En 2016, Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, publicó un libro titulado La cuarta revolución industrial, en el que destacaba una serie de factores que caracterizarían a la Industria 4.0, Industria inteligente o Ciberindustria del futuro. Pero, ¿cuándo ocurrirá ese futuro? ¿Cuándo llegará la Industria 4.0 a España?
¿Nos encontramos ya en plena Industria 4.0 o todavía tiene que cambiar algo? Y, de ser así, ¿qué es? Este término, acuñado en la Feria de Hannover de 2011, trataba de describir qué revolución iban a sufrir las cadenas de valor globales. No obstante, es mucho más; es un cambio de era en el que ya estamos inmersos.
La Industria 4.0 se construye sobre las redes de telecomunicaciones
Esta revolución empezó a principios de siglo, con las tiendas electrónicas y los servicios digitales, y tiene base en la revolución digital. Se aprecia un Internet más ubicuo y móvil, apoyado en sensores más pequeños y potentes, así como en la inteligencia artificial y el aprendizaje de las máquinas.
La nube e Internet ciertamente ocupan lugar: miles de millones de metros de cables de fibra óptica y cientos de miles de estaciones de telecomunicaciones alrededor del mundo los conforman. La cuarta revolución industrial construye sus servicios sobre esta red, levantada desde el siglo pasado, para añadir valor.
Por ejemplo, el traslado de una tienda offline con un alcance limitado a una tienda online de cobertura global aporta valor al usuario, aumentando la oferta en su localidad. Sin el tendido que las empresas de telecomunicaciones han construido, nada de esto es posible.
El desplome de los costes fomenta la innovación
Hemos seleccionado dos gráficas que ilustran cómo los costes de la tecnología se han desplomado en las últimas décadas. En la de arriba puede observarse el coste de almacenar un GB de información, de 1.000.000 de dólares en 1980 a 10 centavos en 2015. La segunda muestra el coste de secuenciar el genoma:
La Industria 4.0 aprovecha la devaluación [económica] de estos servicios para construir encima nuevos sectores. Por ejemplo, el sistema de almacenamiento en la nube y el perfil genético asociado al seguro médico. En este sentido, una gran cantidad de autónomos, pymes y grandes empresas se encuentran en plena ola de esta cuarta revolución.
¿En qué estadio está la Industria 4.0?
Los expertos, secundados por Klaus Schwab, remarcan que hay varias tecnologías en la punta de lanza: nuevos materiales (sacamos notable), impresión 3D (bien), robótica avanzada (suficiente) y vehículos autónomos (suspenso). Sin embargo, los emprendedores apuntan otras tendencias.
Otra tecnología que parece que lo cambiará todo es el blockchain o las cadenas de bloques, especialmente en banca y cualquier negocio que dependa de la ciberseguridad; pero también en áreas como energía y otros mercados transversales de nuestra economía, gracias a que es una tecnología que genera confianza entre personas desconocidas entre sí.
Aunque tenemos centros de investigación punteros, especialmente aquellos dependientes del CSIC o de las universidades públicas; España ocupa el puesto 14 de 45 en desarrollo digital y la posición 30 de 63 en competitividad digital. Teniendo en cuenta que la Industria 4.0 se asienta sobre el sector digital, el grueso de nuestra economía podría quedar rezagada frente a países vecinos.
Nuevas profesiones y nuevo tipo de trabajos
Se espera que la cuarta revolución industrial genere un entorno en el que los ciudadanos y las empresas tengamos más poder económico (debido al bajo coste de la tecnología), aunque algunas opiniones catalogadas de tecnopesimistas prevén entornos de inflación.
Aspectos como la cuota de autónomo, los impuestos, el reparto de las pensiones, el salario mínimo e incluso la renta básica, son factores que empiezan a colarse en el debate económico debido a los grandes cambios que la Industria 4.0 está generando. Especialmente teniendo en cuenta la velocidad de los cambios.
Pese a esto, hay un considerable aumento de la productividad, entendida esta como la capacidad para trabajar de una forma más inteligente en lugar de más duro. Además, como profesionales especialistas y expertos, en la actualidad tenemos más libertad que nunca para elegir nuestra jornada laboral, lo que desplaza el foco a la educación.
Los trabajadores con una mayor formación, pero sobre todo una mayor especialización en entornos críticos como el Big Data, la ingeniería informática o el comercio digital, serán los que más libertad y flexibilidad tengan a la hora de elegir.
La transformación, constante en la Industria 4.0
España, como todos los países de su alrededor, está inmersa en la transformación y el cambio, signos distintivos de la cuarta revolución industrial. Esta transformación cambiará de aquí a unas décadas millones de trabajos, como el de los vendedores por vía telefónica o los preparadores de impuestos, que tienen una probabilidad de automatización del 99% según los estudios.
Aunque hay profesiones con una probabilidad remota de ser automatizada, como gerentes de ventas (0,013) o altos ejecutivos (0,015%), ni siquiera los CEO se salvan de la transformación digital. Es necesario renovarse.
La Industria 4.0 arrancó en España con la entrada del milenio, a medida que las tarifas planas empezaron a consolidarse en las empresas y hogares, y a dar acceso a un nuevo mundo. El router dejó de sonar con el crujido de la conexión telefónica, e Internet se volvió más accesible y amable.
Pero todavía queda mucha revolución industrial, de la que se espera una reducción de las brechas laborales, como las brechas de acceso y techos de cristal de género; las brechas salariales de género para puestos de responsabilidad; o la brecha en competencias digitales de personas de más edad.
Por Marcos Martínez
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