Antes de la pandemia, la mentoría, es decir, el intercambio de información entre expertos y recién llegados, era una actividad casi implícita en las empresas. Hoy, sin embargo, el trabajo remoto e híbrido obliga a intervenir de manera más concertada y estructurada. Por ello, la figura del mentor se vuelve cada vez más central. [hde_related]
Las nuevas generaciones, sobre todo, requieren herramientas que les permitan crecer, motivarse y, a la vez, ser consideradas y comprendidas. En otras palabras, esperan que las organizaciones sean más ‘inteligentes’ en el ámbito emocional. En este sentido, activar trayectos de mentoría es un primer paso para cubrir sus necesidades y evitar la insatisfacción. Lo que a medio plazo puede causar renuncias dolorosas.
La primera ventaja de un programa de mentoría, por lo tanto, es la posibilidad de involucrar y mantener alto el compromiso de los empleados y evitar perder los talentos. También es una herramienta necesaria para formar y transmitir la cultura de la organización, el elemento más diferencial en un mercado cada vez más competitivo.
¿En qué consiste una mentoría?
Los orígenes de la palabra ‘mentor’ se remontan a la antigua Grecia y la ‘Odisea’ de Homero. Cuando Ulises es llamado a la Guerra de Troya, decide confiar la educación y el crecimiento de su hijo Telémaco, además de a su esposa Penélope, a su amigo Mentor. En 1750 el ‘Oxford English Dictionary’ incluyó el término ‘mentor’ en el idioma inglés. Lo definió como un «asesor sabio y de confianza que ayuda a una persona con poca experiencia».
Y este es justo el significado primordial del término ‘mentoría’. Un proceso de formación en el que una persona ayuda, sigue, orienta y promueve el desarrollo personal y profesional de otra, el mentee. La relación con el mentor suele ser de subordinación jerárquica. Aunque, para que el camino funcione, debe haber una base íntima de confianza y apoyo mutuo, más allá de los roles y jerarquías establecidos por la empresa.
La metodología general adoptada por los programas de mentoría pretende combinar un enfoque experiencial con otro formativo y tradicional, basado en la transmisión de nociones y conocimientos teóricos. De esta manera, se intenta desarrollar las habilidades y el conocimiento de los comportamientos correctos a mantener. Todo ello a través de un intercambio de contenidos y reflexiones.
La mentoría ofrece numerosas ventajas dentro de una organización, que incluyen:
- Gestionar y retener el talento.
- Desarrollar nuevos modelos de liderazgo.
- Difundir el conocimiento interno dentro de la organización.
- Promover el concepto de lifelong learning, es decir, la cultura del aprendizaje continuo.
Tipos de mentoría
- Hay situaciones de mentorías informales, vinculadas a una frecuentación espontánea y fuera del horario laboral, y otras formales configuradas como una verdadera práctica empresarial.
- En los últimos años, el concepto de ‘mentoría inversa’ ha ganado terreno. Se trata de un intercambio de enseñanzas, nociones y habilidades entre, por un lado, millennials y ‘generación Z’ y, por otro, figuras senior. Es muy eficaz para superar la brecha digital entre generaciones.
- También existen los llamados programas de ‘mentoría femenina‘, dirigidos en concreto a las mujeres. En este caso, las mentoras son facilitadoras de la igualdad de oportunidades, personas motivadas para compartir su experiencia y ofrecer un modelo a seguir. El objetivo es fomentar el crecimiento personal y profesional de las profesionales en un contexto de confianza propicio para el aprendizaje.
- La mentoría grupal, por otro lado, consiste en el desarrollo de caminos en los que las personas involucradas desempeñan tanto el papel de mentores como el de mentees. El aprendizaje grupal es facilitado y coordinado por un mentor senior. También se proporcionan actividades preparatorias específicas para la formación en habilidades de tutoría y supervisión durante las reuniones.
¿En qué consiste el papel de mentor?
Una vez definida la importancia de la mentoría, hay que entender cuáles son los pasos para ponerla en marcha.
- Definir un tiempo preciso y respetarlo. Es necesario establecer con claridad un tiempo dedicado a la mentoría y la frecuencia de las reuniones según las necesidades del mentee.
- Definir objetivos juntos. Para iniciar un proceso de intercambio y entender en qué enfocarse, es útil compartir objetivos a corto y largo plazo.
- Gestionar las expectativas y dejar espacio a la bidireccionalidad. El mentee debe encontrar un lugar de confianza donde expresar con claridad lo que espera del mentor. El mentor, por otro lado, debe solicitar feedback.
- Definir un recorrido claro y una agenda precisa para cada reunión. La mentoría no es solo el momento de encuentro entre mentor y mentee, sino, sobre todo, un camino que ambos recorren de forma individual para luego encontrarse. Establecer plazos, tareas y reflexiones ayuda a estimular el diálogo e inspirar nuevos temas que podrían debatirse.
- Preparar las herramientas adecuadas. Un cuaderno, una presentación, un espacio en la nube. Hay varias soluciones dedicadas que sirven para preparar un entorno adecuado para reflexionar, escribir y rastrear el crecimiento a lo largo del tiempo.
Un mentor debe estar dispuesto a compartir sus habilidades (experiencias, conocimientos, técnicas) con otras personas, para contribuir a su crecimiento y éxito. También debe ser capaz de alentar y motivar haciendo preguntas desafiantes. Sobre todo, es necesario tener un amplio bagaje de soft skills para desarrollar un camino que, en gran medida, depende de competencias transversales como empatía, liderazgo y habilidades de comunicación.
Por Alberto Barbieri
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