El hotel Henn-na, en Japón, copó los titulares de la prensa en 2015 al convertirse en el primero del mundo en tener una plantilla de trabajadores formada casi exclusivamente por robots. Entre ellos había dos dinosaurios que hacían las tareas propias de un recepcionista, un barrendero autómata que se paseaba por el vestíbulo a la caza de cualquier papel o un brazo mecanizado que se encargaba del equipaje. También figuraban máquinas más experimentales, como Churi, un minimayordomo que, sobre la mesita de noche de cada habitación, era capaz de organizar una llamada, encender y apagar la luz, dar el pronóstico del tiempo o detectar la temperatura. ¿Los peces de los acuarios? También eran robots.
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Cuatro años después, el hotel Henn-na («hotel extraño» en japonés), que pretendía ser el más eficiente y productivo del planeta a la vez que brindaba una experiencia «fascinante» a sus huéspedes, ha decidido despedir a más de la mitad de sus 243 trabajadores robotizados. El motivo es la larga lista de quejas por parte de los clientes, según el diario estadounidense ‘The Wall Street Journal’.
Y es que el mayordomo autómata Churi despertó en más de una ocasión a los huéspedes por activar el control por voz al confundir el sonido de los ronquidos, sin contar con que sus funcionalidades eran muy básicas, lejos de los asistentes virtuales de voz Siri, de Apple, y Alexa, de Amazon, de acuerdo con las reclamaciones.
Además, los dos dinosaurios de la recepción exhibieron una limitada capacidad de información e interacción -incapaces de dar horarios de vuelo o ayudar a los visitantes a planificar su estancia- y no supieron hacer fotocopias del pasaporte o DNI de los clientes, siendo necesaria una mano humana. Así, empezaron a ser una carga más que una ayuda para los escasos empleados de carne y hueso del hotel, que tuvieron que hacer horas extras para subsanar los fallos. Otras incidencias tuvieron como protagonistas a los portaequipajes robotizados, que quedaron fuera de uso porque solo podían llegar a 24 de las 100 habitaciones del establecimiento.
«Lo siento, no pude captar eso. ¿Podrías repetir tu petición?»
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En 2015, el ‘Hotel Raro’, situado junto a un parque temático de la ciudad de Sasebo, fue reconocido por el Libro Guinness de los Récords como el primer hotel de robots del mundo. Originalmente tenía 80, pero el número pronto se triplicó. Y fue a partir de entonces cuando -cuenta ‘The Wall Street Journal’- comenzaron los problemas.
Atsushi Nishiguchi se hospedó en el hotel en 2017. Tras sentirse frustrado con Churi, trató de contactar con recepción, pero no había teléfono en su habitación porque se suponía que debía recurrir al mayordomo robotizado. Finalmente, llamó a recepción con su móvil y pudo comunicarse con un humano. Por su parte, Yoshihisa Ishikawa fue despertado repetidamente por Churi, que le inquiría: «Lo siento, no pude captar eso. ¿Podrías repetir tu petición?». A las 6 de la mañana, Ishikawa se percató de lo que iba mal: sus ronquidos activaban la respuesta automática del miniasistente personal.
Solo robots que sean realmente útiles
Hideo Sawada, presidente de Huis Ten Bosch, la compañía de viajes propietaria del establecimiento, ha admitido a ‘The Wall Street Journal’ que necesitan hacer «algunos ajustes» a su idea de crear hoteles manejados casi íntegramente por máquinas. En su opinión, «cuando recurres realmente a los robots, te das cuenta de que hay lugares donde no son necesarios o, sencillamente, molestan a la gente«.
El éxito inicial del hotel Henn-na de Sasebo llevó a la agencia Huis Ten Bosch a abrir varios establecimientos de este tipo en Japón. Ahora, ante estos errores no previstos, las nuevas aperturas solo cuentan con robots que han demostrado ser útiles y el énfasis tecnológico se pone también en soluciones más discretas, pero altamente eficientes: la instalación de paneles solares o la apertura de las puertas de las habitaciones mediante reconocimiento facial.
Teléfonos, relojes, ropa inteligente, televisores que se conectan a internet, robots que nos limpian la casa… La tecnología está cada vez más presente en nuestras vidas porque se supone que nos hace la vida más fácil, al margen del ahorro económico que la automatización de procesos pueda representar. En el caso del hotel Henn-na, esa afirmación se ha cumplido solo a medias a juzgar por su destino, mucho más humano de lo esperado.
Imágenes | Hotel Henn-na | Alex Knight (Unsplash)