¿Cómo saber si eres un ‘workaholic’ y cómo superar la adicción al trabajo?

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Por el momento, la palabra workaholic no está en el diccionario de la Real Academia Española. Sin embargo, ya es una expresión muy oída cuando toca describir a alguien que vive para el trabajo, y no al revés. La Fundación del Español Urgente (Fundeu) recomienda como sustitutos de la voz inglesa (que en realidad es una combinación de work+alcoholic y fue usada por primera vez en 1971) expresiones como ‘adicto al trabajo’, ‘trabajoadicto’ e incluso ‘laboradicto’. 

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El ‘adicto’ al trabajo sobrevalora su faceta profesional muy por encima de la personal y familiar. Esto se traduce en no tener problema con los horarios desproporcionados y el trabajo en los fines de semana, las vacaciones e incluso durante las convalecencias. Las personas que sufren esta adicción hacen grandes esfuerzos para rendir al máximo y aumentar sus logros en las compañías, por lo que no suelen rechazar nuevos proyectos y responsabilidades. Incluso un workaholic de libro asume esta sobrecarga de responsabilidad sin estar obligado por ningún superior. En su caso, la motivación principal es una autoexigencia. Y se siente mal si baja este ritmo frenético de actividad. 

Ser adicto al trabajo, más que un proactividad e iniciativa

Los trabajoadictos pueden mostrarse irritables fuera del ámbito laboral. Y, por lo general, tienen poco interés por actividades relacionadas con el ocio y que para otras personas son las más deseables, como descansar en una playa leyendo un libro. En otras palabras, son personas a las que les cuesta desconectar, volcarse en una afición y disfrutar de los placeres de la vida. De hecho, la gestión y el reparto del tiempo que hacen suele ser bastante deficiente. Priman, muy por encima de todo, el que dedican a sus quehaceres profesionales.  

A nivel fisiológico y emocional, esta adicción puede causar estrés y todos los problemas que eso conlleva. Y puede provocar insomnio y falta de deseo sexual. También suele llevar a la frustración, pues un adicto no estará satisfecho hasta que no acaba su tarea y no asume nuevos retos. Además, hay investigaciones que apuntan a esta compulsión como origen de problemas mentales como la depresión, el trastorno obsesivo-compulsivo y la ansiedad. 

En España no hay muchos estudios sobre este fenómeno, aunque está muy extendido. Uno de los más citados data de 2012 y fue desarrollado por investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia, la Universidad Jaime I de Castellón y la Universidad del País Vasco. Señala que el índice de adictos al trabajo podría sobrepasar el 10 % de la fuerza laboral. 

Un test rápido para saber si somos adictos

Detectar y combatir la adicción al trabajo es una tarea compleja. En primer lugar, porque el trabajo y el progreso profesional están muy bien vistos. Todo lo que sea labrarse una carrera y tener éxito laboral tendrán el respaldo de la mayoría. En otras palabras, es una adicción, pero tiene ‘buena prensa’. Al contrario de lo que ocurre con las drogas, el alcohol, el tabaco, el juego y el mismo teléfono móvil, a los que se impone una clara condena social. 

Por otro lado, las personas que sufren adicción al trabajo no suelen ser conscientes de su problema. Y, en muchas ocasiones, tampoco lo son su entorno familiar, sus amigos, ni sus compañeros de oficina. Por eso, es fundamental acudir a un psicólogo profesional si se cumplen algunos de los siguientes síntomas.

Cómo superar la adicción al trabajo

Por suerte, hay pautas para dejar atrás una adicción tan fuerte y aceptada en el aspecto social como la del trabajo. Lo primero que tiene que hacer un workaholic es establecer unos horarios de trabajo sensatos y cumplirlos. Así evitará llegar a casa tarde o trabajar los fines de semana y en vacaciones. De hecho, para reforzar la faceta social y poner freno a las jornadas interminables en la oficina, conviene programar encuentros sociales con amigos o familiares que equilibren la situación.   

En el trabajo, el adicto también hará bien si limita el número de tareas que acepta, o los proyectos que le encomiendan. Se puede ser un buen profesional sin ser un esclavo de la exigencia de los superiores. O, lo que es peor, de la propia exigencia personal. Una buena terapia empieza en este caso por decir ‘no’. También es recomendable ser flexibles con las fechas límite de los proyectos y, en ningún caso, ser más estrictos que los propios superiores. 

El adicto al trabajo también suele ser una persona perfeccionista. Por eso conviene no buscar esa perfección a toda costa. Esa manía por hacerlo todo impecable llevará al afectado a revisar de manera constante el trabajo y a no estar nunca contento con el resultado. Un trabajo bien hecho y de calidad es suficiente. No se trata de ganar el Premio Nobel cada día.   

Y, por último, un workaholic debe pensar en algún momento en todas esas personas que al cabo de los años se arrepintieron de las largas jornadas en la oficina que les impidieron estar más tiempo con sus hijos y con sus seres queridos. O dedicarse a una afición que les apasionaba y les proporcionaba verdadero disfrute. 

El objetivo último de todo ello debe ser modificar la escala de valores para que el trabajo no sea lo más importante. Más vale tarde que nunca para sacar todo el partido a la vida

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