Vemos la luz al final del túnel. Y, sin embargo, todavía tenemos muchas preguntas sin respuesta, incertidumbres y dudas que pueden disparar el estrés y la ansiedad en el entorno laboral.
Meses confinados, teletrabajo repentino, fragilidad económica, falta de contacto cercano con compañeros, amigos y familiares, medidas cambiantes, ganas de volver a la normalidad y miedo por hacerlo, desmotivación… Los últimos 14 meses han creado un caldo de cultivo emocional complicado. Un escenario en el que la fatiga pandémica ha hecho acto de presencia.
“En el último año hemos pasado de lo individual a lo colectivo. Todos hemos compartido la situación pandémica y esto nos ha ayudado mucho. Además, la luz al final del túnel contribuye a que mantengamos la motivación, pero hay quien está llegando con las fuerzas justas a la meta”, señala Joan Piñol, psicólogo y director de la Fundación Salud y Persona. ¿Cuál es el impacto de la fatiga pandémica en el entorno laboral?
[hde_related]
La fatiga como reacción a la pandemia
La COVID-19 no inventó la fatiga pandémica. La reacción tras más de un año viviendo en un escenario adverso, con riesgos y amenazas cambiantes, es una respuesta natural del ser humano. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la fatiga pandémica es “la desmotivación para seguir las conductas de protección recomendadas que aparece de forma gradual en el tiempo y que está afectada por diversas emociones, experiencias y percepciones, así como por el contexto social, cultural, estructural y legislativo”.
De forma más amplia, puede entenderse también como un hastío y una desmotivación generalizados ante una situación compleja que se prolonga en el tiempo. “La gente está cansada, aunque las vacunas han traído la esperanza de que todo se va a solucionar pronto”, explica Piñol. “En estos momentos existe mucho estrés, mucha ansiedad y, sobre todo, incertidumbre de cara a la vuelta al trabajo presencial”.
De acuerdo con este psicólogo, la mayor parte de la población tiene ganas de volver a la normalidad y el miedo presente al principio de la pandemia se ha ido diluyendo. Sin embargo, la vuelta al trabajo presencial para todos aquellos que teletrabajan también va a tener un impacto emocional. “Debe ser paulatina, que no haya inundación, como decimos en psicología. Hay que hacerlo de forma progresiva y con flexibilidad para evitar que se dispare el estrés entre los empleados”, señala.
El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicaba el pasado mes de marzo una encuesta sobre la salud mental de los españoles al cumplirse el primer año de pandemia. Uno de cada tres declaraba haber llorado en el último año por causa de la COVID-19, más de un 40% aseguraba haber tenido problemas de insomnio y más de un 70%, haber sentido miedo al contagio de alguien cercano.
De acuerdo con el Observatorio de Recursos Humanos, el 75% de la población española ha sufrido fatiga pandémica de una forma u otra, englobando bajo este término emociones como el estrés, el miedo, el cansancio mental y la falta de motivación.
La fatiga, entre el empleado y la empresa
La fatiga pandémica afecta tanto a los empleados que han vuelto a su puesto de trabajo y aquellos que nunca lo abandonaron como a aquellos que continúan teletrabajando. “En cierto sentido, a la larga, la gente que ha mantenido el trabajo presencial se ha visto algo menos afectada. Ha podido mantener una rutina, salir y socializar con los compañeros”, sostiene Piñol. “Aun así, existe fatiga pandémica en cuanto al resto de aspectos sociales”.
La situación ha generado un impacto negativo en las organizaciones. Por un lado, la ansiedad y el estrés provocan falta de concentración y pérdida de productividad, lo que se traduce en un peor desempeño para las empresas. Por otro, la fatiga pandémica genera gastos directos, tanto para cubrir bajas médicas como para prevenir que el malestar emocional haga mella en la plantilla.
“Las organizaciones que están dando soporte emocional a sus empleados y a sus familias están funcionando mucho mejor a nivel interno. La pandemia en general ha supuesto a las empresas mayor inversión, no solo en medios técnicos y tecnológicos, sino en apoyo emocional para sus trabajadores y sus familias”, explica el psicólogo.
Además, la dificultad para continuar cumpliendo con las medidas sanitarias de forma estricta genera un amplio abanico de situaciones dentro de los equipos que pueden acabar, si no se gestionan bien, en recelos y tensiones que dificulten el trabajo. Por ejemplo, no vive la situación de la misma manera un empleado sin cargas familiares que una persona que convive con un enfermo crónico o un anciano.
“Este miedo, este recelo, va a existir durante un tiempo. Hay disparidad de percepciones y de situaciones. Cuando estemos todos vacunados y la pandemia esté bajo control esto irá desapareciendo. Pero la ansiedad y el estrés que generarán volver a la normalidad se van a mantener”, recalca Piñol. “Durante este último año hemos tenido mucho trabajo, pero creemos que incluso habrá más necesidad de apoyo psicológico para afrontar la vuelta a la normalidad”.
¿Qué pueden hacer las empresas frente a la fatiga pandémica?
El estrés y la ansiedad producen señales claras a las que hay que estar atento, también, dentro de la empresa. Algunas de estas señales son físicas, como palpitaciones, sudoración excesiva, cambios de peso o insomnio, y otras psicológicas, como falta de concentración, tristeza o ganas de llorar e irascibilidad.
“Un día todos podemos ir más acelerados, las cosas hay que entenderlas dentro de la normalidad. Pero si se convierte en algo habitual, no vamos por buen camino. La labor de los jefes y los mnagers es estar pendientes de sus empleados e intentar mantener su motivación”, señala Piñol. “La pandemia se ha traducido en emociones. Y al que ha dispuesto de herramientas para gestionar esas emociones le ha ido mucho mejor”.
De acuerdo con una encuesta elaborada por la Fundación Salud y Persona tras los tres primeros meses de confinamiento, existe una relación directa entre la incertidumbre respecto a todo lo que rodea el puesto de trabajo y el estilo a la hora de comunicar y acompañar a los empleados. Por regla general, estos se sienten más tranquilos y confiados si tienen jefes más cercanos y comunicativos.
La comunicación y la gestión de la información son clave para gestionar la fatiga pandémica en el ámbito laboral. Entre otras herramientas, las organizaciones deben:
- Mostrar claridad en la estructura de los planes de la empresa. En especial, sobre cuándo, cómo y en qué condiciones se va a estar en el puesto de trabajo. “A la mente humana le va muy bien saber a qué atenerse, tener claros los límites”, explica Piñol.
- Promover el bienestar físico, los hábitos de sueño suficientes, la dieta saludable y el ejercicio, ya que mejorarán la atención, la energía y el estado de ánimo.
- Gestionar la infodemia. “Una de las cosas que más daño emocional ha hecho, y es aplicable a toda la población, es el exceso de información”, señala el psicólogo. “La organización puede mantener sesiones informativas y formativas. También debe transmitirse información veraz y transparente sobre la situación de la compañía”.
- Fomentar el contacto social entre compañeros, aunque sea en remoto. Puede ser desde reuniones informales hasta grupos de soporte emocional en los que los empleados que comparten ciertas realidades o miedos expresen su situación.
- Establecer herramientas de soporte emocional continuo para los empleados y sus familias. “El entorno familiar cercano tiene una gran importancia. No solo nos afectan nuestros propios miedos y ansiedades, sino los de la mochila que llevamos cargada con todo lo que nos rodea. Muchas veces arrastramos estrés de casa al entorno laboral”, explica Joan Piñol.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, es importante entender y empatizar con las personas a las que nos dirigimos, involucrar a la gente como parte de la solución, permitir que cada uno viva la situación a su manera mientras se respeten ciertos límites y mostrar siempre el reconocimiento del esfuerzo que cada uno está haciendo ante una situación difícil.
Según esta institución, para reducir la incidencia de la fatiga pandémica, la comunicación debe ser transparente, ser consistente en la medida de lo posible (evitando, sobre todo, mensajes confusos), buscar la predictibilidad a pesar del escenario impredecible y ser justa y coordinada entre todos los grupos que toman decisiones para evitar confusión.
De cara al futuro, además, las organizaciones deberán estar pendientes a posibles detonadores de la ansiedad en la vuelta a la normalidad. “Lo que nos costó mucho al principio con el salto al teletrabajo y el confinamiento se ha convertido, en parte, en rutina, nos hemos habituado”, concluye Piñol. “La vuelta a la normalidad en el entorno laboral nos va a costar mucho”.
Imágenes | Unsplash/Doğukan Şahin, Victoria Heath, Hedgehog Digital