Hasta hace no demasiado tiempo, el liderazgo agresivo era sinónimo de éxito empresarial. Se presuponía que aquellos líderes con un carácter más agresivo, dominante o egoísta eran capaces de subir más puestos en sus empresas, con frecuencia haciendo mobbing a sus compañeros competidores o jugando sucio para ascender por un entramado empresarial sobre el que luego echaban sal.
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Nada más lejos de la realidad. Un reciente estudio titulado ‘Las personas con personalidades desagradables (egoístas, combativas y manipuladoras) no tienen ventaja en la búsqueda del poder en el trabajo’ desmiente este relato generalizado y señala el verdadero poder laboral: la capacidad para establecer relaciones sociales y alianzas en las que todos ganen (win-win).
El poder de la intimidación personal y el respeto
Es muy probable que el legado de siglos anteriores haya influenciado las ideas que se asocian a ‘ascender’. La jerarquía piramidal de las empresas surgió de una organización cuasi-militar, y quienes se encontraban en la cúspide eran personas asociadas al poder y la riqueza. Con frecuencia, logrados a la fuerza a través de conquistas personales o heredado de éxitos militares previos.
Sin embargo, durante los últimos siglos se ha visto un cambio importante en el liderazgo de las empresas. Cada vez tiene más peso la capacidad de relacionarse con aquellos que tienen determinado talento. Es así como surgen centros como Silicon Valley en Estados Unidos, Bangalore en India o Zhongguancun en China.
Abusar de los compañeros solo los intimida
“¿Es más probable que los individuos desagradables alcancen el poder que los agradables?”. Esta fue la hipótesis de partida por un equipo liderado por Cameron Anderson, doctor en psicología social y de la personalidad por la Universidad de California en Berkeley (Estados Unidos). A través del estudio mencionado, demostraron que la respuesta simple era “no”. Aunque es más complejo que eso.
En principio, las personas desagradables, entendidas estas como las más egoístas, agresivas, crueles o maquiavélicas, tienen una enorme capacidad para amedrentar a otras personas. Así, es fácil que los candidatos más agresivos en una entrevista de trabajo tradicional logren desbancar al resto.
También puede ocurrir que un compañero lo suficientemente dañino sea el motivo por el que varias personas de un departamento dimitan, dejando vía libre a un acceso asegurado por falta de competidores. Este tipo de competición de fuerza bruta existe, pero en los niveles más bajos del escalafón laboral. En el momento en que hace falta ayuda para ‘subir’, los egoístas caen.
Los abusadores no acceden al mercado oculto de trabajo
El motivo de esta caída es que los trabajadores agresivos suelen apartar a la gente. Esto puede venir bien en determinadas condiciones, pero como norma general es una muy mala política de crecimiento laboral. Ocurre que esta forma de aislarse del resto de los trabajadores supone su mayor limitación para crecer.
Hace mucho tiempo que se sabe que el ‘mercado oculto de trabajo’, entendido este como las ofertas que no se publican en las páginas de empleo como Infojobs o LinkedIn, es mucho más fructífero que alistarse en una plataforma y enviar currículums.
Según Adecco, cerca del 75% de las ofertas de trabajo nunca se publican y se asignan a contactos. Esta cifra ha llegado al 80% en algunos casos. Además, este mercado oculto crece a medida que ascendemos por la jerarquía empresarial. Ya sea para no advertir a la competencia de los movimientos en puestos elevados, como para dar con la persona idónea por cultura, el grueso de las buenas ofertas laborales van de boca en boca.
Bajo esta perspectiva, lo descubierto por el estudio de Anderson et al. es más coherente. Conviene llevarse bien con el resto de profesionales y establecer relaciones de amistad o compañerismo con ellos. Si las personas agresivas no ascienden es porque nadie les llama cuando surge un nuevo puesto laboral al que poder acceder. Aunque el mecanismo es mucho más complejo que eso.
Abusar de los compañeros no es causa de éxito
La incapacidad para generar alianzas de valor es la gran losa de las personas agresivas. Además de no poder acceder a determinadas zonas del mercado laboral, las personas más violentas tienen serios problemas para transmitir la importancia de sus proyectos. Como consecuencia, se quedan solos y terminan por hundirse.
Así, pasan serios apuros a la hora de ‘manipular’ a nuevos candidatos, de ‘presionar’ al equipo de trabajo o de ‘forzar’ determinada deriva empresarial. Los verbos son importantes, ya que líderes más carismáticos se decantan por convencer, persuadir y argumentar en lugar de imponer. Buscan escenarios en los que ambas partes ganen, dejando de lado el egoísmo.
Las personas desagradables intimidan, pero el miedo no es lo que mantiene los proyectos a flote. De poco sirve amenazar a un trabajador cada vez que surge un inconveniente laboral o tratar de imponer una visión de la realidad cuando se presenta una cuenta de resultados. Ese tipo de conductas tienden a cortar lazos con otros profesionales, haciendo que la persona agresiva quede varada.
Es posible que, por diversos motivos, una persona agresiva alcance cierto puesto elevado. Cuando esto ocurre puede acontecer una erosión de los equipos de trabajo que impiden rendir. El ambiente se queda enrarecido, surgen conflictos laborales como respuesta a la agresión continua, y los equipos que antes trabajaban bien se van disolviendo.
Profesionales extrovertidos sí llegan a liderar empresas
Del estudio señalado llama la atención que lo contrario de la agresividad, la docilidad, tampoco es la solución para medrar en el trabajo y liderar empresas. En su lugar, los investigadores destacan otra cualidad imprescindible: la extroversión.
Los individuos extrovertidos generan más contactos. Estas conexiones actúan de red de seguridad cuando la situación no va del todo bien y ayudan a encontrar trabajo y aportan valor en situaciones difíciles. Además, estos individuos tienden a esforzarse más durante las crisis si se lo piden; así como también en momentos de prosperidad, presentándose voluntarios cuando es necesario un trabajo extra para crecer.
La agresividad es un factor interesante en momentos muy puntuales y concretos. La extroversión, por otro lado, lo será durante toda la carrera laboral. Es por ello que muchos líderes actuales son considerados personas extrovertidas o con redes de contactos, y el motivo por el que la gente con mejores habilidades sociales tiende a liderar proyectos.
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