El mundo laboral avanza hacia terrenos hasta hace solo unos años impensables y desconocidos. La entrada de las nuevas generaciones al mercado de trabajo y la revolución tecnológica que estamos viviendo están imponiendo nuevas formas de trabajar, muchas de las cuales la pandemia de covid-19 no ha hecho más que acelerar y consolidar. Entre ellas está el job sharing o trabajo compartido que, al igual que el teletrabajo, apuesta por esa tan deseada flexibilidad que permita conciliar vida personal y profesional. [hde_related]
Según un estudio publicado a principios de año por la empresa de recursos humanos Randstad, el 56 % de la generación Z y el 55 % de los millennials dejarían su trabajo si les impidiera disfrutar de la vida, en comparación con poco más de un tercio (38 %) de los baby boomers. Además, el 38 % de los profesionales de nuestro país no aceptaría un empleo si no ofreciese flexibilidad en cuanto a lugar de trabajo y horario.
¿Qué es el job sharing?
El job sharing es un nuevo modelo laboral que consiste en que dos personas compartan el mismo puesto dentro de una organización, con el beneplácito de sus superiores, claro está.
Aunque en España esta práctica es poco común, está bastante extendida en otros países de nuestro entorno como Suiza, Alemania y Reino Unido, máximos exponentes de esta fórmula, más frecuente en universidades y el sector público que en la empresa privada.
Según la consultora alemana Robert Half, una de cada cuatro empresas en Europa ya oferta este tipo de puestos, cifra que aumenta hasta el 48 % en el caso de Reino Unido. Sin embargo, España aún está muy lejos de alcanzar estos datos porque, pese al impulso del trabajo a distancia que ha supuesto la pandemia, en nuestro país sigue habiendo una gran cultura del presencialismo en el seno de las empresas.
En esta nueva forma de trabajar, los dos empleados comparten el mismo puesto con todo lo que ello conlleva: horarios, funciones y, por supuesto, sueldo. En cuanto a las responsabilidades, existen dos modalidades de job sharing bien diferenciadas. Tales responsabilidades pueden ser compartidas, cuando ambos trabajadores se hacen responsables por igual del trabajo, o dividirse, esto es, cada empleado se hace cargo de determinados proyectos o tareas, trabajando de manera individual y siendo responsable de los encargos asignados específicamente.
Ventajas del job sharing
Ni qué decir tiene que el job sharing presenta indudables ventajas, entre las que destaca especialmente la flexibilidad que ofrece al empleado para poder compaginar más fácilmente la esfera laboral y personal.
Además, al realizar el trabajo dos personas, ambas intercambian sus habilidades y conocimientos, por lo que la capacidad de aprendizaje es mayor, al tiempo que facilita la resolución de problemas, pues dos cabezas piensan más y mejor que una.
Asimismo, esta figura permitiría a los trabajadores mantener la antigüedad y los beneficios sociales ofrecidos por la empresa. También brinda la posibilidad de ocupar un puesto de responsabilidad, avanzando en la carrera profesional, sin renunciar a la conciliación con la vida personal y familiar.
Las organizaciones, por su parte, tendrían trabajadores más motivados, por lo que verían incrementada su productividad y reducido el absentismo. El puesto quedaría cubierto todo el año, pues ambos empleados se turnarían para coger vacaciones.
Uno de los casos de job sharing más conocidos fue el protagonizado por las periodistas británicas Anushka Asthana y Heather Stewart. Ambas se postularon para el puesto de editora jefa de la sección de Política del diario ‘The Guardian’. La jefatura representaba para ambas una gran oportunidad profesional, pero el problema era la enorme dedicación que exigía, lo que les quitaría mucho tiempo de estar con sus hijos. Así que decidieron concurrir juntas al proceso de selección y, finalmente, fueron elegidas.
Desventajas del job sharing
No obstante, este sistema no es perfecto e indudablemente tiene sus inconvenientes. En primer término, debe existir total sintonía entre los dos trabajadores para que esta fórmula funcione, sin cabida para los egos, además de una comunicación fluida y eficaz entre ambos y de estos con el resto del equipo o los jefes. De hecho, muchas de las empresas que han apostado por el job sharing lo están usando para la realización de tareas repetitivas, pues resulta complicado encontrar una pareja de empleados que estén completamente coordinados y compenetrados, sobre todo en los trabajos más creativos.
Por otro lado, al ser el salario compartido, es ideal para aquellos trabajadores que por sus circunstancias particulares no tienen problema en ver reducida su nómina a la mitad. Es probable que a buena parte de los empleados esta modalidad laboral no les compense. De hecho, algunos expertos apuestan por vincular el job sharing a puestos de trabajo con sueldos altos al tenerse que dividir el salario. En este sentido, para algunos expertos esta fórmula no es más que una forma moderna de precarización del mercado laboral, con dos profesionales por el precio de uno.
También abre un debate sobre la desigualdad de género, ya que algunos ven en este sistema una vía para que, de nuevo las mujeres, que soportan la mayor parte de los cuidados en el ámbito doméstico, opten por esta fórmula que les permite seguir ocupándose de ellos aunque con una notable merma retributiva.
Lo cierto es que el job sharing se puede analizar desde muchos puntos de vista, positivos y no tanto, pero lo que es innegable es que la sociedad camina hacia nuevas fórmulas de organización del trabajo que posibiliten un equilibrio entre los intereses personales y profesionales. Para ser productivos, nuestra vida laboral no tiene por qué transcurrir inexorablemente atada a rígidos e interminables horarios.
Imágenes: The Jopwell Collection (Unsplash) | Cytonn Photography (Unsplash)