Alguna gente se sorprende de que existan empresarios de éxito sin estudios superiores (o por lo menos que no los terminaran). Casos como los de Bill Gates, Steve Jobs o Amancio Ortega, entre otros muchos, llevan la contraria a los escépticos que creen que es imposible el triunfo sin formación reglada superior.
Por el contrario, otras personas creen que las trayectorias de los empresarios de éxito sin estudios superiores atestiguan que la preparación académica no tiene ninguna importancia en los negocios. Sin embargo, si observamos sus carreras, vemos paralelismos muy importantes con la formación de los estudiantes
Tres casos paradigmáticos de empresario de éxito sin estudios superiores
Amancio Ortega dejó la escuela en su adolescencia para comenzar a trabajar desde abajo en el sector del comercio textil. Steve Jobs tuvo que abandonar sus estudios en el Reed College de Portland (aunque volvería a Stanford para su famosísimo discurso). Por su parte, Bill Gates comenzó a estudiar Derecho en la Universidad de Harvard, pero dejó la carrera. Curiosamente, años más tarde la misma universidad le otorgaría su doctorado honoris causa.
La importancia de la inteligencia
Para abordar unos estudios superiores, es muy importante enfocar bien todas nuestras cualidades intelectuales. Cada carrera demanda, dependiendo de sus características, el empleo de algunas de ellas de forma más intensa.
Estos tres empresarios son, precisamente, ejemplo de inteligencia por sus brillantes ideas, pero también por saber dirigirlas adecuadamente. Por ejemplo, el biógrafo de Jobs, Walter Isaacson, sostiene que la inteligencia de Jobs era más bien la de una genialidad basada en su enorme imaginación y en la capacidad para aplicarla.
La motivación
Por muy buenas cualidades intelectuales que tenga un estudiante, es muy difícil que rinda si está desmotivado. El interés por los temas abordados hace mucho más sencillo el estudio de una titulación.
Una vez más, nos encontramos ante tres ejemplos de empresarios motivadísimos. Les une un profundo deseo de superación, pero también un doble interés: conseguir resultados y el desarrollo de las tareas. Así, por ejemplo, el pedagogo José Antonio Marina argumenta que Gates programando se encontraba en estado de flujo. El flujo es un estado de máxima motivación y enorme implicación con la labor que se realiza en ese momento.
El producto como asignatura para el emprendedor
Unos estudios superiores dan coherencia a un conjunto de asignaturas. Se supera la carrera cuando se ha alcanzado un grado suficiente de comprensión de todas.
Algo semejante sucede con estos grandes emprendedores. Cada uno de sus productos es como un ladrillo que ayuda a construir la empresa y que se apoya sobre los precedentes. Gates es un gran ejemplo de ello. Cada versión de Windows o de Microsoft Office parte con la misión de superar a la anterior en la que, por otro lado, se basa.
Entender a las personas
Una carrera es un ejercicio de transmisión interpersonal de conocimientos. Los alumnos no solamente deben aprender las materias, sino comprender a sus profesores. Cada uno tiene formado un criterio, una exigencia, da más importancia a unos aspectos que a otros.
Para un emprendedor, el profesor es el consumidor. Amancio Ortega es un buen ejemplo de empresario comprometido con el cliente. “En el modelo de negocio de Inditex, el cliente está en el centro de toda la actividad”. Esta frase, que pertenece al informe anual de la empresa en 2011, define muy bien su grado de implicación en la labor de comprender a los destinatarios de su trabajo.
Los “exámenes” de los emprendedores
Los exámenes son la oportunidad para mostrar lo que el estudiante aprende. En el caso de los emprendedores, esos exámenes son las presentaciones en las que deben mostrar los frutos de su esfuerzo.
Jobs y Ortega son dos ejemplos muy diferentes de grandes presentadores de sus productos. Ortega es muy rápido, buscando los cambios pertinentes en sus colecciones, si es posible, inmediatamente. Jobs generaba una enorme expectación alrededor de presentaciones periódicas y sabía qué tenía que hacer para no defraudar.
Estos tres empresarios de éxito sin estudios superiores ejemplifican muy bien cómo la carrera empresarial guarda cierto paralelismo con la educativa.
Por Gonzalo García Abad.