El comercio justo es una interesante pieza del gigantesco puzle que representa el desarrollo sostenible. Es una iniciativa que enmarca la necesidad de las empresas y los mercados crecientes de generar armonía con el entorno y, en particular, entre todas las poblaciones del mundo. Este fin de semana, el sábado 8 de mayo, tuvo lugar el Día Mundial del Comercio Justo, como el segundo sábado de mayo de cada año.
[hde_related]
Qué es y qué no el comercio justo
El comercio justo se fundamenta en la idea de que se puede trabajar por una redefinición de condiciones comerciales para generar una mayor sostenibilidad social y ambiental en los países más pobres. Quizá se entienda mejor por lo que no es (o no debe ser):
- Comercio al uso. En la medida en que pretende ir un punto más allá y colocar en el centro de la prioridad cambiar las condiciones del mercado. En particular, lucha por acabar con situación de explotación laboral (como, por ejemplo, la de los niños), la diferencia de trato para el mismo trabajo (en contra de la discriminación hacia la mujer, entre otras causas) y promover una mejora material en la vida de los productores a través de un salario negociado como justo y el establecimiento de programas de inversiones, capacitación laboral e inserción laboral de colectivos desfavorecidos.
- Caridad, ya que no promueve una limosna. Suele implicar precios más elevados con el objetivo de que lleguen a los productores, pero fruto de un intercambio libre.
- Una campaña de publicidad, que, en realidad, se convertiría en un bumerán. No se trata de mejorar la imagen de la empresa, sino de hacer más sostenible la actividad. No es una iniciativa aislada que se juzga por resultados a corto plazo en la reputación. Al contrario, es a largo plazo donde los consumidores y otras partes implicadas observan con lupa la capacidad de la empresa para generar armonía social y ambiental.
- Una iniciativa pública. Aunque los estados puedan diseñar planes para facilitar el comercio justo, se trata de una práctica empresarial.
Cómo se debe desarrollar el comercio justo
La pieza básica son los contratos y la transparencia. Las empresas implicadas ejercen de puente entre un consumidor que busca un producto de calidad que refleje determinados valores de justicia y unos productores locales que deben participar en unas condiciones más sostenibles para ellos y para el entorno en el que viven.
La solución más habitual, en la práctica, ha tendido a disminuir todo lo posible el número de intermediarios. De lo que se trata es de que la empresa promotora del comercio justo pueda negociar muy directamente con todas las partes implicadas cómo se desarrollarán las relaciones. En ese proceso se deben encontrar respuestas a los retos de calidad, trazabilidad, transparencia, cumplimiento normativo, etcétera.
No obstante, hay retos importantes:
- Encontrar la manera de probar al consumidor final que las condiciones son realmente justas. Para ello suelen emplearse sellos y certificaciones. El problema es que puede ser costoso y no siempre se garantiza perfectamente que toda la cadena es justa. De particular interés es que se llegue a una remuneración adecuada para los productores.
- Velar por que lo pactado sea justo y se cumpla. Si los productores o algún intermediario realizan prácticas poco sostenibles en el ámbito social o medioambiental, el comercio justo fracasaría. Esta es, por tanto, la principal responsabilidad de las empresas que promueven iniciativas de comercio justo.
Por qué el comercio justo es tan importante para la sostenibilidad
El comercio justo puede tener ciertas limitaciones, dada la magnitud de los retos que enfrenta. Sin embargo, hace un diagnóstico certero sobre la empresa en el mundo actual: esta debe ser un agente activo de armonización del entorno.
La aproximación del comercio justo echa la vista sobre la contratación y los importantes retos de información e incentivos que presenta. Es lo que podríamos denominar el reto organizativo, es decir, la llamada que los tiempos modernos hacen a cada una de las empresas a generar un conjunto de relaciones con otras compañías, personas y organizaciones que sean creíbles, beneficiosas y sostenibles en el tiempo. Y que, a la vez, permitan que el negocio cubra sucesivas etapas de desarrollo.
Vivimos en un mundo muy interconectado y hay una necesidad creciente de pisar terreno firme. Las empresas que buscan soluciones cooperativas creíbles a los retos de sostenibilidad son una fuente de certidumbre. Ejercen como ‘traductoras’ de los cambios que se producen en el mundo entero y señalan los caminos por los que se puede caminar sin generar desequilibrios que, a medio y largo plazo, puedan ser una losa para el negocio.
En cierto modo, el comercio justo se alza como un enfoque de afrontamiento del entorno VUCA. Aporta estabilidad a todas las partes implicadas, examina las complejidades e incertidumbres de la contratación y tiende puentes para gestionar positivamente la ambigüedad que genera la diversidad cultural.
En el mundo empresarial, las soluciones a los problemas permanecen siempre abiertas. Pueden existir otros muchos enfoques que intentan resolver los retos sobre los que nos llama la atención el comercio justo. Sin embargo, está claro que esta aproximación aborda asuntos del máximo interés para toda empresa que quiera adaptarse al entorno social y ambiental del mundo actual para sobrevivir en el tiempo.
Imágenes | Angelo Moleele, Anne Lin Eduardo Prim, Satria Aditya en Unsplash