El descanso en tiempos de coronavirus es un importante reto empresarial. Un gran número de actividades están despertando de un período de suspensión o ralentización. Surge la tentación de trabajar sin descanso hasta recuperar el tiempo perdido. Sin embargo, puede que no sea factible ni desde el punto de vista legal ni desde la óptica de la organización empresarial. Caminamos hacia una etapa en la que el esfuerzo laboral es clave y hay que saber trazar un equilibrio entre trabajo y descanso. [hde_related]
La desconexión digital: algo más que un derecho
Con muchas empresas trabajando en remoto, los procesos no siempre están bien engrasados. No es raro que algún proveedor o cliente genere un cuello de botella. Cuando se desatasca, quizá el trabajador que tiene que continuar con la siguiente tarea lleve muchas horas trabajando. Surge la tentación de continuar con una disponibilidad continua para sacar adelante los proyectos como sea.
Esa filosofía de disponibilidad continua choca contra el artículo 88 de la Ley Orgánica de Protección de Datos y Garantía de los Derechos Digitales (LOPDGDD) y también, con frecuencia, contra los derechos al descanso que establece el Estatuto de los Trabajadores, pero, además, lo hace contra los principios de una buena gestión empresarial por varias razones:
- El ciberestrés es altamente contagioso. Es sencillo que el exceso de presión digital repercuta en los compañeros. Todo ello tiene una influencia negativa en la motivación y el ambiente laboral.
- Trabajar mucho no es sustitutivo de trabajar bien. No podemos pretender obviar los problemas organizativos cuando afloran. Si no atacamos los cuellos de botella, terminarán extendiéndose por otras fases de los procesos.
- La productividad decae dramáticamente sobrepasados unos extremos de dedicación y disponibilidad digital. Por lo tanto, es prioritario detectar hasta dónde llegan los límites.
- Cada día más trabajadores son multitarea. Extender la dedicación a aquellas labores afectadas por cuellos de botella perjudica el desempeño del trabajador en las restantes.
- Podemos entrar en un círculo vicioso. El fallo organizativo reclama disponibilidad digital; esta, ciberestrés y pérdida de rendimiento y todo ello puede hacer mucho más sencillo multiplicar los fallos organizativos.
El descanso de los trabajadores de servicios esenciales
Muchos trabajadores de servicios esenciales han tenido un doble pico, tanto en horas de trabajo como en sensación de responsabilidad. Han estado sometidos a un desgaste físico y a un ‘tobogán emocional’. En pocos días han podido tener sentimientos variados e incluso paradójicos.
Los períodos de descanso diario, semanal o, incluso, las vacaciones son, por tanto, necesarios no solamente para recargar fuerzas, sino también para que tomen contacto con la normalidad o, si se quiere, con la nueva normalidad. Es la manera de que puedan poner su esfuerzo en contexto.
De lo contrario, sus empleadores pueden perder capacidad de adaptación al entorno. Los equipos pueden acabar ensimismados en su propia experiencia, sin atender a los cambios en una realidad compleja y cambiante.
Cómo quedan las vacaciones
Las vacaciones de los trabajadores están especialmente protegidas por la ley:
- No pueden sustituirse por una compensación económica.
- Tampoco pueden reducirse por debajo de los 30 días naturales.
- Su temporalización deberá fijarse de común acuerdo entre trabajador y empresa, respetando lo que, en su caso, establezca el convenio colectivo. Si no hay acuerdo, habría que acudir a la jurisdicción social.
- El calendario de vacaciones debe conocerse, por lo menos, con dos meses de antelación.
- Si el trabajador está de baja por incapacidad temporal o disfruta de un permiso por nacimiento, adopción, guarda con fines de adopción o acogimiento sigue teniendo derecho a disfrutar de sus vacaciones, incluso más allá de la finalización del año. En caso de que haya estado de baja por causa distinta a incapacidad temporal derivada del embarazo, el parto o la lactancia, podrá tomarse vacaciones con el límite de que no hayan transcurrido más de dieciocho meses a partir del final del año en que se hayan originado.
Sí puede darse el caso de que el trabajador renuncie voluntariamente, sin acuerdo ni compensación alguna a sus vacaciones. Pero aquí la empresa no juega ningún papel. De hecho, transgredir las normas sobre vacaciones supone una infracción grave que puede acarrear multas de hasta 6.250 euros.
Los descansos en esta coyuntura no son tan distintos de los de otros momentos. Al fin y al cabo, descanso y trabajo son dos caras de una misma moneda y su equilibrio es un factor de impulso de la productividad y de mejora de la calidad de vida.
Imágenes | Adrian Swancar , Colton Miller, Simon Rae, kevin laminto en Unsplash