“¿Qué quieres ser de mayor?”. Esta es la primera pregunta que se le hace a un niño cuando ya es capaz de formular frases coherentes. Y se espera una respuesta concreta y específica: abogado, informático o astrofísico; no artista multidisciplinar, buscador de oportunidades o explorador de entornos laborales. Ahora bien, ¿qué perfil cautiva a las empresas, el profesional altamente cualificado en una sola disciplina o el ‘chico/a para todo’? [hde_related]
En España existe una profunda brecha entre los empleadores y el talento. Según ManpowerGroup, un 64 % de los empresarios declara ser incapaz de encontrar perfiles sénior que se ajusten a las vacantes laborales disponibles, lo que en un país con una tasa de paro de dos dígitos roza la tragedia.
En los últimos tiempos, las empresas, zarandeadas por la pandemia, han reestructurado -hasta cierto punto- su escala de prioridades y su perspectiva del talento. Ahora la pelota está en el tejado de los demandantes de empleo: tienen que saber cómo cincelarse, en aras de adquirir el atractivo que les dé acceso a la vacante deseada. ¿Navaja suiza o llave infalible de una sola cerradura? La respuesta, como casi siempre en cuestiones laborales, es compleja y llena de matices.
Los perfiles que se demandan
Un rápido vistazo al ’Informe Adecco sobre perfiles deficitarios y escasez de talento en España’ revela qué tipo de profesionales están más demandadas. Se necesitan con urgencia titulados en informática y comunicaciones -tanto universitarios como de FP-, personal sanitario de todos los niveles, oficios asociados a la industria, comerciales, administrativos con idiomas e ingenieros.
Lo que tienen en común la mayor parte de estas profesiones es su marcado carácter técnico, por lo que exigen un alto grado de especialización. Sin embargo, la revolución tecnológica es justamente eso, una revolución, lo que implica un torbellino constante de cambios y avances que no perdonan a quien baje la guardia.
La crisis sanitaria ha hecho aún más patente esta realidad, ya vigente antes de la covid, acelerando vertiginosamente la generalización de soluciones TIC cada vez más sofisticadas. Quien no se somete a un reciclaje constante de conocimientos y capacidades, se queda obsoleto, y deja de pertenecer al exclusivo ‘club de los deseados’.
Los versátiles heredarán la Tierra
Hace siglo y medio, Charles Darwin enunció un principio tan atemporal como indiscutible: no sobreviven los más fuertes ni los más rápidos, ni siquiera los más inteligentes; prevalecen los que mejor se adaptan. De nada sirve tener el mejor equipamiento físico para cazar en la sabana si las presas se encuentran al otro lado del río y no sabemos nadar.
En el ’Libro blanco para la reinvención profesional’ de EAE Business School, Nacho Villoch sublima los símiles evolutivos en el ámbito laboral: “La especialización es para los insectos”, proclama este experto en innovación y talento. “Lo que hayas hecho en los últimos 25 años no condiciona lo que vayas a ser los próximos 15” -concluye- “Eres mucho más que tu última tarjeta de visita y ese diploma enmarcado”.
La pensadora Pilar Llacer, experta en transformación digital, señala las tres variables que hacen imprescindibles la versatilidad y la capacidad de reinventarse: “Sectores obsoletos, posiciones desgastadas sin competencias digitales y el emprendimiento”. El viejo axioma de “formarse para tener un trabajo de toda la vida» ha perdido todo su sentido en el mundo moderno. Para bien o para mal, el panorama pospandemia exige proactividad en la asunción de nuevos roles y competencias. Cambiar antes de que el cambio te alcance.
Reskilling y upskilling
“Aún aprendo”, decía la leyenda de aquel grabado de la serie ‘Los caprichos’, en el que Goya nos mostraba a un anciano que necesitaba de dos bastones para mantenerse en pie. En el mercado laboral actual, la maestría no es una meta, sino un camino que nos mantiene siempre como perpetuos aprendices.
Este informe de McKinsey Global Institute proporciona un contundente dato sobre el que sostener la anterior afirmación: la irrupción de la inteligencia artificial y la digitalización tendrán un impacto tan profundo en el escenario productivo que el 14 % del tejido laboral mundial deberá cambiar de ocupación y desarrollar nuevas habilidades. Este tipo de evolución profesional tiene dos vertientes bien diferenciadas:
- La primera de ellas consiste en adquirir las competencias técnicas (hard skills) necesarias para el desempeño de un nuevo puesto. A esto se le denomina reskilling, y es lo que hace, por ejemplo, un administrativo que se matricula en un curso de marketing digital.
- El upskilling, por su parte, está orientado a potenciar las competencias clave o soft skills. Este concepto alude a las aptitudes sociales y emocionales que determinan el liderazgo, la capacidad de asumir responsabilidades que van más allá de los conocimientos del área profesional propia. Como exponente podemos citar a un ingeniero informático que asiste a un seminario sobre dirección.
Conclusiones
El reskilling y el upskilling constituyen un buen punto de referencia para describir la línea formativa que hay que seguir para convencer en una entrevista de trabajo. La elección entre especialización y polivalencia depende de un sinfín de factores y de las características y la ubicación del puesto, pero estos rasgos no son excluyentes en modo alguno. Simplemente, pertenecen a ámbitos de evaluación diferentes y, en gran medida, complementarios.
La adquisición de competencias técnicas específicas fue, es y será un requisito indispensable para ser un profesional deseado y cortejado dentro de cualquier sector. Es más, el auge de la digitalización y la renovación vertiginosa de los canales de comunicación y trabajo han convertido a los especialistas TIC en protagonistas de las ofertas de empleo. Estas cualidades conforman uno de los pilares de la candidatura a una vacante: el de la aptitud.
Hay, no obstante, otro pilar: el de la actitud. Este parámetro, que también será valorado minuciosamente por el entrevistador, representa la predisposición a reinventarse cuando sea necesario, la adaptabilidad a los cambios e imprevistos y el interés por mantenerse siempre a la vanguardia dentro del campo ocupacional que se haya elegido.
En síntesis, todo apunta a que la veleta del empleo apunta a aquellos profesionales que se mantienen al día de las actualizaciones competenciales en su área, pero que además son capaces de almacenar las soft skills que les permitirán trascender las funciones de su titulación y asumir nuevas responsabilidades. Una descripción que, por sí misma, ya entraña una comunión entre aptitudes y actitudes.
Por José Sánchez Mendoza
Imágenes | Tim Gouw y @saulomoana en Unsplash