Cómo acabar con el presentismo en las empresas

Empresa

Permanecer en la oficina o en el lugar de trabajo más tiempo del normal, haciendo muchas veces cosas que no son propias del puesto, es lo que los expertos denominan presentismo

Es una lacra que afecta a la productividad de las compañías, al trabajo en equipo y la armonía entre empleados. También incrementa el número de accidentes, por puro agotamiento, causa problemas psicológicos y hace más difícil la conciliación de vida familiar y profesional. Pero se puede combatir. [hde_related]

El presentismo es un mal extendido en la empresa española. Según un estudio reciente de Adecco, casi un tercio de las empresas de este país (concretamente, un 30,8%) ha detectado prácticas de presentismo entre sus trabajadores. Es un problema que aflora por falta de ética del empleado, por el miedo a perder el puesto, por simple adicción al trabajo o por una mala organización de la compañía o una deficiente asignación de recursos.

La inseguridad en el empleo que existe en España, sin duda, agrava el problema. Con tasas de paro por encima siempre del 15% y con una inestabilidad laboral que se manifiesta en un altísimo índice de contratos temporales (más de un 25% del total), se da un buen caldo de cultivo para el presentismo.

Cuando el problema viene de los jefes

Pero muchas veces, a los trabajadores no les queda más remedio que ‘calentar la silla’ porque la misma dirección de la compañía valora más las horas de presencia que la cantidad y calidad del trabajo realizado. Y eso impone unas dinámicas perversas. El resultado son empleados que matan el tiempo navegando por internet, contestando a sus redes sociales o comprando en Amazon.  

Unos directivos enamorados de su proyecto pero poco empáticos casi siempre van a pedir una dedicación desmedida y horarios extensos al resto de la plantilla. Además, el presentismo fomenta un mal seguimiento por parte de la dirección de los objetivos asignados a cada empleado o equipo. Muchos jefes no saben cómo evaluar a sus empleados si no es contando las horas que echan, sean productivas o no. Y esa es una pobrísima vara de medir.  

Como consecuencia de todo ello, muchos trabajadores apuran las jornadas laborales para salir siempre los últimos, o por lo menos, después de que lo haga su superior. También es presentismo seguir trabajando en vacaciones, aunque sea desde casa o desde el apartamento en la playa, o no faltar cuando se está enfermo. 

No hay que olvidar tampoco que muchas veces los trabajadores se ven forzados a prolongar sus horas de oficina porque están anegados de tareas y la plantilla es insuficiente. Otra vez, el problema está en la dirección y en una mala asignación de recursos.  

Adiós al presentismo

Un empleado que no descansa lo suficiente acaba siendo improductivo. Se convierte, pues, en un trabajador presente pero desconectado, mentalmente ausente. ¿Cómo acabar entonces con algo tan contraproducente para empresas y empleados como las jornadas de 10 o 12 horas? Aquí van algunas medidas:

Imágenes | iStock.com/AntonioGuillem / Designer491 / AND-ONE

Archivado en
Subir