En el mundo actual, tan abierto y conectado, y donde las comunicaciones de todo tipo entre personas abundan, los extrovertidos tienen aparentemente las de ganar. En los entornos laborales se suelen valorar la sociabilidad, el don de gentes y la capacidad de comunicación. Sin embargo, a las compañías no les conviene perder de vista a sus empleados más introvertidos. Pueden ser una auténtica sorpresa.
En las empresas se valora mucho la extroversión, sobre todo en puestos donde se requiera mucha interacción. Por ejemplo, en posiciones directivas, los departamentos comerciales o los de atención al público. Sin embargo, se calcula que la mitad o más de los empleados de cualquier compañía se podrían definir como introvertidos. [hde_related]
A estos profesionales les suelen caer encima las etiquetas de “antisociales”, “tímidos” o “con pocos amigos”. Un introvertido de libro será alguien que se vuelca hacia su universo interior y se muestra reservado o con tendencia a no exteriorizar sus emociones. Pero muchos psicólogos recomiendan ir más allá de estos clichés y empezar a tratar a estas personas de otro modo para aprovechar todo su potencial.
Por ejemplo, muchas veces no carecen de habilidades sociales o soft skills, sino que les cuesta relacionarse en grupos grandes de gente. Sin embargo, en grupos más pequeños son capaces de dar a conocer su carácter y sus habilidades.
Las carreras profesionales de los introvertidos sufren porque cuando se piensa en un ascenso, la mayoría de las empresas optan por perfiles extrovertidos para ocupar posiciones de dirección o de coordinación de equipos. Pero cada vez hay más investigaciones que sugieren que el liderazgo no requiere ser extremadamente sociable o tener notoriedad.
La escucha activa y la calma son algunos de sus valores
Diseñar y hacer realidad proyectos son habilidades que pueden compartir introvertidos y extrovertidos. Pero un buen líder es también alguien que sabe escuchar y considerar las aportaciones de los profesionales con los que se trabaja. Y esa capacidad de atención muchas veces define a las personas reservadas.
La escucha activa, mantener y transmitir calma a la hora de tomar decisiones, procesar la información, pensar antes de hablar, empoderar y tener más tendencia a profundizar son rasgos propios de las personas más introvertidas. El problema, muchas veces, está en que las empresas de búsqueda de personal o en los mismos departamentos de RRHH de las compañías no tienen esto en cuenta. La gestión del talento se debería rediseñar para encontrar a los mejores introvertidos.
Estas personas también tienen en su contra algunas derivas de los espacios de trabajo actuales. Las oficinas abiertas, sin paredes y donde se promueve el trabajo colaborativo favorecen la cooperación, pero impiden muchas veces la concentración y el enfoque individual para resolver problemas complejos.
Rediseño de las oficinas
Los expertos en psicología laboral recomiendan respetar los espacios de privacidad del empleado y crear espacios de trabajo flexibles, que combinen entornos abiertos y de colaboración con otros más tranquilos, con menos estímulos y menos ruidosos, donde haya condiciones y tiempo para pensar y reflexionar. En una oficina actual, un introvertido está abocado a pasar desapercibido y la empresa a perderse sus aportaciones.
Para favorecer al introvertido y a la vez obligar al extrovertido a ser más reflexivo, se puede instaurar el trabajo en remoto algún día de la semana, o plantear reuniones donde se deje un tiempo para leer sobre lo que se va a tratar y escribir las propuestas que luego se van a plantear. Muchos introvertidos tienden a ser creativos, pero en un ambiente de trabajo muy abierto, con interrupciones, falta de privacidad o elevados niveles de estrés, esta capacidad queda mermada.
Además, los introvertidos se suelen sentir bien escuchando a los demás y son empáticos, puesto que no les gusta ser el centro de atención. También suelen ser buenos resolviendo problemas. En definitiva, muestran una mayor capacidad de observación y de reflexión, son menos impulsivos, y por lo general son más capaces de delegar y de colaborar porque no tienen necesidad de protagonismo.
Grandes introvertidos del mundo empresarial
Que los introvertidos pueden llegar a lo más alto de la pirámide empresarial, e incluso de la economía mundial, está más que comprobado. De hecho, algunos de los emprendedores con más éxito de las últimas décadas son introvertidos confesos. Uno de ellos es Bill Gates, el fundador de Microsoft y uno de los hombres más ricos del mundo.
El propio Gates ponía en valor su timidez con estas palabras: “Si eres listo, puedes aprender a obtener los beneficios de ser una persona introvertida. Por ejemplo: estar dispuesto a desaparecer por unos días y dar vueltas a un problema complejo o leer durante muchas horas. Es mejor contratar a personas extrovertidas y tratar de aprovechar la combinación de ambas facetas”.
Otro introvertido de libro es Larry Page, el creador de Google junto a Sergey Brin. Desde hace unos años, Page está muy alejado de los focos mediáticos, aunque sigue con interés la evolución de proyectos futuristas como el de los coches aéreos. O Mark Zuckerberg, que en su momento dio con la idea de Facebook y que hoy dirige una red social que usan casi 2.500 millones de personas. Siempre embutido en sus reconocibles camisetas grises, Zuckerberg se ha hecho carismático a base de no levantar la voz, por lo menos de puertas para afuera.
El último introvertido declarado que recordamos es el director y productor de cine Steven Spielberg, que en alguna ocasión ha culpado al antisemitismo de su naturaleza callada. “El efecto que tuvo en mí fue que me convirtió en un solitario. Me hizo una persona retraída y cohibida”, ha señalado el cineasta. Spielberg también ha confesado públicamente que se pone nervioso en las fiestas o que las reuniones triviales le resultan incómodas. Eso, sin embargo, no le ha impedido ser uno de más notables de la historia en su profesión.
Imágenes | iStock.com/bowie15 y ALotOfPeople / World Economic Forum