Estamos en medio de una profunda revolución culinaria y alimentaria de la que no siempre somos conscientes… Vale, los programas de cocina de todo tipo invaden las parrillas de programación. Pero, ¿seríamos capaces de pararnos y pensar cómo nos imaginamos que será la comida dentro de 20 años? Metamos en la ecuación innovación, Big Data, nanotecnología, impresión 3D, robots, espectrómetros, Realidad Aumentada, Realidad Virtual, Machine Learning… Desde luego, se nos hace algo difícil, tan difícil como si nos presentásemos ante el hombre de las cavernas con un mechero.
Por eso Reimagine Food, una consultora barcelonesa que reúne a inversores, startups, profesores y científicos, ha establecido un calendario de aquí al 2026 en el que apunta tres olas de lo que llama “EATnomics”, la nueva economía de los alimentos. “La industria de la alimentación está experimentando una transformación sin igual como resultado de los rápidos avances tecnológicos y sociales de los que somos testigos. La introducción de nuevas tendencias, el boom de las startups, los nuevos hábitos de consumo y los modelos emergentes de economía colaborativa están conformando el camino de una nueva economía que nosotros llamamos EATnomics”, señala Marius Robles, su socio fundador.
Tres olas que demuestran el interés de todos por la comida
Comprometidos con la alimentación del futuro, desde su observatorio ReImagine Food (que cuenta con un fondo de 100 millones de euros listos para “levantar” ideas y proyectos rompedores), analiza los nuevos modelos de negocio y cómo están cambiando la manera en que se producen, distribuyen y consumen los alimentos. Cambios que seguirán acelerándose en la próxima década y que obligará a la industria alimentaria a innovar de manera diferente y a un ritmo mayor. En estos primeros años, estos FoodTechs ya les han “mordido” un 4% de su mercado natural.
En la primera ola, que va de 2015 a 2018, encontramos que muchas compañías digitales están intentando introducirse en el negocio de la comida: Amazon, Google, eBay… hasta Bill Gates compra jóvenes empresas de foodpreneurs y biohackers. Hoy hay 7.500 millones de personas que comen algo al menos una vez al día durante todos los días de su vida… Para 2050 serán casi 10.000 millones, dos tercios vivirán en ciudades, y la mitad de la mitad solo en 35 megaciudades. Si de eso no se puede sacar negocio…
Y es que solo hay que estar atento a las corrientes: alimentos ecológicos, dieta vegana, slow food, preocupación por el etiquetado y los componentes químicos, derecho a la trazabilidad y la transparencia. Esto se conjuga con el hecho de que por primera vez el gasto en comida fuera de casa alcanza al de los alimentos comprados en el mercado. Conceptos híbridos como ‘grocerants’, ‘hamburguesas de verdura’, ‘superfoods’, ‘entrega por drones’ o los ‘restaurantes tekkis’ están cada vez más de moda. “Estamos viviendo la ‘uberización’ de la comida… El valor de Uber es el doble de Renault, 50.000 millones de dólares, y no fabrica un solo coche. De dónde vendrá el próximo disruptor en la industria alimentaria, ¿de la granja o del laboratorio?”, se pregunta Robles.
La segunda ola está prevista para los años 2019 a 2022. Una sociedad más sofisticadamente tecnificada a niveles de usuario permitirá que conceptos hoy en fase beta sean una realidad cotidiana: impresoras 3D, gafas de Realidad Virtual, cámaras de Realidad Aumentada, robots con brazos, electrodomésticos conectados a la nube… permitirán experiencias más intensas a la hora de salir a comer o realizar la compra. Las cocinas se llenarán de sensores y demás instrumental de medición de los componentes, como espectrómetros u hornos inteligentes, que se autoprograman en función del plato introducido. Conceptos como las ‘smartkitchens’ o los ‘alimentos sustitutivos’ automatizarán el trabajo de cocinar y se elaborarán ingredientes no solo más sanos, sino saludables en el sentido de las medicinas que curan o previenen de enfermedades.
Conociendo nuestro gusto por la huella digital, un grifo de cerveza nos servirá nuestra pinta favorita, y la cerveza se habrá hecho en base a una receta única encapsulada siguiendo un determinado algoritmo. Los alimentos preparados igual no salen de nuestros fogones, sino de máquinas de vending repartidas por toda la red de metro. El gadget típico será un robot asistente que preparará los platos en base a un recetario infinito alojado en la nube, porque todo estará conectado. La nevera sabrá cuántas veces se ha abierto y quién está abusando de la tableta de chocolate: no será solo un almacén refrigerado, sino que hará la compra y aconsejará sobre la mejor dieta de adelgazamiento.
“En los próximos diez años la gente va a ser muy obsesiva con la comida; la obesidad ya es una epidemia en los países ricos, y también en los que están en vía de desarrollo. La nanotecnología y la biotécnica permitirán elaborar concentrados en batido o en barrita con los nutrientes y calorías medidas y pesadas adaptados a las necesidades de cada organismo, sin perder por ello el sabor, y mucho más sana que la media de la comida habitual”, dice el CEO de ReImagine Food. “Podrán sustituir a la tartera y el tupperware, pero no al acto social de comer. Si hay algo divertido con la comida es que es una experiencia compartida”.
La tercera ola se prevé para los años 2023 a 2026. Aquí ya se habla de ideas más etéreas como el Internet de los Mares, la agricultura sin suelo, la nutrición inteligente o los menús predictivos. Alimentos que salen de una fórmula de laboratorio o de un algoritmo médico, alimentos personalizados que curan, alimentos baratos y energéticos a base de larvas e insectos… Seguramente se habrá acabado con el hambre en el mundo, asegurando la producción masiva del ‘pan nuestro de cada día’. Los granjeros tienen ahora más tecnología que la NASA hace 30 años, y llegó a la luna. Habrá que estar preparado para montar invernaderos autoabastecidos en el espacio, a modo de reservas estratégicas.
Para este experto, “los robots podrán aprender de otros robots, nosotros podremos hablar con ellos gracias al lenguaje natural. Entenderemos mejor el cuerpo humano por dentro y cómo afectan los alimentos que ingerimos, pudiendo recomendar de manera individual los más saludables. Y la próxima generación Z será más cuidadosa con la salud, y a la vez la pedirá más la comida de encargo”.
Grandes oportunidades para emprendedores
El sector de la alimentación está viviendo un cambio de paradigma auspiciado por la innovación y el desarrollo tecnológico que genera grandes oportunidades para emprendedores e inversores, y que a su vez supone un gran reto para la industria alimentaria. Después de las FinTech y las EduTech, llega el turno de las FoodTech, un sector que movió en 2015 un negocio de 6.800 millones de dólares, según Rosenheim Advisors.
“Todo el mundo está invirtiendo en FoodTech. Vemos estrategias muy agresivas en la comida a domicilio, con diversas plataformas pugnando por instalarse en la mente del consumidor… y en su móvil. El software ya se ha hecho un hueco en nuestra alimentación: apps para reservar mesa o encargar la comida, redes donde subir la foto del plato que nos vamos a zampar, wearables que nos miden la sangre y controlan nuestros ritmos vitales”, cuenta Marius Robles.
“¿Estamos ante una nueva burbuja? La industria se mueve muy rápido en las calles. Si coges una guía de páginas amarillas de hace un par de años, la mitad de los establecimientos ya no están. Para mantener el valor a lo largo de toda la cadena de suministro, la experiencia de usuario es fundamental y debe ser consistente: o el más rápido, o el más sabroso, o el más barato… Sin embargo, la revolución tecno-alimentaria que está por venir no llegará en forma de app, sino que se producirá directamente en nuestros platos. Además, primará la transparencia y la relación personalizada, tanto para los que cultivan, producen o envasan como para los que cocinan o preparan, como para los que sirven o llevan”. A nosotros solo nos queda no perder el apetito 😉
Javier Renovell