Ser ascendido y convertirse en jefe es una buena noticia, signo de que en la empresa hay oportunidades para el desarrollo profesional. Con el nombramiento, al conjunto de nuevas responsabilidades se le suma el reto de liderar. Y cuando el grupo está formado por quienes hasta el día anterior eran compañeros, el desafío se redobla.
Hay que asumir el nuevo papel en la organización y repensar las formas de relacionarse. Esta transición puede hacerse de una manera armónica y profesional sin perder los lazos creados. Ahí van algunas ideas para que sea efectiva:
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No intentes cambiar las relaciones existentes
A quien más le cuesta esa transición es a la persona que se convierte en jefe, porque se tiene que desprender de situaciones y vivencias compartidas. Ahora bien, eso no implica dejar de lado el aspecto humano o el compañerismo.
Puedes conservar las amistades, además de ser un buen jefe de aquellos para quienes solo eras un compañero. Lo importante es no pretender generar cambios que no surjan de modo natural.
Sé coherente
Si criticabas a tu jefe anterior, por ejemplo, porque no escuchaba a los demás, no deberías hacer lo mismo. En este punto, la coherencia entre el decir y el hacer tiene que ser mayúscula. Además de tratar de no repetir los errores de tu anterior jefe, toma en cuenta sus aciertos y aprovecha que conoces la manera de funcionar de tus antiguos compañeros y muchas de sus expectativas y disconformidades. Utiliza toda esa información a tu favor y en beneficio de los demás. No perder nunca esa perspectiva puede ser tu mayor ventaja.
Aprovecha tus vínculos
Conoces mejor que otros a quienes hoy están bajo tu supervisión, sus fortalezas y debilidades. Emplea todo este conocimiento para motivarlos y sacar lo mejor de cada uno de ellos. Frente a sus errores o descontento, charla con ellos y trata de descubrir los motivos del conflicto, ofreciendo soluciones. A medida que uno asciende en su carrera laboral, la apertura y el diálogo se hacen cada vez más importantes.
Evita demostraciones de fuerza
No te coloques en una posición de superioridad ni mires a los demás por encima de los hombros. En caso de conflicto, no utilices el poder formal que te otorga el puesto. Gestiónalo desde la autoridad, no desde el autoritarismo. Es una trampa en la que muchos caen para evitar el cuestionamiento de sus equipos.
Celebra encuentros individuales
Una buena manera de asumir tu nuevo papel es convocar una reunión general de presentación -si es con el jefe saliente, mejor-, y luego conversar cara a cara con cada uno de tus excompañeros, comunicándoles tus nuevas obligaciones y tus expectativas. Escucha también las suyas y permíteles plantearte sus desacuerdos o preocupaciones. Piensa con ellos alternativas y soluciones.
Mantente siempre profesional y respetuoso
Recuerda que tener un nuevo cargo también te posiciona en una situación de mayor responsabilidad en el trato con los demás. Ahora tienes más poder de decisión y, por ello, todo lo que digas o hagas puede influir positiva o negativamente en el ánimo de tu equipo. No dejes que un mal día o tu temperamento arruinen tus vínculos. Como supervisor, la indiferencia o la falta de respeto hacia un trabajador puede echar por tierra todo tu esfuerzo.
Aunque ahora eres el encargado de poner ciertos límites y, por ello, deberás enfrentar situaciones tensas o conflictivas, no dejes que las nuevas responsabilidades te abrumen, toma las riendas de tu carrera profesional y celebra la nueva etapa que estás comenzando.
Ascender es positivo y convertirse en líder sumamente gratificante. Un liderazgo con sentido se construye día a día y la transición de compañero a jefe es el primer paso. Entonces, nada mejor que iniciarla con buen pie.