Las tecnologías han conseguido grandes hitos en el mundo laboral. Es gracias a ellas que las jornadas de 12 horas seis días a la semana hace siglos que no existen. Además, las nuevas tecnologías han generado un estado de bienestar sin precedentes. Sin embargo, la hiperconexión puede pasar factura, y muchos trabajadores se ven incapaces de desconectar del trabajo.
Hemos hecho un breve cuestionario y recopilado algunas de las respuestas de seis perfiles de trabajadores en diversos ámbitos. De la ingeniería a la educación pasando por la salud. Asalariados, una funcionaria y varios autónomos, empresario incluido. ¿Son capaces de desconectar el teléfono móvil al salir del trabajo? ¿Responden a sus jefes? ¿Se puede conciliar?
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¿Tu empresa cumple el horario laboral?
Lo primero que les hemos preguntado es si la empresa que los contrata, a la que facturan, en la que trabajan o que poseen —hemos recogido diferentes perfiles, presentados aquí con nombres ficticios— cumple los horarios establecidos por contrato. Las respuestas son variadas: Carlos H. (38 años), ingeniero con contrato fijo en marca automovilística, comenta que sí.
“Cumplimos el horario a rajatabla […] Hace años fichábamos, pero luego quitaron el tarjetero y ahora usamos un reloj analógico, de los de pared”, apunta Carlos. Y añade: “Tampoco pasa nada si uno sale algo antes, siempre y cuando no sea la norma”. Lo mismo ocurre con Esteban C. (31 años), ingeniero consultor autónomo en grupo eléctrico, con la diferencia de que “la mayoría de los días trabajo desde casa, y solo paso por la oficina una o dos veces al mes”.
Li M. (27 años), maestra de infantil en escuela pública, y Carmen G. (58 años), contable en supermercado nacional, tienen empleos en los que el horario se cumple siempre, “aunque es frecuente llevarme trabajo a casa”, precisa Li “porque con las horas lectivas no da”.
Beatriz G. (33 años), arquitecta en empresa constructora, tiene una experiencia diferente: “Uno se va cuando puede. La mayoría de días es a la hora, pero si te llega una entrega a última hora, acabas llegando tarde a casa. Otro día entrarás más tarde, para compensar”.
Óscar F. (46 años), dueño y trabajador de su clínica dental, tiene una experiencia similar. “El grueso de trabajadores se va siempre a su hora (recepción, contabilidad, etc.), pero si una operación se alarga, toca quedarse, a veces muchas horas. Es lógico, no vas a dejar al paciente allí…”. Entonces, ¿es posible la conciliación laboral?
¿Es posible la conciliación laboral?
Li se ríe ante la pregunta. “No, no se cumple. Si ‘tiro el boli’ a la hora, mis alumnos tendrán una educación peor, así que mi trabajo interfiere en mi vida […] Tengo 28 niños en clase, y cinco requieren atención especial, así que parte del papeleo me lo traigo a casa”.
Al otro lado del espectro está Esteban, que dejó un puesto fijo en su empresa para pasar a ser consultor autónomo y facturar por horas. “Ahora gano un poco menos porque trabajo menos, pero puedo cuidar de mi hijo todo el tiempo”, valora positivamente. Sin embargo, hay gente de su entorno «que no lo ve de ese modo”.
“[Como trabajador] es importante preguntarse cuáles son tus preferencias porque no todos los empleados valoran lo mismo. A mí me sirve de poco tener un horario fijo y un sueldo alto si solo puedo ver a mi hijo dos o tres horas diarias, y el trabajo de su madre (investigadora en el CSIC) está fuera de la ecuación. Que el trabajador pueda elegir qué es para él conciliar es clave”, remarca este consultor de ingeniería.
“Conciliar es difícil con hijos por su horario escolar y las actividades por la tarde. Así que concilio (con mi tiempo de ocio) y los fines de semana veo a mi sobrina”, bromea Óscar. Y añade que “es frecuente llegar tarde a casa y salir pronto a la mañana siguiente. Una empresa consume tiempo, pero da otras recompensas”.
Beatriz no lo ve igual porque “la empresa no tiene en cuenta la conciliación en absoluto. Sí que controlan las horas, para que se cumplan y no hagas de más, pero la flexibilidad de horario es otra cosa”.
¿Te llaman los jefes fuera de la jornada laboral?
El teléfono móvil es una herramienta multifunción, pero en ocasiones nos impide desconectar del trabajo. Según el estudio ‘Trabajo & Vida Personal’, el 78% de los trabajadores utiliza los dispositivos móviles fuera del horario laboral. Pero aún hay quien se libra, como Li, que no tiene móvil de empresa.
“Algunos padres me llaman al personal, pero no los atiendo salvo que esté en el trabajo. Es una línea privada que tienen por alguna urgencia anterior por la que los haya llamado”. Los dos ingenieros, Carlos y Esteban, responden respectivamente de forma afirmativa: “Lo miro constantemente” y “antes iba con el portátil, ahora voy con el móvil”.
Esteban continúa diciendo que “ahora mi situación no es la de contratado, y la marca no es mi marca sino mi cliente. Pedí horarios flexibles, y ahora tengo horarios flexibles, para bien y para mal […], pero insisto en que he salido ganando”.
Óscar comenta que es imposible no contestar: “Soy el dueño de una empresa de servicios de salud que atiende al público. Cuando llaman a la oficina y no contestan, la llamada salta a mi móvil”. También le llegan las notificaciones de email, que rara vez contesta pero le gusta consultar por tranquilidad. «Que todo vaya bien, ¿sabes?”, puntualiza.
“Llevo muchas décadas de contable en la misma marca y siempre que me han llamado ha sido para proponerme horas extra en campañas de mucho volumen (como Navidad), que he aceptado”, comenta Carmen. “Los distintos jefes ya sabían que estaba interesada, claro, y hay cariño y amistad de por medio. Es un ambiente cálido, y las llamadas son bienvenidas”.
Beatriz tiene una experiencia contraria porque “en una obra cualquiera puede llamarte y, si no lo coges, mañana puedes tener todo un equipo parado. Si el ferralla te llama y no le contestas, te arriesgas a que te sirva mal el material, por ejemplo”. En el contrato de Beatriz aparece reflejada la función de contestar 24×6. Aclara que por ello tuvo un aumento considerable del salario. “La alternativa era quedarme de ayudante, prefiero mi puesto actual”.
Si te llama el jefe y atiendes la llamada, ¿te pones a trabajar?
Diferente es coger un encargo puntual que atender una llamada con intención de abrir el PC y ponerse a trabajar. Por desgracia, esta es la situación de muchas personas, como Esteban, aunque “insisto en que no me importa porque a cambio paso muchas horas con mi hijo. Trabajo un viernes por la tarde pero he librado el lunes porque había poca carga de trabajo”, pone como ejemplo. Y agrega que “es cambiar el chip y estar abierto a negociar […] Algunos compañeros del trabajo me han preguntado cómo lo hice porque están interesados en pasar tiempo con sus familias”.
Beatriz también lo tiene claro porque “rara vez apago el portátil, me limito a bajar la pantalla porque sé que alguien me llamará y lo necesitaré al instante”. Eso, en ocasiones, impacta sobre su ocio, todo lo contrario que Li: “Me llevo trabajo a casa (evaluaciones sobre todo), pero no lo cojo más una vez estoy en ella. Es importante que tu trabajo sea tu hobby; si no, vivir así podría ser horrible”.
A Carmen, sin embargo, nunca le ha pasado. “Creo que soy de otra generación, estoy a punto de jubilarme y las cosas se hacían de otro modo antes. En mi plantilla, el móvil del trabajo no existe y aún usamos fijos entre departamentos”, comenta. Y dice, entre risas, que “no está mal quedarse algo anticuada, te molestan menos”.
Óscar también sonríe porque “vuelvo al tema de los clientes. Si no cojo el teléfono y el mes que viene tengo que pedir un crédito o inyectar capital a la empresa, malo. Pero puede ser peor porque hemos tenido clientes que necesitaban atención médica urgente […] Tengo que coger el móvil”.
La conciliación y el derecho a la desconexión son asignaturas pendientes en nuestro país. Una de las mayores dificultades es la de establecer unas normas básicas que sirvan a todo modelo de trabajador. Hemos hablado con seis y cada uno valoraba un aspecto diferente de su tiempo de ocio y trabajo, por lo que poner esto en valor podría ser difícil, y una posibilidad sería la de crear, como empresarios, un marco abierto a la negociación personal.
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