En muchos ámbitos, el mundo está diciendo basta. Está ocurriendo en el plano laboral, pero también en el emocional o incluso en el empresarial. Por ejemplo, en Estados Unidos, la pandemia trajo en 2021 una crisis sanitaria de proporciones desconocidas. Y también un colapso laboral que llevó a millones de ciudadanos a abandonar sus puestos de trabajo por bajos salarios, estrés y unas expectativas vitales insatisfechas. Es lo que se conoce como la Gran Dimisión (The Great Resignation, en inglés), y que otros han llamado muy acertadamente la Gran Desbandada.
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En un terreno más íntimo, también son muchos los que buscan una alternativa al ‘turbocapitalismo’ y al desaforado consumismo que ha marcado nuestras vidas en las últimas décadas. Y que, ahora, con la subida meteórica del comercio electrónico, entra en una nueva fase.
En Netflix son una legión los que se han sentido cuestionados por los documentales sobre minimalismo de Joshua Fields y Ryan Nicodemus. Dos hombres de empresa convencidos de que el sueño americano era ganar más dinero que el vecino y gastarlo de forma compulsiva, hasta que un día se dan cuenta de que viven anegados por cosas insustanciales y sin sentido. Es entonces cuando se deciden dar un giro a su existencia.
Durante poco más de una hora, Fields y Nicodemus, junto con expertos y personas corrientes que también sucumbieron al consumismo obsesivo, intentan, en un trabajo inspirador para muchos, responder a una pregunta de planteamiento sencillo, pero de respuesta bien escurridiza. ¿Cómo puedes tener una vida mejor con menos?
Es el primer paso para salir del agujero negro de las aspiraciones materiales infinitas, que, en Estados Unidos, lleva a sus ciudadanos a acumular de media 300 000 objetos durante toda su vida. Una tendencia que el bum del comercio electrónico y de Amazon, que tanto promueven la cultura del ‘aquí y ahora’, no han hecho más que reforzar.
El minimalismo llega a la empresa
Esa búsqueda del vivir con menos y el deseo de olvidarnos de lo superfluo y descubrir lo importante para ponerlo en primer término también está calando en el mundo de la gestión empresarial.
Un ejemplo es el del movimiento del ‘capitalismo consciente’, nacido con el cambio de siglo. Propone un mundo corporativo que va más allá de la mera creación de valor para el accionista y la generación de beneficios económicos. En su lugar, demanda de las compañías más preocupación por el bienestar de los llamados stakeholders: los trabajadores, los clientes, la sociedad en general y el medio ambiente.
Se empieza a esbozar un minimalismo empresarial que no supone renunciar a tener un proyecto interesante y rentable. Pero que sí cuestiona con seriedad el crecimiento por el crecimiento. Y también una vida de trabajo que desatienda a la familia o el planeta.
Uno de sus primeros teóricos en España es Lluís Soler. Un emprendedor que hace una década fundó el comparador de software para empresas SoftDoit, que ayuda a compañías de cualquier sector a encontrar los mejores programas para gestionar sus nóminas, implantar un portal de e-commerce, controlar sus almacenes y lidiar con los clientes, entre otras cosas.
Soler, como muchos pequeños propietarios, dedicaba jornadas interminables a su compañía, embarcada en un proceso frenético de internacionalización por Europa y Latinoamérica que siempre dio pocos resultados y muchos quebraderos de cabeza a su jefe. Un día, por casualidad, se topó con el documental ‘Minimalismo: las cosas importantes’, que data de 2016. Y eso “le cambió la vida”.
A partir de ese momento, se decidió a aplicar “el más con menos” a su vida familiar. Y también a repensar los procesos en su pyme para centrar los esfuerzos en las actividades más rentables y eliminar los gastos innecesarios y tareas superfluas. Fruto de esta meditación es un libro que acaba de publicar, y que ha titulado ‘Pyme minimalista. Cómo ganar más y vivir mejor’. En él comparte su experiencia y se atreve a dar una serie de consejos a gestores que quieren sacar adelante su negocio al tiempo que disfrutan de la vida.
Para Soler, el minimalismo es mucho más que una oficina diáfana y libre de papeles y trastos. Es “un estilo de vida, una forma de ver el mundo con ojos más abiertos, pensando y respetando el medio ambiente, las personas y el tiempo, y en el que no todo vale para lograr los objetivos”. Él empezó aplicando la receta en casa, ”reciclando, comprando con cabeza y gestionando mejor el tiempo”, y luego la llevó a su empresa.
Apuesta por el crecimiento orgánico
El minimalismo empresarial supone echar por tierra muchos dogmas asumidos e indiscutibles en el ámbito de la gestión. Como el del crecimiento por encima de todas las cosas y la necesidad de diversificar el negocio y recurrir al endeudamiento bancario siempre que sea posible. Y por eso es más difícil convencer a quien debe aplicarlo.
Soler recomienda ir poco a poco y crecer solo de manera orgánica. Este desarrollo es el que se produce de modo natural, en función de los recursos que va generando la empresa, con lo que se evita el endeudamiento. “El hecho de tener que pedir un préstamo a un banco, un [préstamo del] ICO (Instituto de Crédito Oficial), supone perder la libertad financiera. Vas cargando la mochila con préstamos por los que estás pagando más dinero y que luego tienes que devolver”.
Otra de las claves del minimalismo en la vida en general y en el mundo corporativo es aprovechar mejor los recursos y sacarles más partido. En casa, por ejemplo, se trata de exprimir hasta la última gota los electrodomésticos, el teléfono móvil y el coche, para no caer en la cultura del “usar y tirar”. Soler cree que muchas empresas no son buenas agotando las posibilidades de lo que tienen. “Veo a diario empresas que han contratado un software que finalmente no acaban implantando o se les queda corto o demasiado grande”.
También es una práctica poco minimalista anteponer la cantidad a la calidad en el trabajo. Y por eso aboga por “eliminar las líneas de negocio que no aportan valor al usuario”. En el caso de su empresa, que hoy cuenta con nueve empleados, eso le llevó a la dura decisión de cerrar las webs con las que atendía mercados como el alemán y el italiano para centrarse solo en España. “Zapatero a tus zapatos”, dirán otros.
El minimalismo debe empezar por la dirección
En su libro ofrece 12 pasos para construir una empresa minimalista y sostenible. Soler no se para en cada uno de ellos, pero sí habla de tres o cuatro que considera cruciales: “El más importante es que, desde dirección, estén convencidos de que la empresa minimalista es el camino adecuado, y que así lograrán una empresa más saneada y ligera, y que la cuenta de resultados será positiva”.
“La productividad es otro de los pasos que más me gusta. Yo hablo del ‘cómo ganar más y vivir mejor’, y para ello es clave disponer de más tiempo para uno mismo. Y para lograrlo hay que saber ser más productivo. Ya no vamos a ‘calentar’ la silla nunca más. Vamos a trabajar de forma organizada y sobre todo focalizada en nuestros objetivos”, explica.
Además, una empresa minimalista deberá dar una respuesta también al reto medioambiental y apostar por las famosas erres. Esta implicación dependerá del tipo de actividad de cada compañía. Hoy, para Soler, es imprescindible exhibir buenas prácticas, como evitar el uso de papel en la medida de lo posible y huir de las compras impulsivas de material. “Nosotros, antes de comprar algo, nos esperamos al menos un día, y de esta manera vemos si realmente es necesario”. El cuidado del planeta en una oficina llega hasta los detalles más nimios, como el empleo y abuso de las botellas de plástico para el agua o de cápsulas para el café.
La Ley de Pareto: cuando el enemigo es el cliente
Por extraño que parezca, los clientes (o ciertos tipos) pueden ser el mayor enemigo de la empresa minimalista. Soler recomienda evitar a los que menos rendimiento dan, y recurre a la famosa Ley de Pareto o regla del 80/20. “El 80 % de tus ingresos te los proporciona el 20 % de tus clientes. Si estás en una empresa de B2B [business-to-business], verás que se cumple esta regla. Y este 80 % de tus clientes roba tiempo, paga tarde y mal y son los que más se quejan”.
En cualquier caso, los convencidos del minimalismo saben que el grueso de la sociedad y la economía por el momento están a otra cosa. Y que hará falta mucha evangelización. “El motivo es muy sencillo y está en la base. Te enseñan en la universidad, en la calle, tus colegas, que el éxito profesional o empresarial tiene que ver con la expansión, el crecimiento, la contratación de más personal o trabajar más horas. Y que, para lograrlo, hay que hacer cualquier cosa. Aunque tengas que echar 12 horas al día o pedir líneas de crédito que te hagan hipotecar tu casa”, explica Soler, que ya predica con el ejemplo contrario.
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