Antonio Renom fue operado a vida o muerte con 22 años. De eso hace casi una década y media. A partir de aquel momento, Renom empezó a contemplar la existencia de otra manera y a pensar que las crisis personales o profesionales son el motor del cambio, la gasolina para seguir viviendo y mejorar.
Renom, que en este tiempo ha podido dar un giro de 180 grados a la empresa de su familia, dedicada a la gestión de activos inmobiliarios, ha escrito un libro —‘El aprendizaje de las cicatrices’— donde habla de su peripecia y la de otros como él que pasaron por momentos de crisis, que sufrieron el fracaso y que sintieron temblar el suelo bajo sus pies, pero que se recuperaron y acabaron encontrando su lugar en el mundo… para mejorarlo. En esta entrevista da algunos consejos vitales y empresariales.
En tu libro criticas el “pensamiento positivo”. Dices que es una gran mentira. Sin embargo, por otro lado propones que debemos trabajar para que la insatisfacción, el fracaso, el sentimiento de frustración o el dolor de la enfermedad se conviertan en una fuente de transformación personal, en energía que nos permita mejorar en todos los aspectos. ¿No es esto una paradoja?
Estoy en contra del pensamiento positivo sin actuación. Creer que las cosas irán bien por sí solas, o la gran frase “si quieres, puedes”, me parecen una falacia. Lo que hay que hacer es: aceptar y reconocer la situación de problema/fracaso, visualizar y proyectar dónde nos gustaría estar y ejecutar un plan de acción, en el que cada uno actúa, crece, piensa y evoluciona de manera personal.
En ‘El aprendizaje de las cicatrices’ vienes a decir que la afirmación, la acción, el cambio y en general las cosas buenas de la vida salen de las contrariedades, del fracaso, de la enfermedad… ¿Cómo se produce esa alquimia?
El fracaso o la enfermedad te ayudan a ver la vida con otros ojos. Cualquier hecho traumático en tu vida es un buen aprendizaje de cara al futuro, para saber lo que sí o lo que no debes hacer en una siguiente ocasión. Se dice que las personas más poderosas no son aquellas que no tienen puntos débiles, sino aquellas que son perfectamente conscientes de cuáles son. Y ese conocimiento es lo que nos hace fuertes. Por otro lado, cuando nada se pone en crisis, no se produce tampoco ningún progreso. Y aquí es donde radica la esencia del beneficio frente a una enfermedad.
Fuiste operado a vida o muerte en 2003 de una enfermedad, la malformación de Chiari, que siempre te dio muchos problemas y dolores. ¿Cómo te cambió personal y profesionalmente esta experiencia?
Ha sido el mejor regalo de mi vida. Volví a nacer metafóricamente, mirando la vida con otros ojos. Me cambió la forma de ver las cicatrices y la manera cómo vivimos con ellas. Tendemos a verlas en negativo, pero hay que verlas como el recuerdo de una victoria.
En tu libro concibes el fracaso como motor de cambio y progreso. Sin embargo, ¿no sigue estando el fracaso, sobre todo el empresarial, demasiado estigmatizado en un país como España?
A nivel empresarial sí. Como comentas, es algo puramente geográfico. En Estados Unidos, por ejemplo, el fracaso es una realidad presente en todos los currículums de grandes empresarios y emprendedores. El fracaso allí está considerado como un aprendizaje vital, que te ayuda a valorar el éxito y te hace más fuerte. Aquí, en cambio, tenemos una cultura basada en la envidia. Pero el tipo de fracaso que trato de explicar en el libro es un fracaso personal, íntimo, propio, que es necesario aceptar para poder aprender de él.
También propones un manifiesto minimalista para el “hombre de negocios”, una especie de código de buenas prácticas. Brevemente, ¿en qué consiste este manifiesto? ¿Cuáles son sus máximas principales?
Se trata de un manifiesto de ocho puntos que he ido desarrollando a lo largo de los años. Está basado en ideas procedentes del minimalismo que se pueden aplicar tanto a la empresa como a la vida. Las máximas principales son los que conforman una empresa informal, funcional, elemental, antimonumental, adaptable a los nuevos entornos, asimétrica, eficiente, y que economiza recursos.
Precisamente, en el libro dices cosas como que la empresa de hoy en día debe ser “antimonumental”. ¿Podrías explicarte?
Creo que es uno de los principios de las nuevas empresas. Hace años, las empresas mostraban su poderío a través de grandes monumentos y edificios como forma de ostentación. Hoy día, las empresas tienen otras formas o herramientas más eficientes para demostrar su grandeza. La notoriedad que tienen en las redes sociales, la presencia en medios de comunicación, etc. Y son antimonumentales porque estamos en una sociedad hiperconectada bajo una red de información transparente. Las empresas optan por la transparencia, el minimalismo y la eficiencia.
Asimismo dices que una vida sabia no consiste tanto en tener las respuestas apropiadas, como en hacerse las preguntas pertinentes. ¿Qué preguntas debe hacerse un emprendedor cuando está a punto de iniciar un proyecto?
Es fundamental que cualquier emprendedor se haga la pregunta: ¿estoy dispuesto a dedicar mi vida a ese proyecto? Porque emprender implica compromiso. En segundo lugar, ¿es necesario? Porque el emprendedor debe saber si su servicio o proyecto es algo que resuelve algún problema que el potencial cliente no tiene cubierto en la actualidad. También debe preguntarse sobre sus talentos y capacidades para poder rodearse del equipo adecuado para llevarlo adelante. Si es capaz de contestar a todas estas preguntas con sinceridad, lo demás será trabajar duro y tener paciencia e ir aprendiendo. Y muy importante: durante el proceso, aprender de los errores que seguro comete, aceptarlos y seguir creciendo.
¿Y cuáles son las preguntas que debe hacerse un empresario de largo recorrido para garantizar el crecimiento de su empresa a medio o largo plazo?
Cada empresa es un mundo, y cada empresario debe hacerse preguntas distintas. Aún así, el empresario debería preguntarse si está resolviendo de forma eficiente las necesidades de sus clientes. Si está actuando de una forma ética con sus empleados, proveedores y accionistas. Y, por último, si está teniendo en cuenta la revolución industrial que estamos viviendo; si está vislumbrando todos los cambios digitales que conviven en la actualidad y si ha preparado un plan para integrar las innovaciones que hagan a su empresa más eficiente. Las empresas deben tener claro que reinventarse forma parte de su proceso.
Por lo que he leído, cogiste las riendas de la empresa familiar, Levante Capital Partners, dedicada a la gestión inmobiliaria y le diste “un giro de 180 grados”. ¿En qué consistió exactamente ese giro?
Pasar de una empresa familiar y rentista a una firma global de inversiones y asesoramiento estratégico que genera valor y da servicio a compañías e instituciones globales. Hemos abierto oficina en 5 ciudades europeas y estamos establecidos en 4 países. Espero poder seguir ampliando el negocio en este 2017 y cruzar el Atlántico en 2018.
También hablas en ‘El aprendizaje de las cicatrices’ de la importancia de saber elegir un socio cuando uno se embarca en la creación de una empresa. ¿Qué debe tener el socio ideal?
El socio es aquel compañero de viaje que elegimos nosotros. Así que la cualidad más preciada en un socio es su lealtad y fidelidad. No menciono que sea competente o profesional, puesto que son cualidades que se dan por descontadas al incorporar a un socio de vital importancia al negocio.
¿Cómo tiene que ser el líder empresarial de hoy? ¿Qué valores y actitudes debe tener?
El líder de hoy debe ser alguien con mucho sentido común. Con visión de futuro, para saber adaptar las novedades tecnológicas y la gran transformación digital que sacude las empresas. Tiene que ser capaz de ordenar en prioridades los elementos que tienen que ser realizados y que sepa mantener la calma y actuar convincentemente en las situaciones de crisis. El directivo de hoy tiene que ser un directivo que esté preparado para reinventar la empresa y reinventarse asimismo, pues vivimos un momento y un proceso -la transformación digital- que ha venido para quedarse.
Tu libro está lleno de referencias culturales, históricas, científicas y artísticas. En sus páginas salen Truffaut, Tarantino, Spielberg, Forrest Gump, el matemático John Napier, los filósofos estoicos, Diógenes (el del barril) o incluso el personaje de animación japonés Shin Chan, entre otros muchos. ¿No temes que tanto culturalismo oscurezca los mensajes en un libro que en el fondo está dirigido a hombres de negocio?
Es un libro de reflexiones basadas en hechos históricos. Los hechos apoyan el discurso, para demostrar que la insatisfacción es la energía del cambio más poderosa. Asimismo, siempre he dicho que el libro es un libro abierto. No cierro capítulos, no cierro anécdotas, porque creo que cualquier otro ejemplo práctico puede servir para explicar mi visión sobre la vida y los negocios. Al fin y al cabo, lo importante es transmitir el mensaje, sin importar cómo.
Por Juan I. Cabrera