Según el Informe La franquicia en España de 2017, a finales de 2016 había en España casi 1.300 enseñas que operaban bajo este sistema, con más de 70.000 locales repartidos por todo el país. No es extraño que muchos emprendedores mediten si merece la pena convertirse en franquiciado.
Además, la red de franquicias se extiende por una amplia variedad de sectores. Algunos de los más habituales son la alimentación, la moda, la hostelería, el transporte, la belleza, la automoción o la informática.
¿Quién es considerado un franquiciado?
Se denomina franquiciado a quien se adhiere a la red de una franquicia y franquiciador a su promotor. La relación entre ambos se regula a través de un contrato de franquicia, que no tiene una estructura fija. Puede variar bastante de una enseña a otra. Sin embargo, es habitual que el franquiciado asuma las siguientes obligaciones:
- Pagar un canon de entrada al adherirse a la franquicia
- Satisfacer periódicamente unas cantidades de dinero denominadas royalties.
- Desarrollar su actividad conforme a un conjunto de reglas establecidas en el contrato.
A cambio, el franquiciado suele adquirir diversos derechos:
- Puede usar la marca de la franquicia
- Se le transmite un know-how
- Recibe formación, asistencia y soporte del franquiciador, etc.
Los perfiles de los franquiciados
La decisión de convertirse en franquiciado está motivada por circunstancias muy diferentes. Estos motivos son algunos de los más habituales.
El seguimiento de una marca
Muchos emprendedores admiran profesionalmente la labor de una marca. Quieren colaborar en su actividad y sentirse parte de ella. Ese sentimiento puede producirse tanto en enseñas muy conocidas entre la población como en otras más especializadas. Por ejemplo, algunas marcas son sinónimo de calidad técnica entre los profesionales de un sector concreto.
Querer adquirir una experiencia
La franquicia no solamente es un marco para desarrollar negocios, sino también una oportunidad para ganar experiencia. Los potenciales franquiciados saben que detrás de ella encuentran un negocio en marcha. Es algo más sencillo tener bastantes ventas desde el comienzo, ya que el público ya conoce la actividad de la enseña.
Necesidad de respaldo
Con la franquicia tienen una oportunidad para ir conociendo lo que funciona y lo que no. En cierto modo, van desarrollando un proceso de aprendizaje tutelado por el franquiciador. Confían en sus procedimientos.
Diversificación
Un franquiciado ha de tomar muchísimas decisiones, pero algunas menos que en otro tipo de negocios. El contrato exige que la actividad se desarrolle dentro de unos cauces más o menos delimitados.
Para muchos emprendedores propietarios de otros negocios, abrir un local como franquiciado es una oportunidad atractiva para abrirse a otros sectores. Esperan que no les reclame una atención excesiva que les impida continuar con su actividad principal y, al mismo tiempo, disponer de un “colchón” ante el riesgo de fracaso en dicha actividad principal.
El trato con los clientes
Dado que el franquiciado se suma a un negocio en buena medida ya diseñado, la principal preocupación reside en las ventas. Así, la franquicia puede resultar especialmente atractiva para quienes tienen una especial facilidad de trato con el tipo de clientes a los que van dirigidos los productos de la enseña.
Una oportunidad para asumir riesgos
Muchas personas tienen un espíritu emprendedor, pero les falta algo que la franquicia les da. Por ejemplo, no tienen una idea clara de negocio, no saben trasladarla a un proyecto viable o encuentran demasiadas trabas para montar un negocio. Con esta solución obtienen una respuesta suficientemente construida para poder comenzar su actividad empresarial.
En todo caso, la franquicia reclama mucha atención, análisis y planificación. Antes de convertirnos en franquiciados, deberíamos buscar respuestas a preguntas como las que vemos en la siguiente infografía.
Por Gonzalo García Abad.