En un momento como este, en el que las facturas de la luz y el gas se disparan, la gestión energética se convierte en una prioridad para todo tipo de empresas y organizaciones. Pero ¿qué es exactamente el energy management? ¿Cuáles son sus implicaciones y ventajas? [hde_related]
Qué es el energy management
Por energy management se entienden todas aquellas actividades útiles para la gestión eficaz de la energía en una organización. Ya sea una empresa o un organismo público o privado, con el objetivo de reducir el consumo y aumentar su eficiencia. En un sentido amplio, incluso un autónomo podría implementar estrategias de energy management para gestionar su consumo individual.
Pero, sobre todo, el energy management se refiere a cuando una organización lleva a cabo acciones procesuales, técnicas y conductuales, de forma económicamente eficiente y a largo plazo, en el ámbito de la energía. Estos objetivos pueden alcanzarse mediante la implementación de nuevas tecnologías o prácticas más eficientes y que, además, permitan el monitoreo oportuno de los resultados.
Básicamente, para implementar una acción de energy management en un contexto organizacional, se tienen que prever cuatro fases diferentes:
- Recopilación de datos energéticos y medición del consumo
- Identificación de oportunidades de ahorro energético
- Implementación de acciones
- Seguimiento del progreso y mejora continua
Es imposible hablar de energy management sin hacer referencia a los energy managers. Es la figura profesional llamada a implementar la estrategia, controlando el consumo, optimizando y fomentando las intervenciones enfocadas a la eficiencia y el uso de fuentes renovables. Todo ello sin comprometer la plena disponibilidad de los servicios.
Gracias a una buena política de energy management, las compañías pueden reducir costes y obtener beneficios medioambientales y retornos positivos para su imagen. Los requisitos y prácticas específicas varían según el sector al que pertenece y las especificidades de la empresa. Sin embargo, hay una serie de principios, técnicas y tecnologías fundamentales que se pueden aplicar de forma transversal.
Cómo implementar una estrategia de energy management
Por ejemplo, es esencial una fase de auditoría inicial para descubrir cualquier foco de ineficiencia interna. A esta fase le sigue el monitoreo del consumo, que se implementa cada vez más mediante el uso de IoT o soluciones digitales. El supuesto de estas operaciones es que solo el conocimiento preciso de los parámetros energéticos puede permitir la implementación de las medidas de eficiencia adecuadas.
Una vez identificadas las anomalías en el consumo, es posible intervenir con buenas prácticas. En cuanto a la iluminación, por ejemplo, cualquier organización puede dotarse de soluciones más eficientes (como los LED). También de dispositivos de regulación del flujo, como sensores de luz y presencia. Además, en todos los contextos es posible intervenir en la climatización de los ambientes, mejorando la eficiencia.
Otra posibilidad es aumentar la autonomía energética interna invirtiendo en la autoproducción. Esto significa casi siempre centrarse en tecnologías como la fotovoltaica y la cogeneración. Por otra parte, la compra de motores eléctricos de nueva generación puede permitir ahorros sustanciales. En el sector del transporte, se pueden conseguir ahorros notables a través de software para la gestión empresarial y la movilidad eléctrica y compartida.
La gestión energética no tiene que ver solo con las grandes organizaciones o empresas particularmente intensivas. Incluso las pymes pueden obtener numerosos beneficios de la adopción de una estrategia de ahorro, que se puede llevar a cabo contratando consultores externos. En definitiva, la implantación de una estrategia de energy management es factible para todas las organizaciones, aunque, claramente, las ventajas son mayores para aquellas que tienen un consumo energético significativo en relación a su facturación.
Las ventajas de una política de gestión energética
Por su parte, también la Administración pública puede implementar estrategias de gestión energética, que son particularmente útiles en tiempos de optimización de gastos. Además de los beneficios económicos, se debe considerar que estas iniciativas pueden desempeñar un papel de ejemplo para la sociedad, estimulando a ciudadanos y empresas a hacer lo mismo.
No obstante, muchas organizaciones siguen resistiéndose a invertir en medidas de eficiencia energética. Algo que es evidente especialmente para aquellas cuyo componente energético no afecta significativamente a la facturación. En estos casos, lamentablemente, los responsables se dan cuenta de la importancia de una gestión energética eficiente solo a raíz de subidas generalizadas de los precios, como las experimentadas en los últimos meses. Y suele ser tarde.
El caso es que los beneficios de una buena estrategia de energy management van más allá del ahorro de costes. El primer aspecto a considerar es la reducción del riesgo empresarial. Cuanto más gasta una organización en energía, mayor es el riesgo de que la volatilidad de los activos energéticos pueda afectar a su rentabilidad, lo que condiciona las inversiones y las elecciones futuras.
Además, los proyectos de eficiencia, precisamente por su impacto ambiental positivo, garantizan un retorno importante en marketing, algo esencial para fortalecer las relaciones con clientes y proveedores. Finalmente, comprometerse con la reducción de la huella de carbono permite acceder a una serie de ayudas y mecanismos como los representados por los fondos europeos para la recuperación de la crisis pandémica.
Ya está comprobado que la adopción de una correcta política de energy management produce oportunidades que van más allá de los aspectos puramente energéticos. De hecho, los proyectos de eficiencia a menudo involucran el rediseño de procesos industriales y métodos organizacionales, con un impacto positivo en la productividad y la innovación.
Por Alberto Barbieri
Imágenes I Ashes Sitoula/Unsplash, Zonduurzaam Deventer/Unsplash, Davide Cantelli/Unsplash