Arabia Saudí es uno de los países del mundo que más infusiones bebe. Cada persona consume, de media, al año, 900 gramos de té (cada bolsa monodosis trae unos dos gramos). Por sus aduanas portuarias pasan, también anualmente, cinco contenedores de mercancías cargados con infusiones ecológicas producidas a orillas del río Irati, en Navarra. Allí, no lejos ya de la frontera con Francia y de uno de los pocos grandes bosques autóctonos que quedan en Europa, la selva de Irati, se ubica Josenea. “Que países que entienden tanto de estos productos como Arabia Saudí nos compren dice mucho de la calidad de lo que hacemos”, dice, orgulloso, Jesús Cía, fundador y director de la compañía.
Pero es que, además, Josenea no es una empresa cualquiera. Ha sido una plataforma de despegue y reinserción laboral para más de un centenar de personas en situación de exclusión social. Y es un pequeño paraíso autosuficiente de la economía circular cuya labor acaba de ser reconocida en los Rural Inspiration Awards que otorga la Comisión Europea. Su trabajo, como señalan los galardones, es una inspiración en la búsqueda de alternativas para los retos sociales, ambientales y económicos del rural español y europeo.
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La economía circular de las personas
Cía llevaba tiempo trabajando con personas con discapacidad cuando, en 2002, decidió emprender y fundar Josenea con varios amigos. Con el apoyo de un programa del Gobierno de Navarra, crearon una empresa social con el gran objetivo de mejorar la inserción laboral de aquellos que contaban con menos oportunidades.
“Pensamos en todas aquellas personas que, por la razón que sea, no tienen la oportunidad de entrar en el mercado laboral. Personas con discapacidad, de cierta edad, que sufren discriminación por razones de género o etnia, sin estudios… Cuando tienes un paro del 15%, tienes un montón de gente fuera del mercado laboral y las razones son muy variadas”, explica el director de Josenea.
Así, Josenea trabaja en colaboración con el Servicio Navarro de Empleo y el Instituto Navarro de Bienestar Social. Toda la gente que contratan trabaja en la empresa un mínimo de seis meses y máximo de tres años, al cabo de los cuales todos deben ser reubicados en el mercado laboral. “No podemos convertirnos en un gueto, sino en un trampolín”, señala Jesús Cía. “A lo largo de estos años hemos insertado a cerca del 70% de las personas que han salido”.
En 2002, Josenea eran dos personas. Hoy cuentan con más de 50 trabajadores y, durante estas dos décadas, han pasado por sus instalaciones más de 150 empleados. “Hay un elemento clave de la economía circular que a veces se nos olvida: las personas. Las personas que también parecen ser desechadas. Para nosotros son lo primero”, añade Cía.
Un negocio rentable en el rural navarro
Lumbier, o Irunberri en euskera, es un pequeño municipio de Navarra. No lejos del núcleo de población, en el paraje de Bordablanca a orillas del río Irati, se ubica la finca de Josenea. Son 14 hectáreas divididas en pequeñas fincas de cultivo donde crecen unas 60 variedades diferentes de plantas medicinales. Allí se recogen las semillas, se plantan, se dejan crecer, se recolectan, se secan, se procesan y se envasan para su distribución. “De la semilla a la taza”, subraya Cía.
Además de agricultura ecológica y venta de infusiones, hacen turismo. Desde que abrieron la finca al público en el año 2006 han tenido más de 25 000 visitas. “Ahora estamos trabajando para convertir nuestra plantación en el primer parque de la economía circular visitable de Europa”, añade el director de Josenea. Cada una de las partes de esta empresa social es una oportunidad para una persona en situación de exclusión.
“Cuando creamos Josenea quisimos demostrar que era posible hacer cosas en los pueblos que la gente está abandonando, con la agricultura que parece no ser rentable y con la gente que nadie quiere. E hicimos un gran proyecto. De hecho, nos hemos convertido en un referente”, señala Jesús Cía. “Hemos generado un modelo social, un modelo de empresa y un modelo de desarrollo rural. Uno que se puede replicar en otros lugares”.
Josenea es una empresa social sin ánimo de lucro. Con lo que ganan pagan los salarios de todos, pero no reparten dividendos. Además, una parte de los sueldos de las personas en proceso de integración los paga la administración de Navarra. Lo que sobra se reinvierte en los diferentes proyectos empresariales. En el último ejercicio facturaron más de 1,6 millones de euros en ventas e ingresaron cerca de dos millones si se cuentan también las aportaciones públicas.
Además de vender en España y exportar a Arabia Saudí, sus productos están en Taiwán y California, y están a punto de empezar a exportar a México. “Tenemos la ventaja de que el mercado de las plantas medicinales es un mercado mundial y hay pocos productores de calidad para la demanda que hay”, añade el director de Josenea.
¿Una utopía circular y sostenible?
El enfoque de Josenea fue diferente desde sus inicios. No solo porque su objetivo final era mejorar la situación de personas vulnerables, sino porque querían hacerlo con una huella ambiental mínima. Así, cubren la mayor parte de sus necesidades energéticas e hídricas con sus propios recursos y han optimizado los procesos de reciclaje y compostaje al máximo.
- Energía renovable. La finca cuenta con una instalación de paneles fotovoltaicos desde sus inicios, un generador eólico y un sistema de almacenamiento de baterías. Esto es suficiente para cubrir, normalmente, todas las necesidades de electricidad, incluyendo las de los ventiladores del secadero. Aun así, cuentan con un grupo electrógeno auxiliar para casos de emergencia.
- Calor solar y por biomasa. Para el proceso de secado de las plantas han instalado una pared de pizarra negra y una cristalera en el secadero que aprovechan al máximo la radiación solar. Para los días nublados y fríos o por las noches, cuentan con una caldera de pellets de biomasa.
- Agua y riego eficiente. Las necesidades de agua de la finca se cubren a través de un sistema de almacenamiento y gestión de la lluvia y mediante la reserva que proporciona el río Irati. El riego es por goteo en exteriores y en los invernaderos utilizan un sistema de piscinas estancas con riego por leve inundación, que permiten a la planta absorber el agua que necesita.
El caso del abono y el compost merecen mención aparte. La finca reutiliza y recicla casi todos los materiales que utiliza y los residuos que genera. En colaboración con la Universidad de Navarra, Josenea ha desarrollado un proyecto de compostaje de los residuos orgánicos de las localidades de sus alrededores. El proyecto, que ha sido reconocido por los premios de la Comisión Europea, abarca desde la recogida y el tratamiento de residuos hasta la capacitación y la experimentación para buscar usos alternativos para los residuos.
“Veíamos que en agricultura ecológica era difícil conseguir abonos de calidad. Además, la economía verde y circular cobraba cada vez más importancia. Así, decidimos desarrollar un proyecto para la recogida y el compostaje de los residuos de la zona. Construimos también una pequeña planta piloto de compostaje que pudiese replicarse fácilmente en otros sitios y convertimos basuras en productos de alta calidad”, explica Jesús Cía. “Ahora trabajamos también en la instalación de un punto limpio para residuos vegetales de poda”.
“Somos un ejemplo de cómo se puede trabajar en el campo de forma circular y eficiente. Hemos demostrado que la economía circular no es una utopía. Nosotros la llevamos en el ADN, ha llegado para quedarse y, además, es absolutamente necesaria. No podemos seguir así, consumiendo recursos sin control”, concluye el director de Josenea.
Imágenes | Josenea