La dinámica de los cubos como explicación de las diferencias de desarrollo entre países

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La dinámica de los cubos enseña que resulta extremadamente difícil lograr la igualdad desde la desigualdad productiva. Tanto el primer objetivo de desarrollo sostenible (fin de la pobreza) como el octavo (trabajo decente y crecimiento económico) impactan en el décimo: reducción de las desigualdades, tanto a nivel interno de las naciones como entre ellas.

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Este juego, que suele realizarse en aulas con adolescentes o estudiantes universitarios, descubre y enseña la importancia que tiene para la riqueza de un país o empresa el contar con herramientas avanzadas con respecto a la competencia, con foco en ciencia, tecnología, industrialización y conocimientos aplicados. Así es la dinámica de los cubos.

¿Qué es la dinámica de los cubos y por qué es tan relevante?

La dinámica de los cubos es un juego de simulación basado en el intercambio de bienes comerciales entre países. Parte de la base de que unos poseen recursos naturales o mano de obra y otros tecnología, simulando la diferencia entre países en desarrollo y desarrollados, respectivamente.

El objetivo del juego es poner de manifiesto la enorme brecha de resultados en comercio internacional cuando los jugadores parten de distintos escenarios de recursos, producción y conocimiento, a través de las diferencias en el poder de las negociaciones que surgen en las interacciones.

Para preparar el juego, solo hacen falta cuatro mesas y cuatro equipos del mismo número de personas (2-2-2-2, 3-3-3-3, 4-4-4-4, etc.), siendo una de ellas el ‘embajador’, único individuo que puede hablar con embajadores de otras mesas. A continuación, los materiales se reparten así:

Algunas veces se realizan ajustes para aumentar las diferencias entre mesas, o se añaden nuevas mesas mucho más específicas, como una con cientos de cartulinas u otra con el doble de tijeras que la suma del resto. El objetivo del juego es fabricar cubos de cartulina de ocho centímetros de lado, con todas sus aristas bien pegadas con celo. Las mesas tienen total libertad para comerciar entre sí y llegar a acuerdos que consideren justos, también entre más de dos mesas.

¿Por qué pierden siempre los países con recursos pero sin tecnología?

Lo que ocurre a medida que se desarrolla la dinámica de los cubos, salvo contadísimas excepciones de embajadores sumamente diplomáticos o equipos innovadores que construyan plantillas o corten mediante dobleces (pensar ‘fuera de la caja’), es que los países ricos en recursos (cartulinas) pero pobres en conocimientos (reglas y lápices) o en tecnología (tijeras) pierden al juego. Pierden al capitalismo.

El motivo es que, aunque cada mesa parte de un escenario diferente aparentemente equilibrado (el que tiene pocas cartulinas tiene reglas, lápices o tijeras, y viceversa), la realidad es que el poder de negociación de quien posee tecnología es sumamente superior a quien tiene recursos. Las relaciones entre embajadores no son equitativas en un inicio debido al aumento de valor.

¿Por qué ocurre esto? Porque la cadena de valor empresarial de cada una de las actividades no agrega el mismo valor al producto en cada fase. Extraer recursos es muy asequible y se realiza en muchas ubicaciones, por lo que la cartulina vale poco, mientras que preparar las láminas, cortarlas o ensamblarlas requiere herramientas más complejas y escasas, aumentando de forma notable el bien del objeto final.

En un ejemplo real, el precio del mineral de hierro ronda los 50-60 euros la tonelada según el año, mientras que el mineral de hierro tratado supera los 155 dólares (unos 126 euros). Procesar el mineral de hierro (en el juego, medir y cortar la cartulina) casi triplica su valor. Y cuando se habla de aplicaciones específicas de ese hierro, como transformarlo en acero (cubos) su precio alcanza los 1000 dólares (alrededor de 813 euros).

El país perfecto, según la dinámica de los cubos

No cabe duda de que un país que cuente con muchas cartulinas, reglas, lápices y tijeras tendrá todas las de ganar. Sin embargo, con excepciones de países que abarcan un gran área mundial, como puede ser el caso de Estados Unidos, China o Rusia, el grueso de ellos se ven obligados a comerciar por recursos. Además, al ser tan grandes se benefician del comercio internacional.

Al igual que la división del trabajo en el pasado (seguida por la automatización) dio lugar a una productividad sin precedentes hace siglos, la especialización de los países fomenta un aumento de la riqueza mundial. Lo que ocurre, y este es un punto clave de la dinámica de los cubos, es que dicha riqueza no se reparte de forma equitativa en base al número de participantes o sus horas trabajadas, sino según su tecnología y conocimientos con los que parten.

¿Qué nos enseña la dinámica de los cubos?

Esto deja en mejor posición a los países y empresas que invierten antes o durante más tiempo en ciencia básica y tecnología. “Durante más tiempo” es clave, ya que se ha demostrado cómo países que empezaron más tarde este camino, si invierten en ciencia y tecnología durante periodos prolongados, aumentan rápidamente su PIB per cápita relativo.

Algunos ejemplos de países que salieron de la pobreza con esta política son Alemania desde 1933, España desde 1960, Singapur desde 1965, Corea del Sur desde 1980, China desde 1990, etc. Singapur es un caso paradigmático, ya que logra pasar no solo de una elevada pobreza, sino de dos procesos de independencia nacionales (Inglaterra y Malasia) en pocos años.

La dinámica de los cubos no solo persigue señalar la injusticia de partir de escenarios diferentes según en qué regiones se encuentren las empresas, sino animar a estas a invertir en aquellos factores clave que ayudan a ser más competitivos. En el mundo actual, es fundamental industrializarse y formar a la población tan rápido como sea posible en habilidades demandadas.

Imágenes | iStock/Maria Marganingsih, iStock/Maria Marganingsih, Wajih Ghali, Banco Mundial

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