Un primero de mayo se formaba el Reino de Gran Bretaña, se jugaba el primer partido de críquet en Estados Unidos y se daba nombre a Plutón, que en 1930 era todavía un planeta. Sin embargo, el primer día del mes de mayo es conocido, sobre todo, por ser el Día Internacional de los Trabajadores.
Oficialmente, este día se estableció para honrar a los llamados Mártires de Chicago, un grupo de sindicalistas estadounidenses que fue ejecutado por participar en una gran huelga (del 1 al 4 de mayo de 1886) que reclamaba la jornada laboral de ocho horas. La primera réplica en España se produjo en Barcelona, en 1890, cuando los sindicatos anarquistas convocaron un paro con el mismo objetivo.
Desde finales del siglo XIX, la jornada se ha establecido como referencia festiva y reivindicativa de todos los trabajadores del mundo. Eso, oficialmente. Las reivindicaciones obreras del siglo XIX no empezaron ni terminaron en Chicago y, como consecuencia, el 1º de mayo no siempre se adaptó bien como jornada conmemorativa. Vamos con algunas diferencias.
Cuestión de fechas
Si bien buena parte del mundo aceptó los sucesos de Chicago como punto de inflexión en la lucha obrera, ni siquiera en Estados Unidos están de acuerdo en que esta fecha sea tan importante. De hecho, el Día del Trabajo se celebra aquí el primer lunes de septiembre. Como manda la tradición yankee, con torneos deportivos y barbacoas – y algunas manifestaciones -, los estadounidenses conmemoran este día un festivo fijado en 1882 para coincidir con la reunión de los Caballeros del Trabajo, que era la federación sindical más progresista, un 5 de septiembre.
Desde entonces, el día del trabajo se celebra el primer lunes del mes de septiembre. En la última década, el 1º de mayo parece haber ido recobrando significado en Estados Unidos, sobre todo, a través de los trabajadores inmigrantes que empezaron a adoptarlo como fecha reivindicativa de referencia.
Sin embargo, el éxito de las reivindicaciones obreras es anterior a Chicago y a los Caballeros del Trabajo. En 1840, un carpintero de Nueva Zelanda, Samuel Parnell, fue el primero (que se sepa) que consiguió que se le reconociese el derecho a una jornada laboral de ocho horas, dando alas al movimiento obrero del país.
Las marchas y manifestaciones de mayor calado en estas islas del Pacífico Sur estuvieron lideradas por el llamado Maritime Council, una gran unión de sindicatos de transporte y minería. Su trabajo, que convirtió a Nueva Zelanda en uno países más liberales de su tiempo en materia de legislación laboral, es conmemorado el cuarto lunes de octubre desde finales del siglo XIX.
La semana dorada del lejano oriente
El Día Internacional del Trabajador ha sido adaptado de forma diferente en las sociedades asiáticas. En Japón, por ejemplo, no es un festivo oficial señalado por el gobierno, lo que no significa que los japoneses no lo celebren.
Muchas compañías lo dan como día libre y, en caso contrario, son muchos los trabajadores que se lo toman así, usando sus propias vacaciones. El motivo, hoy en día, no es tan reivindicativo como pudiera parecer. El primero de mayo coincide con el día de la Constitución (3 de mayo), el día del Verdor o Midori no hi (4 de mayo) y el día del niño o Kodomo no hi (5 de mayo). Así que no hacen falta muchas excusas para irse de puente en lo que se conoce en el país nipón como la “semana dorada”.
En la República Popular de China, el día del trabajador ha sido siempre un festivo central del calendario, al igual que en el resto de países comunistas. Desde 1949, el Gobierno estableció un festivo de tres días para conmemorar la fecha. Sin embargo, en medio del cambio económico que ha experimentado el gigante asiático en los últimos años, el mismo Gobierno decidió que el primero de mayo solo se celebraría ese día.
Así, desde 2008, oficialmente, el primero de mayo solo dura 24 horas. Aun así, son muchos los centros de trabajo que intentan seguir celebrando los tres días, aunque los trabajadores tengan que ganarse los festivos con horas extra las semanas anteriores.
Mayo es un mes de celebración en buena parte del mundo, y no solo por el día del trabajador. La explosión de la primavera, la importancia del mes para la agricultura o los días cada vez más largos han inspirado multitud de festividades desde tiempo ancestrales.
Por ello, el Día Internacional del Trabajador ha sido asociado a menudo con celebraciones precristianas como la noche de Walpurgis, que se celebra en los países germánicos, o el festival gaélico Beltane. Sin embargo, no dejan de ser rumores infundados. El primero de mayo no tiene nada que ver con la primavera, ya que fue el resultado de una reunión celebrada en París en 1889, donde representantes de 20 países reunidos en la Segunda Internacional decidieron que ese iba a ser el día de la clase obrera. Y en esas seguimos.
Juan F. Samaniego