6 consejos para llevar a cabo la mediación laboral

Empresa

Como en cualquier ámbito de la vida, el entorno laboral no es ajeno a la aparición de disputas, malos entendidos y desacuerdos profesionales y personales. Estos conflictos pueden, además, repercutir de forma negativa en el ambiente global de la empresa  e incluso en sus resultados.  

El proceso, herramienta o metodología que se emplea en este caso es la mediación laboral, cuya gestión se efectúa de forma amistosa y sin la intervención de abogados o jueces, a diferencia de otros procesos como los tribunales o el arbitraje.

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Tipos de conflictos laborales

La mediación laboral puede utilizarse de manera preventiva (todavía no se ha producido un conflicto, pero este se vislumbra en el horizonte) o cuando la disputa ya ha comenzado.

La naturaleza del desacuerdo puede ser variada. Desde temas económicos y contractuales (horarios de trabajo, vacaciones, salario) a la propiedad intelectual. Estos pueden evitarse con anterioridad fijando estas condiciones en el contrato laboral, por ejemplo, para evitar interpretaciones posteriores.

La segunda tipología, y donde suele intervenir el mediador con más frecuencia, son aquellas disputas de carácter más personal, relacionados con la convivencia y el día a día. Algunos ejemplos son la evasión de tareas entre miembros de un equipo, el trato y el reparto de vacaciones.

La mediación laboral o cómo solucionar un conflicto en el trabajo

La mediación laboral es un proceso que busca resolver posibles conflictos que afloran en el ámbito laboral entre compañeros o terceras partes, como clientes y proveedores, con la ayuda de otra persona. Esta figura, denominada mediador, ayuda a que las negociaciones lleguen a buen puerto de forma consensuada, sin imponer su criterio. 

Si nos remontamos unas cuantas décadas atrás, este término se utilizó por primera vez en 1984, cuando se firmó el Acuerdo Económico y Social (AES) entre el gobierno socialista de la época y la Unión General de Trabajadores (UGT) y la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). Recogía la frase «procedimientos voluntarios para la solución de conflictos».

Para abordar la mediación con éxito, lo primero que se necesita es motivación y comunicación. Los siguientes consejos también facilitarán limar asperezas entre las partes en disputa.

La voluntad, lo primero

Puede parecer elemental, pero si no existe voluntad de arreglar un conflicto, este no se resolverá. La clave del éxito es querer sentarse, hablar y, sobre todo, escuchar. Aunque la persona frente a nosotros tenga una opinión diferente de la nuestra. Esta voluntariedad debe mantenerse durante todo el proceso, aunque podrá interrumpirse si se considera oportuno.

Es un proceso flexible

La mediación laboral se plantea como una conversación que es muy adaptativa a las necesidades de las personas en conflicto. Huir de formatos rígidos contribuirá a que las partes se sientan bienvenidas a debatir las cuestiones en disputa y allanar el camino hacia la resolución.

No tiene fecha de caducidad

La mediación no tiene una duración determinada. Puede resolverse en una sesión o en varias que se extenderán semanas e incluso meses. El propio proceso definirá cuántas son necesarias.

Es confidencial

El contenido hablado durante las sesiones no se divulgará a ningún otro integrante de la empresa. La única excepción es si el origen del conflicto es un hecho constitutivo de falta o delito.

No hay ganadores ni perdedores

En mediación nadie gana ni pierde, ya que el proceso no concluye hasta que no se alcanza un acuerdo satisfactorio para todas las partes involucradas. Su carácter voluntario y amistoso implica que, de entrada, existe la predisposición para que así sea. 

Contar con un mediador profesional

Para que el proceso se resuelva de forma satisfactoria, contar con un mediador profesional es clave. Debe ser una figura neutral y con la experiencia necesaria para dirigir las sesiones de manera imparcial para ayudar a que las partes dialoguen de forma constructiva y alcancen un acuerdo. 

Las reuniones pueden realizarse en conjunto o, en caso de ser necesario, de manera individual. Las primeras son más efectivas. En este escenario, el mediador también deberá procurar generar un ambiente idóneo que rebaje posibles tensiones.

Por Lucía Burbano

Imágenes | Shutterstock/Wasan Tita, Unsplash/ TienDat Nguyen, Unsplash/krakenimages

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