En la actualidad, los certificados de calidad juegan un papel muy importante porque permiten aumentar la confianza de consumidores, proveedores y otros agentes externos en una determinada empresa, convirtiéndose en uno de los mejores aliados para su competitividad.
Podemos definirlos como el resultado de un proceso por el cual los auditores o evaluadores de la empresa certificadora examinan si una organización, producto, proceso o servicio se ajustan a unas normas preestablecidas y consideradas óptimas por la entidad que certifica. Si el resultado es satisfactorio, se emitirá un documento público, el certificado de calidad.
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Como cabría esperar, los hay de muchos tipos, pero detengámonos en los principales.
Certificados ISO
Los certificados ISO de gestión son los más conocidos y se pueden agrupar en cinco grandes familias:
- Certificados ISO de gestión de calidad de productos. También llamadas normas ISO 9001, todas las empresas que cuentan con estas licencias se comprometen a garantizar una serie de estándares de calidad en relación con sus productos y servicios.
- Certificados ISO de gestión ambiental. Dada la creciente conciencia medioambiental ante la crisis climática que vivimos, cada vez más empresas optan por la obtención de la también denominada norma ISO 14001, a través de la cual demuestran su compromiso con la protección de la naturaleza y con la reducción en lo posible de la huella ambiental de su actividad.
- Certificación de procesos. Una norma menos conocida, pero también importante, es la ISO 5001, que determina los estándares de eficiencia energética que deben cumplir las organizaciones durante sus procesos de producción.
- Certificación de personas. La norma ISO 17024 certifica la experiencia, formación y cualidades de los empleados de una empresa para llevar a cabo sus tareas.
- Certificados ISO de riesgos y seguridad. Por último, hay toda una serie de normas que aseguran que las organizaciones acogidas a ellas no van a cometer negligencias en materia de seguridad y que sus sistemas están correctamente implantados, garantizando la seguridad de los trabajadores y de las propias instalaciones. En este campo, las licencias más habituales son ISO 27001, ISO 22301, ISO 39001 e ISO 45001.
En España, la entidad encargada de otorgar los certificados ISO es AENOR (Asociación Española de Normalización y Certificación).
Certificado de calidad I+D+i
Las mencionadas hasta ahora son licencias tradicionales, pero el mundo de la certificación se ha ido adaptando a las nuevas exigencias del mercado y abriéndose por tanto a otros sectores. Tal es el caso de esta clase de certificado de calidad, que verifica y garantiza que un proyecto supone una innovación real desde el punto de vista tecnológico dentro de más de 30 disciplinas, desde la energía a la óptica, pasando por la tecnología textil.
Sello de calidad en internet IQ
En plena era digital, es uno de los certificados de calidad más valorados hoy en día, pues determina que una página web cumple con la legalidad vigente, es accesible y asegura con sus contenidos la protección de los menores. En definitiva, establece que la presencia online de una empresa es transparente y de confianza.
Calidad turística Q
En un país como España, eminentemente turístico, es el certificado de calidad más importante en la hostelería. Esta licencia, de acuerdo a unas normas dictadas por el Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE), certifica que un determinado complejo turístico cumple con una serie de estándares de calidad. Son susceptibles de solicitar y recibir la ‘Q’ hasta 25 subsectores, desde hoteles y apartamentos turísticos hasta balnearios, museos, campings y ciudades de vacaciones.
Ventajas de las certificaciones
Si bien la mayor parte de las veces no saben en qué consisten, la mayoría de los consumidores perciben los certificados de calidad como una garantía de que la empresa es buena en lo que hace. Indudablemente, esto se traduce en una mejora de la imagen de la organización, haciendo que los consumidores estén más dispuestos a comprar sus productos o contratar sus servicios. De ahí que las empresas merecedoras de estas licencias las luzcan orgullosas en sus páginas web, su publicidad y sus comunicaciones.
Cierto es también que no es sencillo ni barato obtener estas certificaciones. El proceso para conseguirlas se puede demorar más de un año en algunos casos y al gasto en los estudios que hay que presentar se suma el derivado de contratar a especialistas que ayuden a implantar sistemas de calidad que sean merecedores de estos distintivos de excelencia. Sin embargo, dados sus beneficios, todo lo anterior habría que verlo no realmente como un gasto, sino como una inversión que acabará incrementando a la larga la cuenta de resultados.
En este sentido, son ventajas que, contrariamente a lo que algunos pudieran pensar, también están al alcance de las pequeñas y medianas empresas. Es más, es una forma de que estas demuestren que sus procesos, productos y servicios también pueden estar bajo los mejores estándares de calidad, equiparándose a las organizaciones más grandes y generando confianza y reputación en el mercado.
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