de yoga en Youtube, creador de contenidos, CEO de empresas remotas, gerente de Recursos Humanos, traductor, periodista o videomaker.
Los destinos de los nómadas
Muchos países ofrecen ‘paquetes’ dedicados a smart workers y nómadas digitales en busca de lugares que aún no están completamente gentrificados y con culturas locales vivaces. Canarias ha invertido 500.000 € para atraer a 30.000 trabajadores extranjeros durante los próximos cinco años con el lema “la oficina con el mejor clima del mundo”. España, en general, es de los destinos favoritos de los nómadas digitales de todo el mundo.
Por su parte, la isla griega de Creta promete una reducción de impuestos del 50% para los ‘colonos digitales’ durante los primeros siete años de residencia. En Madeira, la pequeña isla portuguesa, acaba de nacer un pueblo para nómadas digitales. En Ponta do Sol, un pueblo del suroeste, los nómadas encuentran una red wifi muy potente y espacios donde trabajar con otros coworkers.
Existen varios ránking detallados para escoger el destino más adecuado. Antes de elegir el país o la ciudad al que acudir, se deben considerar algunas variables. Por ejemplo, de acuerdo con las necesidades y las posibilidades económicas de cada uno, se debe evaluar el coste de vida y los atractivos naturalistas y culturales. Pero también el nivel de seguridad, el clima o la cultura.
La gestión financiera es otro tema de gran importancia. Antes de emprender el camino del nomadismo digital, es recomendable disponer de unos ahorros para cualquier imprevisto. Además de encontrar un equilibrio con todos los gastos fijos en los que se incurrirá. Alojamiento, comida, transporte, internet y equipamiento son algunos de los gastos que pesan sobre las finanzas del nómada digital de forma regular y repetida.
Se pueden usar agendas, apps para la gestión de gastos u hojas de cálculo: lo importante es mantener este aspecto bajo control. Una cuenta con un banco online o una Fintech puede ser la opción más ágil para moverse.
Las dudas sobre el nomadismo digital
Si, por un lado, la tecnología hace viable la transformación de los métodos de trabajo tradicionales (donde sea posible), por otro, nos enfrentamos a muchas dudas. Entre estas, las más evidentes y experimentadas son la falta de sociabilidad entre colegas, el aplanamiento de la contaminación profesional y las dificultades de las actividades comerciales que surgen cerca de las oficinas. Además de las inevitables videoconferencias, para remediar los efectos negativos del aislamiento los espacios de coworking pueden servir para recrear la contaminación creativa de la oficina.
En cualquier caso, la reflexión que muchos hacen es: ¿estos nuevos métodos de trabajo y estilos de vida seguirán formando parte de nuestras vidas después de la pandemia? La mayoría de las empresas prevé que, tras la actual emergencia, los empleados tendrán que presentarse en la oficina al menos tres días a la semana. Una condición alejada de la vida de un nómada digital. Además, lo que ya está claro es que no todos los trabajadores pueden convertirse en nómadas. Hay personas que necesitan una rutina y hay trabajos que nunca se podrán digitalizar al cien por cien.
El nomadismo digital requiere una buena dosis de independencia, predisposición a organizar el tiempo, un alto grado de responsabilidad profesional y una actitud proactiva. Además de saber trabajar por objetivos. También hacen falta ingenio y espíritu de adaptación hacia los nuevos lugares de residencia. Es una elección de vida muy fascinante, pero, ciertamente, no apta para todos.
Imágenes I Persnickety Prints/Unsplash, Austin Distel/Unsplash, Luke Dean-Weymark/Unsplash, Magnet.me/Unsplash
Por Alberto Barbieri