El acoso laboral es una vulneración de un derecho fundamental, el que tenemos a nuestra integridad física y la dignidad. Es una recomendación común a otros ámbitos, pero especialmente en el lugar de trabajo resulta esencial recabar pruebas para que la denuncia pueda prosperar.
Uno de los casos más habituales de acoso laboral es cuando un jefe intenta forzar que un trabajador abandone el puesto, para ahorrarse la indemnización. Pero también pueden ejercerlo compañeros por causas tanto personales como interesadas, por ejemplo ganar méritos de cara a los superiores. Veamos sus diferentes tipologías. [hde_related]
Qué es el acoso laboral o mobbing
Se define como acoso laboral o mobbing a un conjunto de acciones continuadas e injustificadas que ejercen compañeros, superiores o la propia empresa. Son acciones de violencia consciente y premeditada, generalmente de tipo psicológico (insultos, humillaciones, menosprecios o rumores), aunque pueden escalar a niveles físicos o sexuales. El objetivo es que la víctima sienta miedo o renuncie.
Hablaríamos de bossing o acoso vertical descendente cuando un jefe se aprovecha de su posición, pero también se puede acosar a un superior (acoso vertical ascendente) o darse entre iguales (horizontal). Asimismo, son comunes el burnout y el boreout, producidos por exceso o defecto de ocupación efectiva. El último lugar lo ocuparían la violencia física y el acoso sexual.
Ejemplos de acoso laboral
Puede ser a veces complejo de reconocer, porque se suele ejercer sin testigos, aprovechando encuentros personales. Indicios claros de acoso laboral podrían ser la sobrecarga de trabajo, el entorpecimiento o la alteración de funciones, la culpabilización, discriminación o aislamiento, la difamación personal o profesional, las amenazas o coacciones y las agresiones, tanto verbales como físicas.
Pero no todas las situaciones incómodas en la oficina se pueden considerar mobbing. Hechos aislados o colectivos, en general, no significan necesariamente acoso laboral. Hay correcciones, presiones y hasta discusiones que pueden ser legítimas, especialmente desde una óptica constructiva. Factores clave para distinguirlo serían la repetición, la personalización y la consciencia, lo que se conoce coloquialmente como ‘gota malaya’.
Fases del acoso laboral
Hay cuatro fases habituales en un proceso de acoso laboral. La conocida como fase de conflicto es lógica en cualquier empresa, por la disparidad de objetivos e intereses del equipo. Si no es puntual y el conflicto queda sin resolver, pasaremos al mobbing o estigmatización, mucho más duradera. Aquí el acosador inicia el hostigamiento hacia su víctima con estrategias de ridiculización y aislamiento.
Lo siguiente sería una intervención de la empresa, desde el departamento de recursos humanos o la dirección. En una situación ideal, esta fase se podría cerrar con una solución positiva del conflicto e incluso el despido del acosador. De no ser así, el mobbing culminaría en una fase de marginación o exclusión de la vida laboral de la víctima, habitualmente tras largas temporadas de baja.
Cómo demostrar el acoso laboral
Demostrar el acoso laboral es complejo porque la víctima teme perder el empleo. Además, el acosador suele utilizar medios que no dejan pruebas, incluso anónimos. Por eso es tan importante conocer cuáles son los medios de prueba que regula la Ley de Enjuiciamiento Civil. El primero de ellos sería el interrogatorio de las partes, cuando tanto víctima como acosador ofrecen testimonio.
Lo más útil sería presentar documentos como correos electrónicos, mensajes en aplicaciones de mensajería rápida o actas de reuniones que incluyan pruebas irrefutables. También se pueden aportar fotografías o vídeos donde ambos aparezcan. Y por último se puede solicitar que otros compañeros o superiores testifiquen a favor de la víctima.
Cómo denunciar el acoso laboral
Una situación de acoso puede ser muy traumática, pero resulta crucial que la víctima tenga la paciencia suficiente como para recabar las pruebas necesarias. Dada la complejidad del proceso, en muchas ocasiones conviene consultar con un abogado laboral especializado en mobbing antes de solicitar la intervención de la empresa o, de no encontrar solución, presentar denuncia.
En cuanto a las acciones legales, la víctima puede y debe presentar denuncia contra el acosador ante los tribunales, por las vías civil y penal. Contra la empresa, si esta no ha intercedido ante la víctima como es obligación, también se puede denunciar por las vías civil, penal y laboral. De hecho, un directivo podría ser determinado como responsable de los daños que sufra un trabajador en su ámbito empresarial.
Las consecuencias del acoso laboral
El acoso laboral no solo puede llegar a pasar desapercibido, hay ciertos ámbitos donde hasta se tolera y normaliza. Debido a las graves consecuencias del mobbing, resulta peligroso fomentar una cultura empresarial tóxica en la organización. Además de alarmantes conductas de aislamiento, los primeros síntomas que reconocen los expertos son parecidos a los del estrés: cansancio, nerviosismo, problemas de sueño o digestivos.
Hay consecuencias laborales obvias, como bajas y renuncias. Además, debido al amplio rango de somatizaciones, pueden derivar en graves trastornos físicos. Y por supuesto también las hay psicológicas, como ansiedad, depresión, apatía y hasta pensamientos suicidas. En general, el acoso deja huellas indelebles como estrés postraumático y vergüenza recurrente, capaces de cambiar la personalidad de la víctima.
Por Pablo Vinuesa
Imágenes | Fotografía de portada por Nik Shuliahin, interiores de Laura Davidson y Christopher Lemercier, todas en Unsplash.