El Día de la Diversión en el Trabajo está promovido por la consultora Humor Positivo. Suele celebrarse mundialmente el primer día de abril. Este año, al caer en domingo la fecha en que se conmemora habitualmente, será trasladado al día 6.
Pero la gran pregunta es: ¿para qué sirve la diversión en el trabajo? Lo podemos entender mejor viendo sus beneficios y los peligros asociados al empleado aburrido.
Beneficios del empleado divertido
La diversión refuerza algunos de los factores sobre los que se sustenta un equipo humano que funciona y se conjunta bien.
1) Empatía
La diversión laboral tiene un componente de interacción. Cada miembro del equipo debe ponerse en el lugar de los otros para averiguar cómo la conducta de cada uno hará más amena la jornada de los demás.
2) Confianza
La diversión produce momentos de conexión en los que fluyen emociones positivas y sinceras. La propia risa, especialmente la carcajada, es complicada de enmascarar y menos de forma creíble.
3) Motivación
La mayoría de los individuos ponen más interés en las tareas que les divierten. Ese es, precisamente, uno de los fundamentos sobre los que se sostiene la gamificación.
4) Creatividad
La diversión hace que, por un lado, perseveremos más en la búsqueda de soluciones. Es más probable que la inspiración nos encuentre trabajando (o divirtiéndonos, según se vea). Por otro lado, genera un optimismo que invita a probar nuevos caminos y a no descartar demasiado pronto algunos que podrían dar resultado.
5) Capacidad para resolver conflictos
Mientras nos divertimos, los conflictos son vistos como un reto. Y, en los de tipo personal, la diversión actúa como un bálsamo que ayuda a reducir tensiones y a dar menos importancia a los pequeños roces.
6) Resiliencia
Los fracasos en los que nos divertimos se aceptan de una forma mucho más constructiva. Cuando echamos la vista atrás descubrimos todo lo que merecía la pena del proyecto y podemos extraer enseñanzas sobre nuestras fortalezas y debilidades.
7) Una comunicación más abierta
Se genera distensión y sencillez. Se producen menos fallos en la transmisión de los mensajes. Las formas suelen ser más directas y hay menos lugar para posibles equívocos.
Los peligros del empleado aburrido
Estos trabajadores representan todo un reto para la gestión del equipo humano. Y lo son no solamente por su posible disminución del rendimiento personal, sino también por las repercusiones en sus compañeros. Pueden existir diferentes efectos negativos.
1) La ansiedad laboral
El aburrimiento genera una sensación de gravedad. Todo preocupa mucho más y el empleado puede tener la sensación de que no tendrá herramientas emocionales para gestionar la tensión.
2) La sensación de fracaso personal-profesional
Por un lado, una aspiración común es llegar a tener un empleo en el que disfrutemos. Por otro, incluso cuando de entrada una ocupación nos resulta tediosa, muchos empleados se plantean como reto lograr una conexión emocional positiva con ella.
3) El presentismo
Cuando un empleado se aburre, es mucho más probable que, a pesar de permanecer en su puesto, su atención no se centre sobre su labor profesional.
4) La dificultad para implicar a los empleados
Los factores que refuerzan el compromiso profesional pierden credibilidad cuando el empleado se aburre. Al fin y al cabo, el aburrimiento es una percepción personal en la que todos esos elementos motivadores (no necesariamente divertidos) han perdido interés para nosotros.
5) El mal humor puede ser contagioso
Cuando la mayoría de la plantilla se aburre, es más probable que surjan conflictos y el mal humor se traslade de unos empleados a otros.
6) Los riesgos de la pérdida de atención
El aburrimiento puede provocar una necesidad de evasión mental. Se cubren las tareas de una forma muy mecánica y es más difícil darnos cuenta de posibles amenazas. Ello puede no solamente disminuir la calidad de los resultados, sino también ser una causa de accidentes laborales.
El Día de la Diversión en el Trabajo es una buena oportunidad para procurar disfrutar un poco más de nuestra labor. Lo agradeceremos todos, incluida la productividad.
Por Gonzalo García Abad
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