1.180 millones de euros. Es el valor, en este momento, del 11 ideal de jugadores de fútbol que presenta Transfermarkt, una de las plataformas online referencia en el mundo del fútbol.
Entre ellos, muchos nombres conocidos por la afición española. Están, claro, Messi y Neymar, con un valor de 180 millones de euros cada uno. Y Varane, Carvajal, De Gea, Salah o Mbappé. Pero ¿cómo llega un futbolista a valer esas cantidades? ¿Ha sido siempre así? ¿Hasta qué punto influye la ley de la oferta y la demanda y qué papel juega la ciencia de datos en todo esto?
No, no siempre ha sido así
Hace poco más de un año, el Paris Saint Germain, o PSG, revolucionaba el mercado del fútbol. Tiraba de talonario para fichar a Neymar y pagarle al FC Barcelona 222 millones de euros. Batía el récord de traspasos. Pero no sería ni la primera ni la última vez. Los casi 100 millones que el Real Madrid pagó por Cristiano Ronaldo, primero, y Bale, unos años más tarde, los 60 del Chelsea para llevarse a Torres, o los 30 del Madrid para fichar al otro Ronaldo (el brasileño, el mismo que acaba de hacerse con el Real Valladolid) en 2002 fueron también récords en su día.
Sin embargo, las cifras no siempre han sido tan altas. De hecho, del top 20 de los fichajes más caros de la historia, 19 se produjeron en la última década. Y nueve del top 10 en los últimos cinco años.
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Seguir el rastro del dinero es complicado. Pero parece haber una relación directa entre el aumento de los ingresos televisivos de LaLiga y la Champions League (ambas disponibles en Orange TV) y el poder económico de los clubes para afrontar semejantes desembolsos. En el caso español, por ejemplo, LaLiga pasó de ingresar 728 millones de euros en la temporada 2011-2012 (en la que cada club negociaba todavía por separado con las televisiones) a más de 1.400 millones en la temporada 2016-2017.
“El crecimiento de los ingresos por televisión […] ha intensificado la competencia por los mejores jugadores. Cinco de los últimos seis Mundiales han sido ganados por países europeos. Aunque los torneos deportivos siempre arrojarán sorpresas, en un deporte como el fútbol el dinero tiene una tendencia a influir en los resultados”, explica Peter Thar Larsen, analista de Breakingviews para Reuters.
La oferta y la demanda
Cuando el FC Barcelona fijó la cláusula de Neymar en 222 millones pensaba que nadie nunca la iba a pagar. Sin embargo, el PSG lo hizo, a pesar de que se estaba gastando 60 millones más del valor real del jugador en el mercado. Sin embargo, el concepto de valor real está muy discutido. Hay quien piensa que no existe objetividad en estas cifras.
“Es una cuestión de oferta y demanda, y los agentes tienen poca influencia. Cuanto más importante es la competición, mayor es el precio de los jugadores”, explica Phil Smith, agente del delantero inglés Harry Kane y el centrocampista ruso Andréi Arshavin, entre otros jugadores. Así, el precio de los jugadores sería fruto de una negociación entre agentes, representantes y clubes. Una negociación directa y a través de los medios, escenificando públicamente el tira y afloja.
Sin embargo, ante la creciente profesionalización del fútbol en todo el mundo y el aumento de las cantidades en juego, el análisis de datos tiene un papel cada vez más importante en el valor de los jugadores. La intuición de los agentes y mánagers clásicos está dando paso al estudio estadístico de multitud de variables para intentar garantizar las inversiones.
El valor de los datos
“Al igual que muchos otros, [antes de empezar el estudio] pensábamos que la objetividad en las cifras de los traspasos era escasa. Sin embargo, el análisis estadístico indica que el grado de racionalidad es importante. A pesar de que las cantidades invertidas en ocasiones son sorprendentes, la mayoría sigue una lógica predecible”, explican desde el CIES Football Observatory.
Según su informe más reciente, el perfil del club que ficha es importante a la hora de fijar el precio. Se deben tener en cuenta la trayectoria del equipo, las competiciones que disputa o su poder económico, entre otros factores. Además, hay que considerar el valor del contrato que se negocia y el acceso a crédito del club (nadie guarda 222 millones de euros debajo del colchón).
Pero en todo esto sigue habiendo una variable fundamental y complicada. El valor del futbolista. ¿Son sus goles o la precisión de sus pases los que marcan su precio? ¿Es su capacidad para vender camisetas o llenar estadios? ¿Es su edad o, quizá, su buen hacer en el vestuario?
La ciencia busca una respuesta
Cada vez hay más empresas de gestión deportiva que diferencian entre el precio intuitivo (el que un equipo está dispuesto a pagar) y el valor intrínseco de un jugador. “El precio intrínseco es lo que un jugador debería valer en el mercado basándose en su desempeño, su edad y su posición”, explica Bobby Gardiner, product manager de Football Whispers, en este artículo. “Aunque tiene sentido que la capacidad o el rendimiento de un jugador sean el aspecto dominante en su valoración de mercado, es también el aspecto más difícil de modelar”.
Como Football Whispers o CIES Football Observatory, multitud de compañías están acudiendo a las matemáticas en busca de una respuesta. En el paper ‘Beyond crowd judgments: Data-driven estimation of market value in association football’, investigadores de las universidades de Copenhague y Liechtenstein estudian todas las variables que influyen en el valor de un jugador a lo largo de su vida profesional.
Su modelo estudia las características objetivas del jugador:
- Edad. Refleja la experiencia de un jugador y su potencial de mejora.
- Altura. Influye en su capacidad de golpear el valor de cabeza, en defensa o en ataque, y, por lo tanto, de influir en el resultado.
- Posición. Se estudia su flexibilidad para adaptarse a distintos modelos de juego. Influye también en su potencial de popularidad entre los aficionados. Los delanteros suelen ser más valorados que los defensas.
- Pierna de preferencia. Otro factor que influye en la flexibilidad del jugador sobre el campo.
- Nacionalidad. En función de las competiciones, existen limitaciones de jugadores extranjeros. Por ejemplo, en LaLiga, solo pueden jugar un máximo de tres extracomunitarios por equipo. Es decir, tres jugadores que no tengan nacionalidad de un país de la Unión Europea o países asociados.
En un segundo bloque, analizan la habilidad y la capacidad de los jugadores.
- Tiempo jugado, en su equipo y/o en su selección y regularidad durante las últimas campañas.
- Goles. Su capacidad goleadora es un factor clave en su valor intrínseco.
- Asistencias. Refleja su influencia en el juego de su equipo y su capacidad para decidir partidos.
- Pases. O, más bien, precisión en los mismos.
- Regates y entradas. Señalan la capacidad de encarar al rival y salir airoso de los enfrentamientos.
- Faltas y tarjetas. Reflejan la intensidad y la conflictividad de un jugador.
Por último, los investigadores indican un tercer bloque que influye en el valor del futbolista: su popularidad. Para medirla, señalan que cada vez más clubes acuden a estudios de impacto en medios y de presencia en las redes sociales e internet antes de fijar un precio para el jugador.
“Dada la creciente disponibilidad de información sobre los jugadores tanto en forma de conjuntos de datos a través de terceros como de contenido generado por los usuarios de la red, creemos que la industria del fútbol apostará cada vez más por análisis de datos durante las negociaciones de los fichajes”, concluyen los investigadores.
Intuición, camisas remangadas y capacidad de negociación, por un lado. Datos, variables y modelos matemáticos, por otro. Como resultado, un negocio cada vez mayor en el que un futbolista es mucho más que una persona. Un deportista se convierte en un activo de inversión que alcanza valores cada vez más altos.
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