La conectividad se ha convertido en la gran herramienta para la minimización del desperdicio. Vivimos en un mundo en el que las personas, las cosas, los equipos y dispositivos informáticos, las infraestructuras y el software mantienen un vínculo tecnológico permanente. Uno de los propósitos es alcanzar una mayor sostenibilidad y eficiencia en los negocios y en las actividades de consumo. [hde_related]
Conectividad para evitar fugas y deterioros
Hoy en día, es posible controlar las partes más sensibles de los procesos gracias a sensores. Eso puede desencadenar una alarma que reconduzca la producción antes de que se origine una fuga de materiales o energía o un deterioro de los productos. En algunos casos, es posible evitar por completo la pérdida. En otros, se acotan los daños.
Además, la conectividad permite contar con automatización de ciertas verificaciones. Es posible no solo controlar a distancia qué puede fallar, sino también introducir colaboradores externos que monitoricen el proceso en tiempo real. Se alcanzan sistemas más trazables y con un poder superior para autorregularse.
Inventarios inteligentes
Las soluciones de internet de las cosas (IoT) permiten tener localizadas las existencias y conocer sus características para saber si se encuentran en la ubicación óptima. Entendemos mejor cómo se distribuye nuestro almacén y cómo entran y salen los artículos de él.
Además, la conectividad es muy importante en el control de inventarios. Entre otros aspectos, nos permite generar un flujo de datos que facilita comprender en qué situaciones es más probable que haya desviaciones significativas de lo previsto. A partir de ahí, intentaremos diseñar medidas de corrección de los algoritmos que depuren los procesos de decisión.
Previsión para la minimización del desperdicio
La conectividad es clave para que los datos sobre oferta y demanda de productos e inputs lleguen a las herramientas de predicción. Gracias a ello, ganamos la anticipación necesaria para planificar los procesos de forma más razonable. Disminuyen así los recursos ociosos, los artículos sin vender y el período medio de maduración.
También actúa de palanca del cambio organizativo. Predecir situaciones de deterioro ayuda a visibilizar las transformaciones pendientes. Además, sirve para modelizar acciones en diferentes escenarios. Así, es factible conocer las debilidades de la respuesta antes de que se manifiesten. La empresa toma conciencia de cuáles son los puntos de mejora que actúen como ‘dique de contención’ frente a las principales situaciones de desperdicio.
Mejora en los emparejamientos
Los sensores y las herramientas predictivas deben mejorar la capacidad de emparejar cada artículo que se produce con un cliente y momento exacto. Y lo mismo sucede con los recursos empleados, que se combinan de la manera más eficiente y se alinean para minimizar la probabilidad de desperdicio.
En el sentido contrario, los datos orientan cuál es la fórmula perfecta para que se produzcan desechos. La mayor comprensión de los procesos hace que se eluda la coincidencia de factores desencadenantes, lo que supone un avance en la prevención. Además, muchos patrones son comunes a la mayoría de las empresas de un sector. A la larga, se van generando buenas prácticas compartidas orientadas por la evidencia.
La minimización del desperdicio de energía
Por un lado, la conectividad es clave para el transporte. Permite gozar de datos en tiempo real que optimicen las rutas. Incluso haciendo los mismos kilómetros, esquivar todo lo posible la congestión supone un ahorro significativo. Además, una logística bien organizada permite trasladar más mercancías con menos viajes.
También contribuye a reducir el consumo de energía destinada a la regulación de la temperatura. La conectividad favorece un control inteligente de los espacios. Anticipa cuándo puede llegar un problema en las cadenas de frío, en hornos, en la climatización de locales de negocio… En otros momentos, es clave para disminuir el empleo de la energía en la calefacción y refrigeración de estancias que, por su uso o circunstancias, no lo van a necesitar.
Empoderamiento de los trabajadores
La minimización del desperdicio necesita de un cambio organizativo. La plantilla debe proceder de una forma mucho más precisa y coordinada. Para ello, es casi forzoso que cuenten con herramientas de apoyo que hagan más fluida la transición. Los trabajadores necesitan un marco colaborativo que clarifique sus dudas y disipe miedos e incertidumbres.
La conectividad sirve asistentes conversacionales, herramientas de comunicación y paneles para el control de fugas y deterioros, entre otros. El trabajador puede encargarse con fiabilidad de más tareas. Además, una parte de los procesos, en especial las verificaciones, puede ser automatizada, de modo que se minimicen los desperdicios originados por un error humano. Cada miembro del equipo visualiza mejor un futuro más sostenible y eficiente en el que su contribución cobra sentido.
La minimización del desperdicio es una de las pruebas de fuego de la conectividad como instrumento de cambio inteligente. Debe situar a las empresas como vehículo para que los recursos se empleen solo cuando es necesario y los productos tengan un uso efectivo y práctico. El objetivo es apuntalar la cohesión social y favorecer unas actividades humanas en mayor armonía con la naturaleza.
Imágenes | Mae Mu, dcbel, LinkedIn Sales Solutions, Pickawood